Estudié Mozart, pero terminé haciendo Hip-Hop I
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Ok, ok... ciertamente el título es un poco clickbaiter, así que para ahorrarme malos entendidos con personas que quieran comentar veneno sin leer la publicación completa, voy a usar estas primeras líneas para aclarar algo: En mi opinión, todos los generos musicales tienen algo interesante, poseen mi respeto y a ninguno desprestigio, muchísimo menos desprestigio a aquellos que se dedican a hacer equis o ye género en vez de música clásica o hard bebop. Habiendo aclarado esto, prosigo con mi reflexión.
Antes de mi lesión muscular, me dedicaba al 100% a la música académica. Tocar ese tipo de música requiere de una habilidad descomunal, cuando te dedicas a ser un solista sinfónico o estar en una importante orquesta, eres comparable a un atleta de alto rendimiento. Tienes que estar entrenando todos los santos días de tu vida, debes tener rutinas de entrenamiento estrictas y perfectamente planificadas al rededor de la semana para poder mantener tus habilidades. Una vez leí a un gran flautista (Enmanuel Pahud) decir:
Si dejas de estudiar un día, tu lo notas. Si dejas de estudiar dos días, tu esposa lo nota. Si dejas de estudiar tres días, tus familiares lo notarán. Si dejas el instrumento por una semana, el mundo entero se habrá dado cuenta.Palabras más palabras menos, el punto es que dedicarse a ello es una de las tareas más complejas habidas y por haber y, en este país, una de las peores pagadas. A pesar de ello, yo seguía con mi empeño de entrar a una orquesta profesional, prepararme para audicionar en algún conservatorio europeo y dedicar mi vida a Mozart y Bach. Sin embargo, la vida me dio un duro golpe, y me obligó a reinventarme como músico y como ser humano.
Cuando me lesioné, ya no importaba la técnica, la interpretación ni el vibrato, solo importaba que la flauta sonara. Estando en tal estado físico, competir a nivel internacional era una utopía, un imposible fuera de lugar en un momento de mi vida donde lo que necesitaba era motivación, metas que ameritaran de pasos microscópicos que me ayudaran a ver los avances de la rehabilitación.
En el camino, tuve que aprender a ganarme la vida de una manera distinta que no fuese la música. Steem me ayudó, me ayudaron páginas web de tipo crowdsourcing y así fue como otros talentos como la literatura e incluso el desarrollo web empezaron a aflorar en mí. El sueño de tocar en alguna orquesta europea era cosa del pasado, ese Miguel que deseaba aquello se encontraba en lo más profundo de mi ser, escondido, apagado ante el peso de la realidad, siempre vivo, pero derrotado.
Vivir en un país con una crisis humanitaria te obliga a replantearte qué es lo verdaderamente importante en la vida. Cuando el pan es un lujo y comprar un helado un sueño frustrado, el tocar o no tocar un instrumento se convierte en algo completamente insignificante. Cuando llegas a casa, y ves a tu hijo y tu mujer sentados a la mesa esperándote para comer, comprendes que lo verdaderamente importante es el amor y los estómagos llenos. Dejaron de importarme los medios, siempre y cuando el fin fuese legal, mi meta era lograr llevar la comida a esa mesa y brindar la calidad de vida necesaria para proveer todo el amor y alimento necesario a nuestro hijo para que crezca sano y fuerte.
Sin embargo, una segunda crisis económica tocó mi puerta ( o mejor dicho... la derrumbó con un ariete), la crisis de las criptomonedas. Las condiciones del mercado cada vez eran menos favorables, así que tuve que reinventarme... otra vez. Y de eso es que les voy a hablar en la próxima publicación.
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