Viejo raigambre [Cuento corto]
Hola amigos de Steemit feliz día, quiero compartir con ustedes un cuento corto que escribí durante estos primeros días del año y que he titulado Viejo raigambre.
Quiero recordarles apoyar al equipo de @sancho.panza al de @don.quijote y a un witness que ayuda mucho a la comunidad hispano-hablante
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Viejo raigambre
Para Guillermo la vida era un solsticio perenne, la eterna conjunción
de lo humano con lo divino. Construía mundo donde quiera que iba
con solo poner a bailar un grupo de palabras en su boca. Con 27 letras
había forjado el paraíso terrenal al lado de Sofía.
»Tenemos que hablar«
Dijo ella aquella noche del 31 de diciembre al atender la llamada que
recibía de Guillermo para desearle feliz año nuevo.
»Te veo el martes a las dos en el parque, por favor no faltes«
Guillermo extrañado responde:
»Seguro, ahí estaré. Feliz año nuevo«
Eran las dos de la tarde y ahí estaba Guillermo, de pie sobre la acera, a unos diez kilómetros de casa, de frente junto a ella. Aquellos cuatro ventanales en sus rostros se miraban hasta hacerse sólo dos, hasta hundirse profundamente
en una sola mirada mientras el sol hacía agua sus frentes.
Sofía expande el pecho y las palabras se agolpan en su boca como
un bello torbellino:
»Te cité aquí porque pronto seremos barro Guillermo. La lluvia está por venir, caerá y el tiempo nos escurrirá a lugares distintos. Debemos continuar solos, despojarnos de este viejo raigambre y catapultarnos con el viento en busca de nuevas llanuras donde reposar, a doscientos metros bajo el nivel del mar. Sé que me dejarás y prefiero irme antes de que caiga el vendaval. Te casarás, tendrás hijos, te olvidarás de mí, Guille. Mientras yo te recordaré en la nervadura de las hojas que juntos vimos crecer y estaré siempre contigo aunque te vayas lejos«
Para Guillermo el descenso fue primitivo. Casi instantáneamente se encontraba balbuceando frente a ella:
»comgostá bindundá montóto / tumceté siribé bonsóco
cansindú tengosté vendéte / vete siempre verde
florecida
Aunque no entienda nada
de esta terrible despedida.«
Ahí estaba Guillermo, de pie sobre la acera o tendido sobre una enramada, descalzo, sin prendas de vestir, haciendo sonidos originales, balbuceando.
Lo había perdido todo. Su amor se había ido y con ella su lenguaje.
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