Parecía ser un día normal. Como tenía por costumbre me levante a las cuatro y treinta de la madrugada. Era un día lunes. Por lo general, los lunes me levantaba con buen ánimo para empezar la semana. Inmediatamente después de salir del cuarto tome mi paño y entre al baño para darme una ducha. Me lave el cabello, enjabone todo mi cuerpo... Hice lo que generalmente se hace al ducharse. Me afeite la barba y salí del baño. Hacia todo esto mientras sentía el típico olor a comida bien aliñada preparada por mi madre. Busque mi uniforme del trabajo para vestirme y asi lo hice. Todo iba bien. En una situación social y económica estable podría levantarme un poco más tarde. Pero tristemente mi país estaba envuelto en una situación totalmente diferente.

Debido a la falta de transporte debía salir temprano de mi casa y así poder llegar a tiempo al trabajo. Ya a los pocos minutos estaba listo para salir. Mi madre había terminado de preparar mi almuerzo, lo sirvió en tazas y lo guardo en mi bolso. Abrí la puerta de mi casa y me despedí de mi madre tal y como lo hacía siempre. Para poder tomar un taxi tenía que caminar una distancia larga de aproximadamente 15 minutos. Era ya costumbre para mí hacerlo todos los días, desde que estaba en el colegio lo hacía. A pesar de que la situación era diferente en aquellos años siempre el sistema de transporte por donde yo vivía era deficiente aunado a eso no trabajaba a tempranas horas de la mañana.

Emprendí mi camino. Eran las 5:10 de la mañana. Aun reinaba la oscuridad. Había poco frio, el cielo estaba despejado. Sería un buen día. Mientras caminaba aceleradamente tenía la costumbre de pensar en lo que haría cuando llegara al trabajo. La parada donde tenía que esperar un taxi se encontraba después de un túnel. Faltando una cuadra o un poco más para llegar, pude percibir a lo lejos como la luz del taxi brillaba al otro lado del túnel. Acelere mi paso lo más que pude para poder alcanzarlo... Pero no fue suficiente.

Al ver que el taxi arrancaba, abaje mi ritmo nuevamente. Las luces de la calle era tenue y en varios tramos hasta escasas, sin embargo, el túnel estaba completamente oscuro. Aun manteniendo la mirada fija hacia el final del túnel, pude ver como salía una persona de allí. Al irme acercando pude ver que era joven, blanco, estaba bien arreglado. Caminaba lento entretenido con un teléfono. Él al verme dijo con voz amigable –Te ha dejado el taxi-. Yo aún caminando le respondí -Si me ha dejado. No pasa nada, esperare a que pase otro-. Después de esto no obtuve respuesta y él prosiguió su camino. Atravesé el túnel como todos los días. Pase la calle y ya estaba en la parada.

El lugar estaba oscuro. Apenas llegaba un poco de luz proveniente de un poste que estaba cerca. El sitio estaba completamente solo debido a que el taxi se había llevado a las personas que estaban allí antes. Pasaron como dos minutos cuando llego una señora con su bebe aun de brazos. Luego llegaron un grupo de aproximadamente cinco personas y luego dos señores más. Pasaban los minutos, cuando de pronto de entre la oscuridad del túnel salió un joven con arma en mano. Caminó rápidamente mientras nos apuntaba con su arma. Con total tranquilidad y sin nervios dijo -Todos quédense quietos, nadie se atreva a correr. No escondan nada-. Las personas que estaban allí de pie se sentaron en la acera como muestra de que no intentarían hacer algo. Yo me quede de pie, esperando ver qué pasaba. -Quiero teléfonos, no quiero dinero- repetía aquel ladrón. Las personas ignorando aquellas palabras sacaban todo lo que tenían apresuradamente temiendo una mala reacción por parte de aquel hombre.

El Ladrón revisaba a la primera persona. Era un señor alto, delgado, de piel morena. Por los nervios estaba agachado junto a la pared. -Dame el teléfono, dame el teléfono- Le decía el ladrón al señor mientras le daba por un lado de la cabeza con su arma. -No tengo nada, no tengo nada- Le decía el hombre con nervios. -Levántate, ¿Acaso escondes algo?- le pregunto el ladrón un poco furioso. -No tengo nada de verdad- le repitió aquel señor. Aun no creyéndole el ladrón le da la orden de levantarse para revisarlo. Después de esto sin poderle conseguir algo lo lanzo al piso mientras le golpeaba una vez más con su arma. En ese preciso momento otras dos personas salían del túnel. Al verlos, el ladrón camino inmediatamente hacia ellos mientras les apuntaba. -No intenten nada. Caminen a donde están ellos- Les decía a la vez que los seguía apuntando. Los llevo hasta la parada y allí ellos se sentaron. Reviso al primer hombre pero este no cargaba nada.

