Reseña fílmica: La muerte de Maria Malibran, de W. Schroeter || Conversación entre Foucault y el director alemán, pt. 1
I
Durante el estreno de la película La muerte de Maria Malibran en 1973, el filósofo Michel Foucault quedó embelesado por la cinta, de tal manera que compuso un bellísimo texto que fascinó a Werner Schroeter; desde entonces, cada vez que le preguntan al director qué piensa de los diversos análisis de sus películas, Schroeter rinde homenaje al texto de Foucault, al que considera un impecable análisis de su propia obra.
Por eso, cuando le propuse a Schroeter escribir un libro sobre su trabajo, éste aceptó entusiasmado, pero insistió para que yo organizase un pequeño encuentro informal entre él y Foucault, que por supuesto, realicé con gusto.
Finalmente nos encontramos (Schroeter, Foucault y yo) en casa del filósofo, a principios de diciembre de 1981; la conversación fluyó de manera amistosa: Michel Foucault tendido en la alfombra, mientras Werner Schroeter se encontraba sentado en el sofá, animando la habitación con su alígera espontaneidad. Entre ellos había una grabadora.
Yo, luego de presentarlos, elegí ser lo más discreto posible con el fin de no interferir durante la entrevista. Hablaron por mucho tiempo. Michel Foucault me había pedido que reescribiese la conversación, retocándola a mi conveniencia para volverla más accesible al lector. Pero al terminar la transcripción de la grabación, me di cuenta de que era imposible reescribir a Foucault.
Con el fin de no caer en un estilo especulativo, que no sería más que un cuasi Foucault, opté por preservar la autotenticidad de su conversación, con sus errores, vacilaciones, e incluso sus repeticiones, para no alterar el sentido de la discusión.
La muerte de Maria Malibran
Reseña y análisis de la película
Cuando le preguntaron a Rossini cuáles eran los mejores cantantes que había conocido, respondió:
Muchos cantantes de mi tiempo fueron grandes artistas, sin embargo, solo hubieron tres genios: Lablache, Rubini, y esa niña tan mimada por naturaleza, Maria Malibran.
La gran diva europea, Maria Malibran, fue una de las sopranos más grandes del siglo XIX. Aunado a su talento vocal, estaba su espontaneidad escénica, y su perfecta técnica de bel canto, que le permitieron interpolar las ornamentaciones más audaces y difíciles.
Por otro lado, su talento dramático deslumbraba críticos y audiencias enteras. Cada escena dramatizada por ella era absolutamente auténtica, ya fuera en comedia o drama. Era imposible imitarla, ya sea por el genio de su canto o por la vivacidad y flexibilidad de su actuación.
Durante una cacería, cayó de su caballo, lo que le causó innumerables lesiones internas y, a pesar de su grave estado de salud, Malibran se negó a recibir atención médica, de acuerdo con muchos, por temor a que le amputaran una pierna. Se cree que la cantante presintió su muerte, por ello su pasión por la música (cuentan que pasó horas sentada al piano, tocando y cantando fervientemente), y su forma de actuar en el escenario se volvieron extremadamente intensas.
Negando descanso alguno, continuó cumpliendo sus deberes. Finalmente, durante el ensayo de una ópera, la cantante se desvaneció luego de un dúo que requería de un esfuerzo mayor de lo que su cuerpo pudo soportar. Ella murió unos días después. Tenía 28 años de edad.
II
Gérard Courant:
Michel Foucault, ¿qué cosas le marcaron cuando vio La muerte de Maria Malibran por primera vez?
Michel Foucault:
Las cosas que más me marcaron cuando vi tanto La muerte de Maria Malibran como Willow Springs, es que no son películas basadas en el amor, sino en la pasión. [...]
Es un estado, es algo que cae sobre nosotros, que nos sobresalta y nos atraviesa: es una condición que no reconoce una pausa, y no tiene origen. De hecho, no sabemos su origen. Así llegó la pasión. Es un estado móvil que no sigue un punto específico. Hay momentos fuertes y débiles, y otros que colapsan en incandescencia. Flota y se tambalea. Es una especie de instante inestable que se mantiene quieto por razones oscuras, tal vez por inercia. La pasión busca mantenerse y desaparecer, a diferencia del amor. [...]
Werner Schroeter:
El amor es menos activo que la pasión.
Michel Foucault:
El estado de pasión es una mezcla entre todas las partes involucradas.
