Gente que se quedó en los 90...
Cuando suena Devil's Haircut soy ese señor que en los 90 se flipaba si en el bar (pongamos La Vía Láctea) pinchaban a los Paraíso. Ese señor 25 años después. El otro día la canción de Beck sonaba en un desfile de moda y se formó la brecha: se podía dividir al personal entre los que movían la cabeza rítmicamente (los viejos) y los que oye, cómo mola este tema, de quién será (los jóvenes).
Me cuentan que luego, en la fiesta posterior, sonaron los indescriptibles Twenty 4 seven y la cosa ya se puso seria: uno se arrancó a bailar ESO. Uno de los viejos. Casi al tiempo, en el Madrid más joven Lola Índigo contaba lo emocionante que había sido actuar en el escenario de Joy Eslava, el mismo lugar donde ella misma, menos de dos años antes, trabajaba por la noche. Menos de dos años.
Hay veces que no sabes si sorprenderte por lo lento que avanza el tiempo o por su extrema velocidad. En la nueva serie Miracle Workers, Steve Buscemi interpreta a Dios. Sí: a Dios. Con su media melena cana, es inconfundible... y yo creí que era Macaulay Culkin. 23 años los separan, pero en 2018 como te descuides los confundes.
Cuando Risto Mejide se hizo famoso como el juez borde de Operación Triunfo, Laura Escanes tenía 10 años; cuando Camilo José Cela publicó La Colmena, todavía quedaban seis para que naciese Marina Castaño. El otro día, cuando una imagen de la viuda del Nobel español apareció en televisión, me fue imposible explicarles a dos veinteañeros que en mi cabeza la Castaño siempre sería la carne joven y rubia que alegró los penúltimos días del genio. Para ellos Cela es del Pleistoceno y La chica de ayer... de muy ayer.
En Espectros de la Movida (me lo terminé el otro día, lo había dejado a medias) Victor Lenore aprovecha para criticar, para mal, la canción mítica de Nacha Pop. Pero al otro lado nadie le responde: los protagonistas de aquella "efervescencia cultural" (¿quién se inventaría esa descripción ridícula?) madrileña que no perecieron en las dos grandes extinciones de su raza, la heroína y el sida, están a otras cosas ahora. Como Beck. Al año que viene, el niño del grunge cumplirá los 50. Lo último que sabemos de él es que se divorcia de su mujer, Marissa Ribisi. La noticia ha servido además para recordarnos que el músico, fundamental para escribir cualquier relato sobre los 90, pertenece a la iglesia de la Cienciología. Hasta en eso se quedó el tipo en su década de oro. Él y un poco yo.
Veo a Lady Gaga en los Oscar convertida en una Gran Señora de la Canción y me entran ganas de voltear todos los espejos de casa para no encontrarme las arrugas. Todavía nos da tiempo de ver al vástago Mejido-Escanes hacerse famoso. Y a José María Cano convertido en el Cela de su penúltima época, la de las groserías de viejo amargado. Oh, wait..