Amor después de aquel amor.

Quién no ha tenido a esa persona que hizo tus días sol, tus noches estrelladas, tu cara echa sonrisa, lágrimas pero de risa.

Sentirte completa bajo su piel...
Quién no ha sentido encontrar a una persona especial, sentir que complementaban, sentir que de alguna manera nada callaban y luego… luego que todo se vaya desgastando, que las palabras sean dardos, que las sonrisas sean respuestas fuertes, que las lágrimas sean de furia y los roces bajo piel ya ni existan,

que todo lo que pensabas volver realidad, se desvanezca, que todos los días sea un peso levantarte y sentir que vales, que mereces estar con esa persona pase lo que pase, trato que te de o que ya ni te de.

Que ya no eres suficiente, que ya no eres buena para esa persona, que ya no más nada y todo termina en una enemistad o una amistad bruta que fuerza de alguna manera el recuerdo de volver a discutir de las mismas cosas, de volver a sentir las mismas costras y empezar a echarle sal a esa herida que no cierra en la mente.

Así tener todo muy abajo, las esperanzas en el amor, las esperanzas contigo mismx, con todo lo que te rodea, desconocerte, desmotivarte, ya sentir un vacío y listo. No hay más y en aquella burbuja tuya cubierta y cubierta de muchas capas de “AUTOPROTECCIÓN” llega alguien más que te jura que te querrá con todos los defectos que tendrás pero sientes esas palabras con miedo pues fueron de la misma manera en la que te empezaron a temblar las rodillas y sonrojar las mejillas.

Que llega esa persona y vuelves a sentir nervios y la piel echa perlita al tocar sus manos o sacarle una sonrisa… ese miedo, ese miedo de empezar algo nuevamente de una misma manera o tal vez diferente, pero ese miedo de que todo vuelva a acabar así.

Espanta y encarcela.

Es como siempre temo que será,
Es como temo ahora con aquella nueva esperanza.