El baile (Libro): venganza, intensidad y estilo en esta pequeña joya literaria.

in #spanish6 years ago

Otra novela de la autora de "Suite francesa"

Irène Némirovsky fue "descubierta" por la mayoría de las personas en el año 2.004 cuando su novela póstuma Suite francesa fue aclamada por la crítica y los lectores a lo largo y ancho del continente europeo. Diez años más tarde, la versión cinematográfica de esa historia amplió las filas de sus adeptos. Pero lo que muchos ignoran es que Irène, en vida, fue también bastante célebre. En 1.931 se adaptaron al cine dos de las novelas de esta escritora judía de origen ruso, David Golder escrita en 1.929 y El baile de 1.930. Némirovsky tenía apenas veintisiete años cuando saltó a la fama con la breve joya literaria que es la novela sobre la cual se centra este post.

El baile cuenta la historia de los Kampf, un matrimonio judío de origen extranjero que vive lujosamente en París. Afortunados giros de las bolsas europeas le otorgaron una gran riqueza a Alfred Kampf quien se trasladó del campo a la ciudad, llevando consigo a su esposa Rosine y a su hija Antoinette. Pero aunque posean lujos y una gran fortuna, la sociedad parisina de la época no los reconoce como sus iguales, puesto que se trata de unos nuevos ricos, encima de eso, de un origen rural que intentan ocultar en todo momento, incluso a sus sirvientes porque “son ellos los que crean una reputación yendo de una casa a otra y contándolo todo…”. Con la intención de ser aceptados, organizan entonces un baile para doscientos invitados al cual convidarán a algunos pocos conocidos y un gran número de nombres, personalidades y títulos: marqueses, condesas y duques están invitados aunque no conozcan a los Kampf. Incluso invitan a Isabelle, la instructora de piano de su hija, para despertar la envidia de otros. Pero hay una persona que tiene prohibido asistir: Antoinette.

La joven Antoinette ya le guarda resentimiento a su madre a raíz de una bofetada que le propinó en la calle, exponiéndola a la burla de sus semejantes, y a la actitud cada vez más arisca y de rechazo con que la trata, por lo que la prohibición de asistir al baile (aún es muy niña y además "apenas he empezado a vivir yo", dice la madre) se convierte en la gota que derrama el vaso. Rosine se refiere en varias oportunidades a Antoinette como “pobre hija mía”, con distancia, con un complejo de superioridad rayano en lo ofensivo y la increpa repetidamente por estar “sumida de nuevo en sus ensoñaciones” o la acusa de que “Siempre está en la luna, esta niña”, llegando incluso a decirle a su esposo “Yo la mataría, te lo aseguro”. Pero lo de Antoinette no es una distracción momentánea, proviene de un sentimiento mucho más profundo:

“Tenía catorce años, era una jovencita y, en sus sueños, una mujer amada y hermosa… Los hombres la acariciaban, la admiraban, como André Sperelli acaricia a Hélène y Marie, y Julien de Suberceaux a Maud de Rouvre, en los libros…”

El resaltado es mío y enfatiza la identificación de Antoinette con Emma Bovary, heroína de ficción que también hallaba su vida y el mundo que la rodeaba, insatisfactorios, por compararlos con las novelas que leía. De allí que la negación al baile no sea un mero castigo, es la anulación de una experiencia de vida que ella desea tener: “¡Oh! Dios mío, bailar una vez, una sola vez, con un bonito vestido, como una auténtica joven, ceñida por brazos de hombre…”, dice, tal cual como las protagonistas de los libros que lee. Abatida, Antoinette desea a sus padres “ojalá se murieran”, luego expresa “Quiero morirme. Dios mío, haz que me muera”, para finalmente concluir “Me mataré, y antes de morir diré que es por su culpa”. Sin embargo, en medio de estos arrebatos, una Antoinette derrotada, mas no vencida, con un creciente deseo de venganza, aprovecha un descuido para herir a su madre donde más le duele.
Un día, al volver de clases de piano, la joven descubre a Miss Betty, su instructora, acompañada de un joven. Como la presencia de la niña les incomoda un poco, Miss Betty le entrega las invitaciones del baile, las cuales llevan la caligrafía de la misma Antoinette porque ayudó a su madre a colocar los nombres en el cartón, y le pide que las eche en el buzón. La niña, a regañadientes, se dirige a realizar la tarea solicitada, pero el deseo de venganza emerge en ese momento: rompe las invitaciones y las echa al río.

La noche pautada, Miss Kampf busca explicar la ausencia de sus invitados. Un accidente, se dice, un malentendido o una confusión en las fechas, algo debió ocurrir. Pero conforme el reloj avanza hacia la hora pautada y la deja atrás, siente que es una afrenta personal. Alfred, su esposo, también está molesto con el desplante de sus congéneres. Ignorantes de la travesura de su hija, discuten entre sí. Rosine lo llama “¡!Nuevo rico” y le achaca la culpa del fracaso de la velada; Kampf responde: “¡Cuándo te recogí, Dios sabe por dónde te habrías arrastrado ya!”. Antoinette, pasiva, indiferente, con algo desprecio, observa que su madre ya no se ve tan imponente; es frágil, quizás más que ella misma.
La relación conflictiva madre-hija, en la que la progenitora ve a la otra más como una rival que como a una criatura suya, es un tema recurrente en la obra de Némirovsky y tiene un origen autobiográfico. Otros de los temas que también están presentes en trabajos posteriores son el envejecimiento (más bien la negación de éste) y la vanidad femenina. La percepción psicológica de los personajes es uno de los rasgos que caracteriza su prosa y esta historia de venganza adolescente está marcada además por emociones muy intensas. Pero a pesar de la riqueza de estos elementos, la novela resulta sencilla y fácil de leer, aún más dada su breve extensión (apenas 94 páginas). Se trata entonces de una pequeña joya literaria, ideal para aquellos que desean descubrir el universo de una de las grandes escritoras del siglo XX y también para los nuevos lectores que, entre tantas opciones y ante el naciente deseo de leer, no saben en dónde buscar la magia de la lectura. He aquí un nombre y un libro para ustedes.

Reseñado por @cristiancaicedo


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