Opinión. Una semana después del sismo en México - Seven days after the earthquake in Mexico

in #blog7 years ago (edited)

No me considero fan de la poesía, sin embargo esta semana leí un texto que tocó fibras sensibles. Es una nota titulada "El puño en alto" del escritor y periodista mexicano Juan Villoro, la cual apareció publicada en un diario local y se viralizó en la red. El tema del que trata se refiere al sismo ocurrido en el estado de Puebla exactamente hace 7 días y que afectó a varias poblaciones del centro y sur de México, entre ellas a la Ciudad de México. El texto fue tomado como la poesía oficial del desastre. Aquí algunos fragmentos.

"Eres del lugar donde recoges
la basura.
Donde dos rayos caen
en el mismo sitio.
Porque viste el primero,
esperas el segundo.
Y aquí sigues.
Donde la tierra se abre
y la gente se junta."

Me parece que la poesía es interpretada de acuerdo a las experiencias y forma de pensar de la persona que lo está leyendo. Por los comentarios que ví, la mayoría interpreta el texto como algo que nos enorgullece como pueblo. Me alegra la reacción de la población, ayudando y tratando de ayudar. Desconfiando en el gobierno (nadie nos puede culpar) e intentando organizar toda la logística sin involucrarlos.

"Otra vez llegaste tarde: estás vivo por impuntual,
por no asistir a la cita
que a las 13:14 te había dado la muerte,
treinta y dos años después de la otra cita,
a la que tampoco llegaste a tiempo.
Eres la víctima omitida."

Como mencioné anteriormente, la poesía se interpreta personalmente. Y por el momento en el que estoy, una de las partes que más me gustó es la siguiente:

"El edificio se cimbró y no viste pasar la vida ante tus ojos,
como sucede en las películas.
Te dolió una parte del cuerpo que no sabías que existía:
la piel de la memoria, que no traía escenas de tu vida,
sino del animal que oye crujir a la materia."

Trabajo en el piso 2 de un edificio de 7 pisos. Debido a la circunstancia del sismo, la alarma no sonó. En el momento en el que ocurrió el sismo, salí inmediatamente a una velocidad proporcional a la fuerza de mi instinto de supervivencia. Mientras iba bajando por las escaleras de emergencia, literalmente se escuchaba el crujir del concreto de todo el edificio a la vez que una grieta se iba formando al momento de que la gente bajaba rápidamente. Fui uno de los primeros en llegar a la calle. Nunca había presenciado un sismo de esta intensidad. Considerando la fuerte estructura del edificio donde trabajo y que se haya formado una grieta en él, no me sorprendió que varios edificios hayan quedado inutilizables o colapsados ¿Por qué me pareció tan interesante el párrafo anterior y la nota en general? Porque pienso que momentos específicos como estos son los que te hacen aún más consciente de las cosas que tienen un VALOR REAL. Fuimos el animal que oye crujir a la materia y no, como nos habían dicho, personajes de películas de Hollywood que ven pasar la vida ante sus ojos.
Más adelante dice así:

"No sabes qué hacer,
pero haces algo.
No fundaste la ciudad
ni la defendiste de invasores.
Eres, si acaso, un pordiosero
de la historia.
El que recoge desperdicios
después de la tragedia.
El que acomoda ladrillos,
junta piedras,
encuentra un peine,
dos zapatos que no hacen juego,
una cartera con fotografías."

Me parece que, desafortunadamente, éste es el rol que muchos desempeñamos en la actualidad: pordioseros de la historia. No fundamos una ciudad ni defendimos alguna de enemigos. Leímos sobre hechos heroicos que revolucionaron el curso de la historia hace 50, 100, 200, 2000 años. Pero seguimos separando la historia de la actualidad, como si no hubiera relación directa entre estas dos palabras. Nos falta comprender que las acciones que hagamos hoy son las que aparecerán en los libros de historia en 50 años. ¿Qué dirán de nuestra generación? ¿Dirán que fuimos un pueblo que mostraba su solidaridad después de cada tragedia o dirá que revolucionamos algo verdaderamente significativo? Por favor no mal entiendan esto. No me refiero a que sea inútil la ayuda que los voluntarios les proporcionan a todos los involucrados. Pero debemos estar conscientes que esto no es algo nuevo y no es algo que no pase en otra parte del mundo. También en Asia y África hay temblores, y también allí la gente se ayuda.

Uno de los edificios que colapsaron a causa del sismo fue una escuela primaria en donde hubo niños y trabajadores que fallecieron. Muchos medios focalizaron este suceso. En una entrevista a maestros pidiendo su opinión sobre lo ocurrido, agradecían a la virgen de guadalupe porque las escuelas en donde ellos laboran no se vinieron abajo y le pedían a dios que nunca volviera a pasar. Nunca cuestionaron las razones por las que la escuela colapsó, nunca hablaron de mejorar los planes de evacuación ni de algún plan para evitar una desgracia como la que pasó. Los maestros que enseñan historia y geografía en las primarias piden a dios que los sismos no los alcancen. Me pregunto si será esto los que les enseñan a los niños. Seguramente sí. Así fui educado yo.

Si se les antoja leer el poema completo, pueden encontrarlo en http://www.reforma.com/aplicaciones/editoriales/editorial.aspx?id=120530.

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