Érase una vez, en un pueblo muy lejano, una sociedad donde la ignorancia reinaba soberana e indiscutida. La mayoría de los adolescentes y los jóvenes no iban al colegio, ni hablar de las universidades. Pues para los padres promedios, la enseñanza primaria constituía lo máximo que se podía imaginar, hablando de cultura. Una vez concluida la primaria, ya era el momento de trabajar, ganarse la vida y llevar sueldos a casa. Entonces, el destino de muchos pibes seguía el de los padres: jornaleros en haciendas y fincas ajenas, donde por lo más acababan explotados por los dueños. Estos últimos, estando ciertos de tener a pandillas de ignorantes por delante, que no tenían la menor noción de sus derechos laborales, solían tratarlos mal y pagarles poco.

-Eso no va bien. No puede y no tiene que seguir así-, pensaba Gloria, la anciana maestra del pueblo. Pero ella sabía lo imposible que resultaba tratar de convencer a un ejército de padres ignorantes de la importancia de invertir en la educación de sus hijos. Ellos decían que una vez que se sabe hablar y caminar, ya es la hora de ganar un sueldo para no convertirse en holgazanes. Ya era demasiado que se les permitía con la primaria, pues había obligación por los de la ley.

Entonces, Gloria decidió abrigar una escuela nocturna en su humilde casa. Su humilde patio interior iluminado le serviría para actividades de gimnasio como se haría en una escuela, aunque no del mismo porte, inevitablemente. Prepararía a los adolescentes y jóvenes de buena voluntad hasta que estuviesen listos para rendir la prueba final de la secundaria, por lo menos la del ciclo básico de carácter común a todas las orientaciones. En cuanto al ciclo orientado, Gloria estaba en condiciones de preparar a alumnos que se sintieran inclinados para la formación artística y la normal superior. En el caso de los demás alumnos que quisiera una formación técnica, Gloria les pediría ayuda a sus nietos, pues uno de ellos era contador, uno era arquitecto y el otro ingeniero. La anciana maestra y sus nietos trabajarían duro para que los alumnos consiguieran sobresalirse en las pruebas y así alcanzar becas para poder irse a la universidad sin pedir nada a sus padres. Por supuesto, para conseguirlo, a esos adolescentes y jóvenes les costaría caro. Pero valdría la pena, aunque les costaría años de renuncias, olvidándose por completo del ocio. Nada más de sentarse en los bares con los amigos en los pocos momentos libres después del trabajo. Nada más de entretenimiento con periódicos frívolos, pues tenían que aprovechar al máximo cada minuto libre para estudiar. Nada más de paseos en las calles principales del pueblo para admirar escaparates de tiendas donde, cabe decir, ni podían pensar en poner un pie, debido a que nunca tenían dinero suficiente para comprarse lo que fuera. Pues se veía a leguas que los jornaleros no tenían ni oficio ni beneficio. Pero eso pronto tenía que acabar.

Como la maestra Gloria y sus nietos no les cobraban nada a los alumnos, además les ponían a disposición todo el material de estudio sin que fueran obligados a comprar nada, los padres no tuvieron ningún inconveniente en permitirles la escuela nocturna.

Y de veras, todos los adolescentes y jóvenes a quienes no les importaron los sacrificios se salían con buenas notas. Los más talentosos conseguían sobresalientes y también lograron becas para la universidad. Unos alumnos que no consiguieron lograr tanto, se dispusieron a trabajar y estudiar durante los años de universidad, aunque en ese caso tenían que elegir cursos compatibles con su condición de trabajadores. Pero esta vez se trataba de empleos bien mejores que los de jornaleros, como ya tenían bachillerato.
Muchos de los padres quedaron boquiabiertos: nunca se habrían imaginado tanto éxito en una pequeña y anónima escuela nocturna montada por una pequeña y anónima maestra de pequeño y anónimo pueblo...

Invito a participar a nuestra amiga @vickaboleyn. Saludos y abrazos desde Mercosur.

Ps.: queridos amigos, esta segunda participación al concurso de arte y escritura no fue por ánimo ganancioso: es que no me resistí al tópico, pues como profesora amo mucho el ambiente escolar. Lo que pasa es que la idea sobre la obra Escuela nocturna solo me vino después de la del otro cuento...espero que lo vean como un homenaje a ese gran logro que es la edición n.100