El tema para abordar ésta semana es uno delicado, con muchas cosas que decir al respecto. Pero trataré de ser concisa en lo que me gustaría expresar. Me voy a referir primero al abuso dirigido a niños.

Hay varios aspectos que deberíamos abarcar esta vez, siendo el primero las condiciones psicológicas y psiquiátricas que conllevan que una persona sea capaz de hacerle daño a un niño. Normalmente estos seres sufren de problemas tan serios que los hacen reincidir en su conducta.

Esto para mí significa que un sujeto de esa naturaleza es incapaz de comportarse de manera normal en la sociedad porque tarde o temprano va a buscar otra víctima para abusar. Lo peor es que estos no van a aceptar nunca que están haciendo algo malo, para ellos sus deseos son legítimos.

Con esto dicho, es importante también hablar de las consecuencias que puede arrastrar un adulto por haber sufrido un abuso, efectos que se agravan cuando sucede en edades tempranas. Prácticamente su vida se afecta por completo, es un trauma tan grande que en ocasiones las víctimas terminan acabando con su propia vida.

Entonces, ¿Vale la pena tener sueltos a bombas de tiempo que en cualquier momento arruinarán otra vida inocente? Ellos lo mínimo que deben recibir es una condena que garantice que nunca más saldrán de allí.

En caso de haber causado la muerte a un niño la pena de muerte es una opción válida para mí y no tengo necesidad de explicar el por qué. Simplemente debemos aceptar que no es justo que sigan ellos en el mundo cuando hacen daño a niños inocentes. E incluso se puede extrapolar con víctimas adultas y de cualquier género o edad. En cualquier momento ese sujeto puede volverlo a hacer.

Y yo agregaría un plus. No sé mucho cómo funciona el sistema penal del país pero se debería controlar de forma más estricta a los que maltratan o torturan animales, imponiendo penas a sus conductas. Porque quien es capaz de hacer esas cosas a un animal hoy, el día de mañana sus víctimas serán, casi con seguridad, seres humanos.