Bitcoin; la moneda del futuro.
Un camino no recorrido.
Si bien la moneda nació como una institución liberadora y promotora de la cooperación entre los seres humanos, con el tiempo los gobiernos han logrado convertirla en una herramienta de control social cada vez más sofisticada. Es por eso que todos los emprendedores involucrados en la creación de monedas de uso voluntario – es decir no impuestas por la fuerza – se han tenido que enfrentar al largo brazo de la ley (bien armado, por cierto).
Entre el tendal de víctimas podemos encontrar al Liberty Dólar y a su creador, Bernard von NotHaus, quien sufriera una redada por parte del FBI en la que se confiscaron todos sus activos (el oro y la plata que respaldaban dicha moneda), y quien fuera luego condenado a prisión. Otros casos conocidos son los de eGold (compañía que solía permitir la transferencia de letras digitales con respaldo en oro, también arruinada por el gobierno de los EE.UU) y Goldmoney (compañía que aún resiste el acoso del gobierno de los EE.UU, y que ha sido obligada a cancelar su servicio en varios países, y a cancelar su sistema de pagos en línea en todas partes).
Pero Bitcoin ha llegado para cambiar las reglas del juego. Este increíble ejemplo de ingenio y visión reúne todas las cualidades deseables en un medio de intercambio indirecto (dinero), y está libre de aquellos problemas que a menudo limitan las ventajas de tan importante herramienta, a saber: elevados costos de traslado y transacción, exposición a violaciones de la seguridad y la privacidad, posibilidad de expansión crediticia con fines políticos (causa principal del ciclo económico) e inflación (pérdida del poder adquisitivo) por aumento discrecional de la masa monetaria, entre otras muchas distorsiones derivadas de la intervención gubernamental. Veamos en detalle de qué se trata…
Generalidades:
Bitcoin es una moneda electrónica descentralizada, concebida en 2009 por quien se ha dado a conocer como Satoshi Nakamoto (aunque su verdadera identidad se desconoce). El nombre Bitcoin se aplica también al software libre diseñado por Nakamoto para la gestión de dicha moneda, y a la red P2P (peer to peer, o red de “pares” bajo un mismo protocolo) que le da soporte. A diferencia de la mayoría de las monedas, el funcionamiento de Bitcoin no depende de una institución central, sino de una base de datos distribuida. El software ideado por Nakamoto emplea la criptografía para proveer funciones de seguridad básicas, tales como la garantía de que los bitcoins sólo puedan ser gastados por su dueño, y nunca más de una vez.
Bitcoin es una de las primeras implementaciones del concepto de criptomoneda, y sin duda la más exitosa hasta la fecha. La propuesta que inspiró a Nakamoto – de una forma de dinero electrónico imposible de monopolizar, irrastreable y que les permite a sus dueños mantenerse anónimos – fue descripta por primera vez en 1998 por el criptógrafo Wei Dai en la célebre lista de correo electrónico Cypherpunk. El diseño de Bitcoin, de hecho, permite poseer y transferir valor entre cuentas públicas de forma potencialmente anónima.
Quizás el mayor logro de Satoshi Nakamoto sea el de haber resuelto el problema del doble gasto en un sistema descentralizado, que tanto ha desvelado a economistas y programadores. Para evitar que un mismo bitcoin sea gastado más de una vez por la misma persona (en otras palabras, para evitar la falsificación), la red se vale de lo que Nakamoto describe como un servidor de tiempo distribuido, que identifica y ordena secuencialmente las transacciones e impide su modificación. Esto se logra por medio de pruebas de trabajo encadenadas (las cuales se muestran como “confirmaciones”). Más adelante veremos que dicho trabajo es realizado por los ¨mineros de bitcoins¨ a cambio de una recompensa en bitcoins.
Si bien el envío de bitcoins es instantáneo, y cualquier operación puede ser monitoreada en tiempo real, las confirmaciones que nos muestra la pantalla cuando usamos el software de Bitcoin vienen a representar el proceso de ¨clearing¨. A mayor número de confirmaciones, más remota será la posibilidad de ser víctima de un doble gasto. Cuando supera las cinco confirmaciones por parte de la red, una transacción es considerada técnicamente irreversible.
Cabe destacar que, hasta la fecha, no se ha documentado ningún caso de doble gasto, pero es cierto que un ataque informático de este tipo es teóricamente posible, siempre y cuando el atacante controle al menos el 51% del poder computacional que protege a la red. Sin embargo, engañar a la red el tiempo suficiente como para llevar a cabo un único doble gasto implicaría una inversión tan descomunal (el poder de cómputo de la red Bitcoin es varias veces superior al de las 100 supercomputadoras más rápidas que existen, todas combinadas), y una organización tan compleja, que desde un punto de vista económico sería infinitamente más provechoso poner esos recursos a trabajar bajo las reglas del protocolo Bitcoin.
La inmensa mayoría de los que aceptan bitcoins se conforman con una única confirmación. Para montos pequeños es razonable, incluso, aceptar transacciones instantáneamente – antes de que sean confirmadas por la red.
La información que habilita el control de los bitcoins que uno posee puede ser guardada en cualquier soporte de información digital (disco rígido personal, tarjeta o llave de memoria, CD, casilla de web-mail, etc.) en la forma de un archivo “billetera”, o bien custodiada por sitios web que ofrecen “cuentas Bitcoin”. También es posible mantener dicha información en soportes no digitales (impresa en papel, por ejemplo) y hasta en el propio cerebro. La posesión de los bitcoins puede ser transferida por medio de Internet a cualquiera que tenga una “dirección Bitcoin”, a semejanza de la manera en que se envía un e-mail a una dirección de correo electrónico.
Según los expertos, gracias a la arquitectura criptográfica de Bitcoin, una transferencia entre direcciones Bitcoin es al menos tres veces más segura que una transferencia entre cuentas bancarias (sin contar el riesgo que implica la forzosa intromisión de terceros en el sistema bancario).
El historial de todos los movimientos de bitcoins permanece almacenado en la cadena de bloques, una base de datos distribuida que mantiene el registro de todas las transacciones en cada uno de los múltiples nodos que integran la red (ver más adelante “Cadena de bloques”). Estos nodos no son más que computadoras ejecutando el software de Bitcoin en todo el mundo, conectadas entre sí por medio de Internet.
La naturaleza P2P de la red Bitcoin hace imposible el establecimiento de un control centralizado de todo el sistema. Esto impide el aumento arbitrario de la cantidad de bitcoins en circulación (lo que generaría inflación) y cualquier otro tipo de manipulación del valor por parte de las autoridades.
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