Una grieta en la colmena (relato)

in #cervantes6 years ago

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Seguramente convendrán conmigo cuando afirmo que cuando no se es más que una abeja obrera en una colmena que desprende una cantidad abrumadora, no queda otra opción que sumirse en la automatización. Y he allí el camino que ha de seguir aquél chico de cabello alborotado todos los días de su ya rutinaria vida, hasta que sus ojos se plegen más allá de Morfeo.

Ya había recorrido aquél trayecto una multitud de ocasiones, sin embargo, este día era diferente, este día ha de perdurar en la memoria. El chico, reparando en su monotonía, y en un afán de abandonarla, al menos un poco, decidió contemplar los escaparates de las tiendas, las casas que se hundían en el pavimento, y la particularidad de los rostros que, como figuras fantasmagóricas, desaparecían tras él. Contempló, absorto, como si estuviese presionando el botón de una vieja T.V a medida que avanzaba.

Un canal en particular llamó instantáneamente su atención, se trataba de una evidentemente maltratada casa que vestía de un amarillo que en un olvidado tiempo deslumbró con intensidad, pero que ahora se presentaba como un amarillo blancuzco, roído por la tempestad. Unas rejas de barrotes marrones se erguían del suelo, aprisionándole. A ella y a su presentador. Él lucía algo mayor, algo acabado. Vaya, demencialmente acabado. El chico contempló, además, el cómo la desesperación inundaba fortuitamente sus ojos, él giraba la cabeza con violencia, como buscando algo. Algo a lo que le temía. El chico se estremeció, y reanudó la marcha.

Los días pasaron, y el chico se inmiscuía cada vez más en aquellos canales, en aquella nueva rutina que decidió cumplir. Aún con ello, aún con la intención de diversificar aquella marcha, con el fin de que no le resultase tan fatigante, siempre se detenía, con particular atención, en el canal que albergaba a ese presentador tan extraño. Aparentemente, la rutina además incluía esta desconcertante estación. Uno de esos días, el chico se percató extrañado de que algo había ocurrido: el presentador continuaba en su exhaustiva búsqueda, pero ya no tenía miedo.

Un día de marzo, a las 17h, cuando el chico se disponía a cambiar el canal, giró en redondo con brusquedad, pues el presentador, en un ademán de dar por iniciado el espectáculo, abrió las pesadas rejas marrones, de par en par, alargando sus decrépitos brazos, decidido a dar las merecidas bienvenidas a quien estuvo, día tras día, vez tras vez, atormentándole con su presencia resquebrajada. El presentador, cuchillo en mano, se vio poseído por el furioso espíritu de una fiera, y le acertó indescifrables puñaladas a la más tortuosa de las realidades, misma que, por cada una de ellas, se iba quebrando cada vez más, hasta que finalmente, no fue sino cristal en una colmena.


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