El éxito elude tanto al que no trabaja por su sueño, como al que sólo trabaja arduamente; trabaja inteligentemente.

Muchas veces creemos tener control absoluto de nuestro destino, pero por ejemplo, al escoger carrera universitaria la minoria conoce sus verdaderos intereses, una parte sigue “la tradición familiar”, y la confundida mayoría escoge la primera oportunidad que se les presenta; esto sucede porque sólo sabemos cumplir excelentemente tareas ya impuestas.

En mi artículo: ¿necesitas cambiar tu vida? menciono muy brevemente la importancia que tiene el rol y ejemplo de los padres en esto, tanto en los que siguen tradición como en los que saben lo que quieren: poder de decisión, habilidad de la que carecen muchas personas.

Esta carencia propiciada por nuestro caduco sistema educativo basado más en imposición que en decisión, demuestra cuán poco control de nuestras vidas se nos permite, y en el momento en que podemos tomar el control, nos damos cuenta de que somos incapaces de tomar decisiones, de planear, hacer, y escoger.

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Es así como nuestro cerebro, al no tener tareas impuestas en orden, con un horario definido y fechas de entrega inmediatas, desarrolla uno de los grandes males de las sociedades desarrolladas: la dichosa procrastinación, tan conocida como potencialmente tóxica.

Procrastinar: posponer lo urgente y huir de lo importante.

La procrastinación es el acto de posponer decisiones ^fuente, de dejar para luego cualquier tarea no importante, con el detalle que un procrastinador no reconoce la diferencia entre “urgente” e “importante”, para él sus tareas siempre son importantes, ¿pero en realidad lo son?.

El cerebro de un procrastinador trabaja en base al pánico de las tareas por cumplir, aquellas cuyo no cumplimiento amenezan su confort, con el ejemplo del sistema educativo temprano y las tareas vemos la causa: esta persona no decidió hacerlas, estas le fueron impuestas y debe cumplirlas o podría ser amonestado, son urgentes.

Pero el confort buscado es el de continuar un estilo de vida, no el de mejorarlo como debería ser nuestro objetivo, el problema reside en que solo tú conoces lo que es importante para mejorar tu vida, lo cual convierte a las tareas realmente importantes en decisiones voluntarias, y por lo tanto no urgentes a diferencia de las anteriores.

Sin la práctica de decidir, el procrastinador cae en un círculo interminable de tareas urgentes por cumplir que por supuesto pospone hasta más no poder, consumiendo casi totalmente su tiempo y las importantes, aunque sea capaz de discernir cuales son, huye de ellas dada su programación.

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Las consecuencias

El sistema educativo no nos hace a todos procrastinadores, todas las afirmaciones que te presento no son leyes escritas en piedra, más bien son comportamientos generalmente dañinos que plagan nuestra sociedad desde muy temprana edad, creando individuos insatisfechos y con deficiencias debilitantes que les acarrean gran sufrimiento.

Ahora, ¿porqué alguien no haría lo que es importante para su vida?, ¿porqué no simplemente salir y cambiar?, ¿porqué no ven el daño que se hacen?, la respuesta es porque su programación no les permite ver que están tomando decisiones negativas para su bienestar, desde su perspectiva de indecisión, simplemente están haciendo lo que deben.

Procrastinadores existen tanto improductivos que posponen todas las tareas haciendo lo mínimo en el último momento, como pseudo-productivos, que ejecutan infinidad de tareas sean estas urgentes o no, ambos son procrastinadores por igual dado que huyen de la decisión de hacer lo importante, por igual ambos sufren.

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Este artículo no pretende simplemente hablar de un problema, no es un informe patológico, se trata de un llamado de atención a muchas personas que indudablemente sufren de esto, reconocer el problema es el primer paso hacia el cambio de paradigma, sea que te identifiques a ti mismo u otra persona.

Además, si existe un mal sin solución este no es uno de ellos, en mi próximo artículo daré los tips y técnicas más importantes y efectivos para salir de la procrastinación, para lograr los éxitos que probablemente quieras sentirte merecedor.

Reconozcamos el poder de nuestra mente y utilicemos al máximo su potencial, te garantizo que los dividendos valdrán la pena.