Tus Caminos, tus senderos
“La senda de los justos es como la luz del alba, que aumenta su brillo hasta medio día. El camino de los malvados es todo oscuridad; no saben qué los hará tropezar” ₁
Desde su niñez el caminante escucho frases como esta y se preguntó continuamente: ¿por qué debo observar, asuntos como estos, porque me llaman la atención?
¡Saludos querido lector o lectora!
¿Le sucedió o le suceden estos interrogantes?
Para despejar en parte esta interesante cita inicial, el caminante de joven tuvo la suerte de ser amigo del abuelo de la playa, -su mentor- quien siempre lo oriento y enseño ¡Ven, acompáñame, si el tema es tu interés!
Sucedió una fría tarde de lluvias en el malecón que une la vista norte con el paseo oriental de la isla caribeña; había varios kioscos donde los marineros y turistas podían beber cerveza o cócteles fríos. En el mismo ambiente se encontraba uno de los muelles de atraque de los pescadores isleños, allí se conversaba y se compartía entre conocidos; el joven aprendiz escuchaba cuentos extraños y de ficción, relacionados con las aventuras insólitas en altamar; se ofreció a ir a uno de esos kioscos y acercar bebidas frías. Al llegar, observo una escena curiosa de una mujer con una copa en la mano, pidiéndole al cantante que le repitiera una y otra vez, la misma tonada.
Las letras eran algo así: ₂
¡Aquí parada en la puerta de esta cantina, se revela la cruz de mi vida; perdida en el vicio, pues dolido está mi corazón, viviendo de una limosna, durmiendo en cualquier rincón, perdida por un ingrato que mal me pago!
¡Soy borracha, sin cantina y sin amor,
Déjame amigo cantinero, no me corras por favor,
Déjame no tengas mal corazón, tu cantina será mi prisión!
¡Ay, ay, ay, cuánto dolor y qué pena!₂
El muchacho quedo impactado al observar aquel espectáculo de derrota personal. Luego de entregar las bebidas, el abuelo le llamo aparte, le invito a caminar y conversar un rato, -como era costumbre- le pregunto que lo tenía pensativo.
El joven le comentó, sobre la borracha del kiosco. -muchacho, dijo el abuelo- toda persona debe aprender Los caminos de la vida, estos los enseñan los sabios y los padres en el hogar; cuando esa responsabilidad en el hogar y en la escuela, no se cumple a cabalidad, se aprende en la calle, a golpes y tropezones, como es el caso de la borracha del kiosco. Luego que se aprenden los caminos y enseñanzas fundamentales, cada Ser deberá crear su propio sendero con su vida y acciones, para tener que enseñar a las nuevas generaciones; pueden ser senderos de luz o senderos de oscuridad, como lo viste en el bar.
¿Cómo es un sendero de luz? -pregunto el joven- te pondré un sencillo ejemplo. Hubo un escalador que brego durante décadas para subir la montaña más alta, cada verano allí lo veían subir y a los días bajar todo aporreado. Pero en cierta ocasión se demoró más en el regreso, y sucedió que conquisto la bendita montaña. Al llegar a la cima escucho una voz en su interior que le dijo: - Crea un sendero y pon estacas que le den orientación a los nuevos exploradores, y a la vez escribe un manual con aspectos básicos: 1) cómo alimentarse adecuadamente, 2) cuantas horas, se puede avanzar por jornada; 3) además de los utensilios personales a portar siempre en la mochila de escalador, 4) cuando seguir y cuando detenerse.
Que puedes aprender querido amigo -resumió el mentor-:
Un camino son principios y fundamentos establecidos, que alguien creó con verdad, bondad y responsabilidad; y un sendero es el tramo individual que alguien recorrió con resultados, luego lo comparte, y otros pueden emular esos conocimientos, llegando a ser luz para su prójimo. Un camino de oscuridad, es el ejemplo de la borracha que viste en el kiosco; el sendero de ella es la perdición...
Notas:
Proverbios 4:18,19
Letras: Federico Méndez
*Agradecimientos: Imágenes Pinterest y Pixabay
*Nota: Esta publicación pertenece al mismo autor del blog:
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