Luego fue a revisar al segundo. -Dame el teléfono- Le dijo. -No cargo nada. Yo venía a lo mismo que tu- respondió este sorpresivamente. El ladrón alarmándose le pregunto -¿A qué venias?-. -A robar- le respondió el hombre sin temerle. El ladrón da un paso hacia atrás e inmediatamente apunta directamente al hombre y le ordena – Levántate y súbete la camisa-. El hombre sin pensarlo se levanta cuidadosamente, luego sube su camisa. En su cintura llevaba un arma. -Dámela- le dijo el ladrón. El hombre saco su arma de la cintura y se la dio. A su vez... El ladrón toma el arma y la guarda entre el cinturón de su pantalón. Le da la vuelta al hombre que llevaba un bolso en su espalda, pero este estaba completamente vacío. Quizás allí seria donde el guardaría las cosas pretendía robarse. Claro... Si no se le fueran adelantado. Al terminar de revisarlo le dio la orden de sentarse.

Mientras eso sucedía... Yo sacaba el dinero de mis bolsillos, solo era eso lo que tenía. El bolso de la comida lo puse a un lado de mí en el piso. En mi mente no habían pensamientos, no habían sentimientos, solo había serenidad mientras observaba lo que pasaba. El Ladrón se tomaba el tiempo necesario para seguir revisando, mientras buscaba desmesuradamente los teléfonos de las personas. No importaba si era hombre o mujer el revisaba hasta en partes impensables. A varias de ellas le daba con el cuerpo del arma en la cabeza para intimidarlos.

No tardó mucho en llegar hasta mí. Una vez en frente me miro, me apunto con su arma y dijo -Quiero el Teléfono-. No había mucho que pensar. Tranquilamente le respondí -No tengo teléfono. Puedes revisarme- al mismo tiempo que mantenía mis manos arriba. El mantuvo su mirada fija en mí, levanto la mano donde tenía el arma y me dio con la parte trasera de ella mientras me replico -¿Cómo que no tienes teléfono?-. Inmediatamente después del golpe sentí como la sangre caliente corría por mi cuero cabelludo y escuchaba el sonido de las gotas cayendo sobre mi camisa, era una cantidad considerable. Me mantuve calmado. –Date la vuelta- Por órdenes de él me di la vuelta para que me pudiera revisar, como no pudo encontrar nada tomo mi bolso de comida para continuar revisando a las otras personas que iban llegando las cuales no se habían percatado de lo que sucedía.

En ese momento un joven llagaba con su madre y su novia. Pero la madre de este al darse cuenta rápidamente de lo que estaba sucediendo salió corriendo gritando -! Están robando, están robando ¡-. El ladrón con reacción rápida agarro de la mano a la novia del joven para revisarla. Tras una revisión rápida le dio con el arma por la espalda mientras le decía -Corre, vete de aquí-. Inmediatamente intento agarrar al joven pero este lo empujo, no quedándole más opción al ladrón que golpearlo en la cabeza también. Ya viendo que la situación salía de control el ladrón nos dijo a todos -Váyanse, corran para allá-. Todos sin dudarlo salimos corriendo. Después de disparar una o dos veces al aire el ladrón se perdió en la oscuridad.

Las mujeres lloraban. Lo que parecía ser un día normal, término siendo totalmente diferente. Yo no hacía más que mirar mi uniforme manchado de sangre. Pero daba gracias a Dios de que no había sucedido algo mucho peor. Los que estábamos heridos fuimos al hospital más cercano para ser atendidos. Pero la ausencia de doctores se hacía notar. Estos que no estaban de acuerdos con los salarios míseros que tenían, la escasez de medicinas y equipos médicos, estaban de paro como señal de protesta. Siendo así... No pudimos ser atendidos.

A los minutos por una llamada que hicieron al teléfono de la mama del joven, nos enteramos que el ladrón pertenecía a la policía. Las personas de la comunidad lo habían visto entrar a la estación policial después de perpetrar el robo, así que sin pensarlo salieron de sus casas y no dejaron salir a los policías que allí se encontraban y mucho menos al ladrón. Pasaron horas… Hasta que al sitio llegaron otros cuerpos policiales los cuales entraron a la estación. Para su sorpresa encontraron todas las cosas que habían sido robadas dentro del baño de los policías. Inmediatamente aprendieron a los oficiales de guardia igualmente al que había cometido el delito.

Yo… Pude recuperar mi bolso de comida. Pude curar mi herida en casa con ayuda de mi madre y ese día quedo solamente para el recuerdo.

Es lamentable que día a día estas situaciones se repitan una y otra vez, en algunas ocasiones cobrando víctimas fatales, no siendo esto más que el resultado de un sistema económico y social destruido que afecta hasta en lo más mínimo la seguridad, la alimentación, la salud, la educación… Es decir la calidad de vida del ser humano. Pero no hay dolor más fuerte que ver como los que tienen el poder para mejorar la situación, no se preocupan en hacerlo, simplemente se excusan en los demás y las ignoran. No quedándole otra cosa al venezolano de a pie, más que sobrevivir.