Las Casas También Lloran
Ellos me construyeron cuando sólo eran un par, un cuarteto de manos en mi nacimiento se magullarán.
Todo esto a cambio de que les brinde un hogar, dentro de mí, pues yo soy la tosca casa que los protegerá.
Poco a poco empiezan a decorar, con lindos jarrones y pétalos olor artificial, cortinas heredadas de sus familias, no me molesta pues comienzo a brillar.
Soy su punto de partida y de llegada cuando vuelven de trabajar, me alegra saber que en algo los puedo ayudar, protegiéndoos de la lluvia, y dándoles un lugar para amar.
Poco a poco estoy creciendo como un árbol, con mis pisos de madera voy creciendo cual secuoya, por fuera parezco un árbol que se ahoga, pero por dentro estoy vivo mientras mis colores siguen frescos y descansa la mano de obra.
No lo negaré, existieron malos tiempos para mí, mientras me arrancaban la corteza porque por dentro había goteras, pero esto fue por mi bien, ahora me siento bien con un tono más sano de piel.
Ahora estoy mas vivo que nunca, vivo por fuera, vivo por dentro, y agradecido de que dentro de mí viva una gran pareja, con una semilla que pronto geminaría
Me encanté de inmediato, yo era bendecido por ellos y ahora me tocaría devolverles el favor convirtiéndome en huerto, una de las habitaciones como mis emociones cambiaron de colores, eran colores bellos que resaltaban felicidad y esperanza, esperanza anhelada para las semillas de esas flores.
Me esforcé por hacer crecer un jardín lleno de flores para que puedan oler, tres flores diferentes, dos para ellos y una para la semilla que ya quería ver crecer.
Llegado fue el momento de que la semilla germine de la tierra, se tuvieron que ir para asegurarse que todo salga bien, me quedé solo durante la noche hasta el amanecer, tarareando canciones de cuna que de algún modo yo parecía conocer.
Sin embargo, algo parecía mal, se les notaba en su mirar al llegar, no estaban insatisfechos con la flor que florecía, pero estaban dolidos por la que estaba escondida y no podrán verla florecer jamás.
Pasó un tiempo desde que germinara la semilla, ya corría y gateaba con audacia y alegría, y alegremente germinó otra semilla, ésta era niña, el pequeño no lo sabia ni entendía, pero pronto con ella jugaría.
Más rápido de lo que pensamos, los niños cada vez saltaban mucho más alto, en mis paredes se trazaban dibujos a medida que ellos se iban estirando, y todos pasaban el tiempo corriendo y jugando.
Los protegía y les daba aventuras en sus juegos, desde bosques, escondites, e incluso tesoros.
Pasó el tiempo, y todos cambiamos, yo era mas grande, con mas habitaciones y más espacio, ellos se habían vuelto un poco más callados, a más espacio más distancia entre vocablos.
El tiempo iba avanzando y también aumentaba la falta de dialogo, cada quien, en su aparato, de verdad no sé qué están mirando, los padres por trabajo descuidaban a los muchachos que casi no estaban estudiando, la madre se comportaba extraño (creo que sólo yo lo había notado), la hija estaba en busca del amor, y el varón creía encontrarlo en todos lados.
Mientras iban creciendo también iban madurando, sus conversaciones se volvían complejas al pasar de los años, hubieron tiempos de alegría cuando se graduó el primer muchacho, se graduó de universitario, al parecer era un gran salto.
Ahora sólo cuidaba a tres, pues el muchacho creció y hasta se fue, yo me entristecía pues estaba maldito de saber, que la chica crecería y se iría como él.
Algo terrible pasó al momento que hizo al muchacho volver, que la madre se suicidó usándome como rehén, al parecer algo en su mente se marchitó, por aquella semilla que se murió.
Surgió una gran discusión, sin motivos, sin razón, luego de esto la muchacha se marchó, no se fue sola, ya que se fué con su primer amor, todo estaba en silencio, solo quedábamos el viejo y yo.
Pasó un poco de tiempo y a veces el padre dormía en el suelo, al parecer estaba deshidratado, pues bebía en todo momento, ensuciaba todo mi suelo, empiezo a creer que no era bueno.
Me alegré aquel día en que se reunió la familia, se notaban algo extraños mientras el padre aun dormía, pensé que los juegos volvían cuando en una caja al padre escondían, fui un tonto al no entender que ninguno volvería.
Me decoraron con un cartel que decía “Casa Vendida”, y me quedé solo, nunca entendí que sucedía, estoy comenzando a enloquecer, mis paredes y tejas están entrando en llanto, este silencio me está matando, pero soy una casa y nada puedo hacer.
Una casa de oro con lodo, con pilares de momentos, aunque no todos fueron hermosos, me quedo impotente de ver, como viene mi muerte, pues ya lo dije antes nada puedo hacer, pues la maquinaria está lista para demoler.