Un sueño frío y tenebroso

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El ambiente estaba frío, mi hermano menor de 12 años y yo atendíamos una tienda de CD, en la tienda habían varios clientes, el frío se hacía cada vez más intenso, la vista se nublaba, de pronto solo estábamos él y yo en ese lugar como si todos fuesen desaparecido, comenzó a caer una oscuridad extraña que en pocos minutos ya había arropado casi todo el lugar mientras en el cielo las nubes grises formaban un remolino enorme y extremadamente turbio, la brisa soplaba tan fuerte que hacia un sonido lúgubre y de pronto comenzó a nevar, era extraño, en mi país nunca nieva.

Los abrigos parecían no ser suficientes para combatir el clima, mis ojos parpadearon y en ese justo momento apareció frente a mí un ataúd blanco, vi dentro y allí estaba mi hermano, al ver a mi hermano allí metido la desesperanza era enorme, la nieve seguía cayendo y el techo de la tienda ya no estaba de modo que estaba todo el lugar lleno de nieve mientras que mi hermano parecía dormir pero era sumamente extraño, sus ojos estaban abiertos y no tenían su color natural sino que eran grises, todo se tornó aún más extraño porque parecía haber otra dimensión donde en el ataúd quien estaba era yo y la desesperanza era de mi hermano al verme allí, al igual que el mis ojos estaban abiertos y eran grises.

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No sabía qué hacer, estaba confundido, no podía entender que estaba sucediendo, en medio del desasosiego el ataúd comenzó a enterrarse atraído por raíces que salían de la tierra, mis ojos se inundaban al ver lo que ocurría en ese lugar, mi hermano estaba igual que yo al ver que el ataúd donde yo estaba también se hundía, todo era incomprensible puesto que veía como mi hermano se hundía en el ataúd pero al mismo tiempo mi hermano me veía a mi hundirme en el mismo ataúd, un suceso inexplicable, en ese instante vi muchos árboles a nuestro alrededor y estos árboles comenzaron a marchitarse, el color de sus hojas se desvanecía y seguido de ello se desprendían de sus tallos cayendo al suelo y siendo tapadas en muy poco tiempo por la nieve, justo cuando el ataúd casi estaba del todo enterrado mis parpados se separaron y mi vista ya estaba en la realidad de mi habitación, en la mañana de un día totalmente normal.