Amor a Segunda vista #1
Alex, jamás olvidaría la primera vez que vio los ojos castaños de Sofia, fue como ver uno de esos dibujos japoneses de los animes que él adoraba. tenían 16 años por aquel entonces, ni siquiera compartían clases en aquella escuela, pero siempre la miraba en las horas libres. Ella llevaba su larga melena roja suelta bailándole con el viento y, caminaba ajena al mundo a las risas y, las bromas de sus compañeros
era tan bonita que dolía. pensó Alex mientras la observaba sentarse bajo la sombra de un árbol, ese día al igual como tantos otros había hecho. Cada mañana él la veía, ella llevaba siempre un libro en las manos, ajena a todos, ajena a él, perdida en la lectura. En las horas de descanso, se sentaba bajo la sombra de un árbol, un árbol de cerezos que estaba en medio de el patio del colegio, dando color a los edificios blancos que le rodeaban. Alex solía sentarse frente a ella separado por unos pocos metros, verla leer era su dicha; el mejor momento del día. Se decía.
La veía perderse entre las hojas de sus libros, mientras él observaba; la veía reír con algunas paginas, rabiar en otras y, llorar disimuladamente cada par de hojas. Pasaba así sus horas libres mirándola. Tratando de darse valor para hablarle para decirle, que no sabía por qué, pero no podía dejar de pensarla, de verla... De soñara.
Pero Sofia era tan bonita que dolía y, a él le faltaba valor para acercarse.
Un buen día Sofia levanto la vista mirándolo directo a los ojos, por primera vez Alex noto que tenia unos hermosos ojos castaños que lo veían a él en lugar del libro entre sus manos, palmeo el lado justo a su costado invitándolo a sentarse. "¿me habla a mi?" se pregunto incrédulo, volteo a todos lados, pensando que no era a él a quien la pelirroja de ojos castaños invitaba a sentarse a su lado.
La vio poner los ojos en blanco, exasperada de que el no se acercara, le señalo con el dedo índice y, entonces él sonrió, por saber que no era del todo invisible para la chica que vivía con las narices en los libros. Con piernas temblorosas de nervios se puso en pie para ir a donde ella, Sofia lo miro sonriendole de labios apretados para después volver sus ojos al libro, esta vez leyendo en voz alta; para que Alex que se sentaba a su lado justo donde ella le había indicado; le escuchara. Ese día él se sentó a su lado durante todo el descanso. no hablaron. en cambio la escucho. Sofia leía para el, y la mente de Alex viajaba a los lugares del libro que ella describía.
Fue así por unos meses, se veían en los descansos se sentaban lado a lado, ella leía y él escuchaba. Siempre aguardando tener el valor de hablarle, de decirle lo que sentía, pero Alex jamas podía, siempre callaba y solo pasaba el tiempo escuchándola. En realidad no pedía mas, era feliz solo con tenerla cerca. Hasta que un día, justo cuando iban en la mejor parte de un libro sobre un pescador llamado Santiago, que había logrado pescar un enorme pez que los tiburones le iban arrebatando
Sofia cerro el libro de golpe, Alex dio un respingo asustado por el arrebato, giro el rostro para verla en busca de lo que sucedía, solo para toparse con esos ojos castaños chispeando desencantados, ella frunció el ceño. —¿ sabes Alex? Ya me estoy cansando de ser yo la que de el primer paso— espeto mirando a los grises ojos del chico que se había sentado a su lado por todo un semestre.
El la miro sin comprender. ¿ de que rayos hablaba? Se pregunto sin atinar a decir nada.
Ella puso los ojos en blanco, al darse cuenta que él no entendía, finalmente se inclinó tomandole una mano... y lo beso tímidamente en los labios. Las cejas de Alex se arquearon de sorpresa, sus ojos estaba seguro saldrían de sus orbitas por lo inaudito de lo que sucedía. Los labios de Sofia le supieron a sandía y primavera... A dicha y días de sol. La sintió sonreír contra sus labios. Parpadeo lento cuando la sintió alejarse terminando el suave beso. Sofia se levantó despacio, dejando a Alex con las cejas enarcadas de sorpresa,y la boca abierta, sin poder parpadear de lo aturdido que se encontraba... " me ha besado" pensaba incrédulo.
—No pienso pedirte que seas mi novio, eso te toca a ti — agrego la pelirroja y, el chico de ojos grises la miro alejarse, se toco los labios con la mano… lo había besado, la chica de sus sueños le había besado.