Las bicicletas son para el verano
Diosss. Debí escribir esto el domingo o quizá el sábado en la noche, pero las obligaciones se me acumularon. De repente se me juntaron los trabajos que tenía programados, pero no había terminado porque el material llegó junto y con retardo.
Aún no hagomit en mi día a día, pero ando en eso. Quiero que sea así, que esté en mi diario hacer.
Bueno, en todo caso, aquí estoy frente a la máquina, a mediodía del martes, después de haber salido de esos trabajos.
Escribamos…
Las bicicletas son para el verano es el nombre de una película española estrenada en el año 1984. Ese mismo año pude verla en Caracas. Eran mis tiempos de estudiante en la Universidad Central de Venezuela y una de las cosas que más amaba hacer era ir al cine. Los lunes, como se pagaba media entrada, veíamos dos películas en salas diferentes: una después de salir del almuerzo en el comedor universitario, tras lo cual regresábamos a la universidad para cenar en el mismo comedor, y después veíamos otra película. Eran los tiempos en los que no dejábamos de acudir a las salas alternativas de cine o salas de arte y ensayo, como la Cinemateca Nacional, el Cine Universitario, La Previsora, el Imperial y uno que otro cineclub.
En bicicleta recordé aquella película.
La película Las bicletas son para el verano, fue dirigida por Jaime Chavarri y fue un notable éxito de crítica con varios premios y nominaciones importantes.
Es un drama que narra la vida de una familia española de clase media, durante el inicio de la guerra civil española, en el verano de 1936. El título está relacionado con uno de las líneas dramáticas desarrolladas en la obra cinematográfica: Luisito, a pesar de haber sido suspendido en la escuela, le pide al padre, Luis, que le compre una bicicleta para el verano, y, tras haberle sido concedida la petición, el inicio de la guerra hizo que tardara mucho en ser cumplida.
La película desarrolla otras líneas de drama, como los cambios que va generando la guerra en la estructura social o el paso de la niñez a la adultez.
Una de las escenas que recuerdo de esa película es una reunión en la mesa del comedor, en la que la madre reclama, triste y acongojada, que alguien se ha estado comiendo las arvejas, lo que no debía hacerse, porque debido a la situación de escases generada por la guerra, la poca comida que tenían la consumían de manera muy racionada y una cucharada que algún miembro de la familia tomara de más era un duro golpe a esa estrategia de racionamiento.
En esa escena, tras el reclamo de la madre, cada uno: el padre, los dos hijos adolescentes y la propia madre, confesó que cuando pasaban solos por la cocina, y ante el hambre que los atormentaba, se habían tomado una cucharada de arvejas.
Di unas vueltas.
En los últimos años he estado recordando mucho esa escena y refiriéndosela a algunas personas, para decir que en nuestro país debe haber muchas familias racionando severamente lo poco que consiguen para comer.
Esa película la volví a recordar el pasado sábado, no por la comida sino por las bicicletas.
Resulta que recibimos la visita de mi cuñado Marcos –hermano de mi esposa que se llama Zaida- junto a su esposa, Yenni, y sus dos hijos: Alid, de 12 años de edad, y Yennimar, de 8.
Ellos llegaron en bicicletas: Marcos en su bicicleta, Alid en su bicicleta y Yenni en su bicicleta, la más pequeña por cierto, uektas.en la que traía a Yennimar.
En casa no tenemos bicicletas desde hace muchísimos años. Creo que es porque hasta hace poco siempre teníamos carro. Mi hija menor, que se llama Zaidert y le decimos China, aún está aprendiendo a manejar bicicleta, a pesar de que está por cumplir los 20 años. Es que cuando era niña le compramos su bicicleta, pero nunca le quitamos las rueditas auxiliares que le ayudaban a mantener el equilibrio.
La llegada de las bicletas nos hizo la tarde muy divertida a todos, incluyendo a Ana, una amiga de mi hija mayor, que se llama Zaibert y le decimos Zai.
Mi esposa en bicicleta por el patio.
Como el patio de la casa es grande, bajo la sombra de dos enormes matas de mango, las bicicletas fueron a parar a allí y de inmediato se inició la diversión.
China comenzó a dar vueltas tratando de perfeccionar su andar sobre las dos ruedas, con más de un tropiezo, incluyendo una aparatosa caída, en la que termino encima de mí, que me encontraba sentado a un lado conversando. A mí no me pasó nada, pero China se lesionó un pie.
Sin embargo, del patio China se fue a la calle, pues ya había agarrado confianza y podía rodar más tranquila.
Zaida no dejó de montar en una de las bicletas, pero apenas dio una vuelta por el patio. Cuando la completaba tuvo una colisión con Alid y fue a dar al suelo. Ese si fue un gran susto. Yo la estaba grabando y dejé de hacerlo para ir a socorrerla. No le pasó nada serio y me pidió que no publicara el video.
Yo también di mis vueltas, pero las paré tras un resbalón cuando intenté hacer un caballito sobre el piso. No caí, pero el estiró que tuve que hacer para no caer me dejó las piernas casi que acalambradas.
Mejor salieron Zaibert y su amiga Ana, pues dieron muchas vueltas al patio en bicicleta y hasta dieron unas vueltas en la calle sin ningún percance.
China salió a la calle.
Mientras esto pasaba, yo me pensaba en lo sabroso que es divertirse en familia con actividades tan sencillas, y recordaba aquella película llamada Las bicicletas son para el verano.
(Todas las fotos fueron hechas con mi teléfono ZTE Blade A3 Lite)