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̣̗͎Y̰̝̱ḛ͇͎̲a̪̼̝͙h

͇͓̝̻̩͓ Mujer, lo estoy intentando, pero se me hace difícil, cada vez que trato de sonar como quieres que suene me rechazas, me desprecias y me escupes cruelmente esos pequeños sorbos de ron que nunca llegar(án)on a tu garganta, pero aún...

Y creo que misteriosamente esos momentos de amor, tan vitales y frágiles, se han esfumado antes de siquiera poderte decir lo hermosa que te ves con aquel vestido en color añil.
En aquella tinta con la que escribes cartas a tu madre, en las cuales, de manera explícita, resaltas cada uno de los fracasos de tu matrimonio, lo infeliz que eres y lo mucho que te recuerdo a tu padre, aunque déjame decirte, mujer, que me miro en el espejo y aún no me noto la calvicie y la barriga de cervecero.

Y es que las cervezas te las has agotado tú, en tus rumbas de verano, en tus viernes salvajes, en los domingos, cuando te vistes de color marfil y te asfixias con un rosario de un centavo, cuando dices que vas a la iglesia, pero el cura no es el cura sino el hombre que te hace sentir como enamorada, que te hace despegar de esa realidad, de un Yo sentado frente al televisor, esperando a que algo pase, que llueva o que nos visiten los aliens.

Un hombre que te haga sentir mejor, algo que nunca lograré

Porque fui siempre un fracaso.