Werner Schroeter:
El amor es un estado de gracia y moderación. Ésa es una discusión que tuve recientemente con Ingrid Cave, ella me dijo que el amor es una emoción egoísta porque solo le concierne a quien lo siente.
Michel Foucault:
Es posible amar sin que la otra parte te corresponda. Es una cuestión de soledad. Ésa es la razón por la cual, de alguna forma u otra, el amor siempre está lleno de solicitudes de una parte a la otra: es esa su debilidad inherente. Generalmente siempre se le pide algo al otro, mientras que en el estado pasional, entre dos o tres personas, hay una continua comunicación intensa.
Werner Schroeter:
Lo que significa que la pasión contiene dentro de ella una gran fuerza comunicativa, mientras que el amor es un estado aislado. Me resulta muy deprimente saber que el amor es una creación interior y una invención.
Michel Foucault:
El amor puede convertirse en pasión, es decir, este tipo de estado del que estábamos hablando.
Werner Schroeter:
Entonces este sufrimiento…
Michel Foucault:
Este estado de sufrimiento mutuo y recíproco es verdaderamente la comunicación. Me parece que esto es lo que sucede entre estas mujeres [Foucault se refiere a los personajes, las actrices de Willow Springs y La Muerte de Maria Malibran]. Estas caras y estos cuerpos no están cruzados por el deseo, sino más bien por la pasión.
Uno podría esperar, luego de leer el título y conocer la increíble historia detrás del ascenso y caída de la diva europea, Maria Malibran, una película biográfica tradicional, pero para esto debería suponerse que uno no conoce el trabajo anterior de Schroeter, ya que la película apenas está relacionada con la realidad detrás de los eventos de la muerte de la cantante...de hecho, conectada con cualquier otra realidad.
Tableau: un arreglo de personas que no se mueven ni hablan, especialmente en un escenario, que representan una visión de la vida, o un evento. Diccionario Cambridge
La película sigue el formato de Tableaux, y en cada uno se pueden ver a varias mujeres exageradamente maquilladas, mientras que, en el fondo hay música operística y clásica, canciones populares estadounidenses de la época, o inclusive narraciones de extractos del Hamlet de Shakespeare. Cada tableau tiene un motif diferente, y posee elementos estéticos que pueden estar entre un romanticismo decadente prerrafaelista, así como vestimenta típica de cualquier edición de una revista Vogue de los años 40.
Aunque vagamente relacionada con la historia de la gran soprano, como es de esperarse, en casi todos los tableaux hay magnífica música. Al igual que la estructura antinarrativa, la experiencia de audio no está sincronizada con los extraños motivos visuales: la banda sonora es caótica e intrigante, potente y repetitiva. No se puede tomar nada literalmente, ni siquiera la música que fluye a través de la película.
Es realmente desafiante por sus elementos antinarrativos y oníricos. Aun así, algunas de las escenas que podemos contemplar en la pantalla son los siguientes:
Un primer plano de dos mujeres en pie y muy quietas, mientras que se puede escuchar en el fondo un aria de ópera alemana. Se ve una ciudad, en otro tableau, al otro lado de un río, mientras anochece. En otro tableau, aparece otra mujer cantando, pintada de blackface , algunos blues en inglés. En uno más, cuatro mujeres están como estáticas, mientras que una quinta mujer se arrastra desnuda por el piso frente a ellas, a la vez que, en la banda sonora, una voz masculina declama algunas líneas de Shakespeare sobre la guerra y batallas. Dos mujeres se miran y se besan, mientras escuchamos La consagración de la primavera, de Igor Stravinsky.
En mi opinión, es muy difícil tratar de encontrar los detalles de la historia de Malibran en este caos. Más bien, uno tiene que contemplar (y no analizar) los simbolismos múltiples. Hay que recordar que la muerte real de Maria Malibran fue provocada porque ella se negó a buscar ayuda después de su trágico accidente, así como un compromiso inexplicable y apasionado con la actuación artística, antes que con ella misma: la película puede ser bastante apropiada, por ende, si se le considera como un poema dadaísta postmoderno y fílmico de este acontecimiento histórico: una niña muerta a los veintiocho años "por haber cantado demasiado": muerte por pasión y dedicación artística.
En la segunda parte de esta serie, continuaré con mi traducción de la Conversación entre Foucault y Schroeter, así como otro pequeño análisis, similar al anterior, de Willow Springs. ¡Sígueme para leerlo! ¡No olvides votar esta publicación si la disfrutaste!
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