A todos con los que no fui.
Me pesan tanto los muertos que siguen vivos,
cargo sus ataúdes
mientras ellos se van caminando.
Algunos vuelan,
otros se escabullen bajo tierra respirando.
Les dejo azahares en sus tumbas y las limpio,
aunque ellos
siempre fueron de narcisos.
No pasa día en que no hable con sus fantasmas,
me dicen que siguen en sus mismos cuerpos,
en su misma rutina de siempre,
que solo yo les falto,
pero que han aprendido a suponerme
a sentirme lejanamente cercano.
Como un ocaso que alguna vez fue día,
como una gota de ventana que alguna vez fue lluvia,
como una canción que no tarareamos
pero escuchamos juntos.
Para ellos soy una perspectiva
una proyección asumida por el pasado.
Algunos me recuerdan por un “te ayudo”
que llegó temprano,
otros por un “te entiendo” tardío,
y creo que alguien,
solo me recuerda por un “te quiero” que le dije
cuando estuvimos a destiempo.
Me pesan tanto los vivos que se han ido,
ya no puedo verlos ni palparlos.
Alguna vez dijeron izquierda
y yo me fui derecha,
alguna vez dijeron arriba
y yo me fui cuesta abajo,
alguna vez dijeron perdón
y yo no dije nada.
A todos ellos
los guardo en el silencio,
en la mirada perdida mientras me baño,
en el tic de mis ojos,
en la punta de mi borrador gastado,
en el zigzagueo de mi lápiz indeciso,
en cada una de las hojas
que rompí en su nombre.
A todos ellos
a todos con los que no fui,
solo me queda decirles algo:
Gracias,
les fallé,
lo siento…