Almas de sal

La sal se pega a mi cuerpo, la brisa alborota mi cabello, los suyos están iguales y en sus ojos más que el sol brilla el deseo de batalla, casi todos han caído pero nosotras seguimos en pie.

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-Oye chico ¿de dónde eres? –recuerdo haberle preguntado hacía un tiempo. Antes de notarlo se me hacía atractivo, delicado y atractivo.

-Del mar- me respondió con una voz suave y esquiva

Sabía que me miraba pero fingía no darme cuenta, aunque si mi capitán se enteraba seguro me haría castigar, aun así quise arriesgarme no podía evitar la atracción, pero la luz del día no es propicia para desbocar las pasiones, las noches en el mar son frías y la luna sabe guardar mejor los secretos.

Con el cielo completamente despejado las tablas parecían bañadas por magia, el joven marinero apoyado sobre la amura de estribor espera mi llegada pero me detengo a observarle en silencio, hay algo que quiero descubrir, de pronto se da la vuelta y se sorprende a verme tras de él

-No soy quien crees- me dice antes de que pueda pronunciar palabra

-¿Quién eres entonces?

Se dirige a mi lentamente, con cierto recelo, toma mi mano y la coloca en su pecho

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-Shh… no digas nada por favor, no quiero ser esclava de nadie, solo quiero navegar, mira -dice señalando el horizonte- allá está mi destino, bajaré en el próximo puerto, nadie tiene que enterarse, no causaré problemas y sabes que es un mito eso de que una mujer da mala suerte abordo -me guiña el ojo-

-No tienes que bajarte más que para recoger provisiones en el próximo puerto, bienvenida a bordo

En todo el rato no soltamos nuestras manos, de hecho nuestros dedos se entrelazaron así como nuestros corazones.

La vida en el mar es ambigua tienes toda la libertad contenida en los límites del barco, la camadería entre los marineros se acaba al mismo ritmo que el agua y la comida, y hasta ahora solo la brisa había entendido mis susurros, es la desventaja de que la pasión de tu alma se desborde de tu cuerpo. Cada noche, nos deslizábamos entre la oscuridad de los barriles, ahí entre pólvora y ron, podíamos compartir ideas volátiles y lo único que el mar no podía entregarnos.

-Sé que entras y sales del camarote mientras crees que duermo -me dijo cierta vez mi capitán- ¿preparas un motín o esperas que yo prepare un cabo?

-Capitán, me has permitido navegar a tu lado, más aun me has regalado libertad, pero aun así hasta ahora había no obtenido todo lo que deseaba. Sus suposiciones están erradas y espero no ofenderle con mis palabras, permítame mostrarle lo que en este momento considero un gran tesoro, pero no aquí, esta noche lo llevare a nuestro camarote, si no es de su agrado entonces asumiré las consecuencias.

Desde esa vez no hubo embarcación que se nos resistiera, joyas que se quedaran con sus dueños, ni siquiera los navíos militares nos hacían frente en batalla. Indomables e imbatibles, navegábamos a través del azul, la felicidad era absoluta quizá demasiado perfecta.

Debí saberlo cuando las nubes que auguraban una tormenta inminente se dispersaron sin más, fue un alivio engañoso pues aunque una tormenta nocturna nos hubiera destruido el destino que nos aguardaba era mucho más amargo. Nos esperaban en la isla, alguien sabía nuestra intención y nos emboscaron, todos demasiados ebrios para luchar se rindieron sin más. Hombres, de haberme hecho caso no hubiéramos terminado así pero ella aun podía, ella luchaba a mi lado, mejor que cualquiera de ellos

-¡Capitán!

Mi amado yace en el suelo, pero yo aún debo pelear, tengo algo más importante que éste barco, aunque mis fuerzas ya se acaban.

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Por suerte no me han separado de ella, se ve tan frágil y decidida a la vez.

-No quiero morir aquí- me dice- hay algo aún que debo defender, mi alma y mi pasión han encarnado

Pongo mi mano sobre su vientre y la suya sobre el mío.

-Las mías también

Todos han sido condenados a la horca, solo nuestros juicios se han aplazado pero el de ella ni siquiera se realizó, la tristeza la consumió en la celda.

Escapar de la prisión no fue fácil, pero los hombres no importa donde se encuentres siempre tendrán anhelo de lo mismo. Hoy no soy completamente libre, pero puedo observar el mar, sé que todos están ahí, espero reunirme algún día con ellos, no pronto pero sí en algún momento.

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Dedicado a mi doncella cuyos ojos claros como el agua y carácter de tempestad extraño mucho, espero reunirme con ella pronto, me hace falta compartir unas buenas cervezas con ella.