SOY LO QUE SOY…
Habito en un pequeño país lleno de contrastes. Ligados al mar, el desierto más árido del mundo, campos fértiles, con una producción de vinos de excelencia y para todos los paladares, y hielos eternos en nuestra amada Patagonia.
Esto es importante, pues se dice que el territorio es el que forja el carácter de quienes le habitan. Reconozco que siempre he considerado eso como una tremenda estupidez, reflexiono que somos lo que somos, porque así somos, ¿quedo claro? Tiene que ver el ambiente familiar, el tipo de familia, la clase social en la cual crecemos, entre otras tantas estupideces que a los eruditos se les ocurren, y que a veces le apuntan, pero generalmente no, por lo que incluyen la frase “si se cumplen uno o más de ciertos indicadores, la personalidad será A o Z”.
¿Qué indicadores? Supongo que esos indicadores redactados, descritos, y sancionados por los mismos eruditos de escritorio que luego sistematizan la información o la observación y analizan contenidos. Pues no convencen, ya que hablamos de personas, seres humanos con pensamientos, sentimientos, sensaciones, etc. diferentes unos de otros, dispares, libres, imposibles de encajonar y resumir. ¿Cómo defino científicamente la pena?, ¿Dónde clasifico la alegría del nacimiento de un hijo, o la alegría de poder recibir alimentos o simplemente estar vivos en territorios en guerra?
Y claro, volviendo al tema, soy de contrastes. Amo el mar, y miles de veces agua salada que brota de mis ojos han bañado mi alma y calmado la pena, igual que cuando estoy cerca del mar. También amo el vino de mi país, en la cena, siempre me acompaña un vaso de buen mosto, de esos que nacen en el valle de Colchagua y tienen fama internacional, y cuando viajo a algún país en el que no tenga certeza de que produzcan buen vino, en mi valija al menos me acompañaran dos botellas, por si acaso, excepto al viajar a España, que de ese lugar del mundo, generalmente me acompañan varias botellas de regreso a casa, para mi alegría y la de mis comensales.
Un emocionado punto aparte merece mi amada Patagonia, una región basta, enorme, con la menor densidad poblacional y los bosque más milenarios. Donde los bosques de tepú son amigos con el bosque de coigüe, y conversan con las aves silvestres, entre chucaos y bandurrias y tantos otras especies, ofreciendo sus ramas para nidos, aunque las aves de mi región prefieren el suelo escondido entre los arbustos, que les protegen del viento, y de los depredadores que bajan cada cierto tiempo hambrientos a las cercanías de los hombres, despanzurrado alguna oveja o echando abajo algún gallinero.
La Patagonia Chilena está desmenuzada en miles de pequeñas islas, fiordos y canales, que acompañan los señoriales ventisqueros que caen al mar, o se pierden entre cerros, bajando de pronto a la velocidad de un rodado de nieve, arrasando con caminos, campos, bosques y más de algún despistado habitante silvestre de la localidad, en sectores donde lo extremo siempre está presente.
Por lo tanto, soy lo que soy, porque así soy. Hija del viento de la Patagonia, de la nieve del sur, el mar que baña Chile, y los mostos de mi tierra. Les invito a conocer este lugar mágico y de contraste, sean todos y todas bienvenidos.
Ilustración creada por @victorcaro
Linda mi mami!!!