Algunos mitos del Bitcoin
Bitcoin es la criptomoneda más popular del ecosistema, existen muchos partidarios de su uso y adopción; pero no todo es color de rosas para la más popular de las monedas digitales. Algunos de los más importantes medios de comunicación, políticos y personas influyentes se han dedicado a difamarle; si bien la tendencia ha paulatinamente cambiado, y cada vez son más las noticias positivas que las negativas; sin embargo, por allí en el ambiente quedan las malas noticias como las de Silk Road, hackeos, usos perversos de las criptomonedas y varios mineros apresados -al menos en Venezuela-.
Es por ello que en estas líneas me gustaría al menos intentar desmentir algunos de los mitos que la mala publicidad le ha dejado al Bitcoin, como lo son (i) el de su ilegalidad; (ii) el de la ausencia de regulaciones; y, (iii) su anonimato.
Cuando alguien ajeno al mundo de las criptomonedas se interesa en convertir algo de su dinero a bitcoin, dentro de las inquietudes y miedos a adquirirlo está latente el de su legalidad, todo ello gracias a la satanización en sus comienzos, ganada en parte por algunos usos que se le dio en la DeepWeb; es decir, se planteó que el Bitcoin fue diseñado y pensado para las actividades ilícitas dentro de la DarkNet, cosa más alejada de la realidad. Pero no perdamos el foco, y entremos en materia.
El caso es que para que algo sea ilegal, necesariamente en los países que funcionan bajo el Estado de derecho, debe ser expresamente prohibido por la ley. Siendo la ley todo acto normativo que pronuncie bien sea la Asamblea Nacional o El Congreso (depende de como se denomine en cada país). A esto se le denomina Principio de legalidad; que palabras más palabras menos significa que: el Estado solo puede actuar de acuerdo a las leyes, y por lo tanto, nadie puede ser privado de su libertad y propiedad sin un sustento en la ley, que además de legitima debe proteger los derechos de vida, libertad y propiedad, ya que de lo contrario puede ser considerada como nula.
Alguna persona un poco más conservadora podría argumentar: que la actividad de minería es ilegal ya que en ella se produce moneda y en algunos países existe la moneda de curso forzoso, y por lo tanto está prohibido por ley la emisión de otro signo monetario que no sea el de curso legal.
A tal argumento se le puede rebatir, ya que si prestamos atención al white paper de Satoshi Nakamoto, Bitcoin funciona como una especie de contrato de adhesión, o mejor dicho como una Organización Autónoma Descentralizada (DAO por sus siglas en ingles) en el cual las personas que voluntariamente prestan su poder de computo, y de forma probabilística son recompensados por el uso de su poder de computo, y quien en definitiva emite la moneda realmente es el software, no el minero, por lo tanto, el minero estaría ante un cumplimiento de su contrato con el software y no ante una producción de moneda.
Otro de los más fortalecidos mitos que rodean al Bitcoin, que incluso he podido observar en los medios más populares de criptomonedas, es el de la ausencia de regulación, y muchas veces es calificado como el salvaje oeste “wild west”.
Esa afirmación pareciera partir de que es necesario que el estado imponga un “orden” para poder implementar el uso de Bitcoin. Cuando la verdad es que el bitcoin está ya “regulado” en primer termino por las normas de funcionamiento que Satoshi estableció en su trabajo y en segundo lugar por las normas de derecho civil y la autonomía de la voluntad de las partes; es decir, a través del orden espontáneo producto de la libre colaboración de los individuos, se materializan conductas generalmente aceptadas que en definitiva van creando el marco jurídico propio del bitcoin. Y todo aquello que no esté expresamente acordado en contratos, se regirá por las normas del Código Civil.
Por último, el mito del anonimato del Bitcoin. Nada más alejado de la realidad, es la leyenda del anonimato y por lo tanto el su uso para actividades ilícitas o de lavado de activos; es decir, no es que con Bitcoin no se den estas actividades -como con cualquier otro instrumento- pero él no fue pensado para ese fin. En realidad, Bitcoin es tan transparente que con una dirección pública se puede saber cuanto dinero posee a donde ha sido enviado y si se logra individualizar a la persona dueña de esa clave pública, se puede perseguir de forma muy fácil el uso de los btc.
En definitiva, las criptomonedas han venido para poco a poco quedarse en la vida de las personas, la lucha contra las criptomonedas es una lucha ya perdida, ya que más allá de su legalidad o sus bondades, está su legitimidad, la cual se basa en la capacidad y derecho de todos en hacer con nuestras vidas lo que mejor consideremos sin afectar la esfera de derecho de otros, y no puede ningún Estado de forma legítima determinar el bienestar de ningún miembro de su sociedad, ya que ello equivaldría a la negación incluso de la humanidad misma. Bitcoin es legal y más que eso es legítimo, es la resistencia digital contra las perversiones de la estatización.