A propósito de haberse celebrado este 18 de Julio el Día Internacional de Nelson Mandela, paseándome un poco por algunas redes leía unas de sus frases que quedaron como parte de su legado y que son aún recordadas por la generación presente. Frases que han recorrido el mundo y que surgieron del pensamiento crítico y reflexivo de líderes que marcaron la historia como lo hizo Nelson Mandela (1918-2013).

Soy de las que considero que todos los que por voluntad de Dios venimos a esta tierra, deberíamos dejar huellas en la sociedad con las que seamos recordados y reconocidos. Frutos de ese propósito cumplido de los años que transitamos en la vida. Sin duda alguna muchos líderes mundiales han dejado su aporte, han recibido una posición visible en la historia de la humanidad, ahora de nosotros dependerá la calidad de ello, si para bien o para mal.

Cada uno de estos personajes ha aprovechado su momento, su tiempo, su temporada y las oportunidades que llegaron a su mano. Dando a conocer a pesar de los prejuicios su pensamiento, ideales y criterios, haciendo uso de esa llamada libertad a la que todos tenemos derecho. Aunque Nelson Mandela no disfrutó de un escenario lleno de libertades, su voz se dejó oir en el mundo entero.

Una de sus frases que llamó mi atención fue precisamente ésta:

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Considero que éste hombre aprendió un principio de libertad, pues a pesar de los años que estuvo preso, quizás por razones injustificadas pues defendía derechos humanos, comprendió que la libertad no se vive o experimenta en lo plano de lo físico unicamente sino que se trata de algo que es también espiritual, interno y ambas se complementan. De nada le serviría salir a un espacio físico, libre y abierto si su mente y su corazón iban a ser prisioneros de malos recuerdos, decepciones, odio y resentimientos, todo quedó allí en el pasado. Es por ello que recobra sentido y valor eso de que no puede haber transformación sin un cambio de mentalidad y fueron precisamente esas experiencias que atravesó que le permitieron llegar a estas conclusiones, pensamientos que dió a conocer al mundo después de haberlas convertido en una experiencia de vida.

Añadiré una más...

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Y lo demostró con sus hechos... ¿Cuántas veces callamos por temor? No queremos decir lo que pensamos, lo que creemos, aquello que parece contrario al resto, precisamente por miedo al rechazo o a las consecuencias que puedan surgir. Sin embargo vemos el ejemplo de Nelson Mandela, superando sus miedos, enfrentádose a una sociedad ciega por ciertos criterios, reluciendo luego como valiente, marcando la diferencia, pues no se dejó persuadir por la fuerza y a lo largo de todo el proceso lo vemos conquistar espacios, corazones y victorias, convirtiéndose aun en Presidente de su nación. ¿Quién lo iba a pensar? que despúes de caminar episodios oscuros vendrían para él las oportunidades soñadas. Fue valiente, no se dejó doblegar por el temor, sino que lo enfrentó y conquistó sus propios miedos.

Todo lo que se considera bueno es digno de imitar, así que consideremos su ejemplo, su vida y tomemos parte de su historia como una experiencia enriquecedora y provechosa para cada uno de nosotros hoy.

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