El visitante

in #cervantes5 years ago
Otra historia para rescatar cordura (o escapar de ella con la presión del trabajo) y tener a la literatura como remedio a muchos dolores.

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La habitación, de Vincent Van Gogh (1889)

Después de muchos años en el extranjero regresó. Por la noche aceptó descansar en la habitación que compartimos de chicos. Para mí era un extraño en las penumbras, apenas reconocible por el ronco respirar al que un golpe en el tabique lo condenó desde la infancia. Estaba ahí, igual a cuando éramos niños imaginando el ancho mundo, ahora ajeno a mi conciencia que no lo ha visto madurar. Las primeras palabras, por supuesto, escasas, ecos irreconocibles contra las paredes, que nunca recibieron, mezcladas con la lengua materna, las vibraciones nasales de un idioma extranjero. Pero al rato, sus relatos me hicieron olvidar su ausencia durante estos años. Prodigio: cada historia contada se representaba con claridad en mis pensamientos. Comencé a interesarme por historias de costas vírgenes y arenas negras; por las inquietantes repeticiones de los picos del norte cuando la resonancia del eco se perdía en sus grutas. En mi cama, sentía el calor de algún desierto, la sal pegada a mi boca, el viento insular desmoronando mi ser… Entonces, fui yo otro paisaje, uno contado por el visitante en la medianoche de algún puerto olvidado.

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