Casos administrativos, parte primera.
Primero fueron cortos, treinta minutos diarios, ¡pues nada! se fue a las 4:30 p.m. y regresó a las cinco en el banco armaron un alboroto, al rato el calor ya apestaba, pero volvió. Fue una sorpresa para la gente por lo sucedido, era corto seguro, ya se repondrían los servicios, y a la semana, duró una hora, se quejaron. Al cabo del tiempo terminaron preparándose, Una hora al día tampoco es que sea mucho aumentó a dos horas y termino siendo parte de ellos, eso hace tres años, luego implementaron un cronograma que fijaba al día, cumplir las dos horas por sectores, era 4 p.m. a 6 p.m. lunes y miércoles. Martes, jueves y domingo de 9 a.m. a 12 p.m. y los viernes y los sabados desde las 8 p.m. Aumentaron a tres, en dos meses dejaba de suceder, eso parecía, y todos contentos, nadie se acordaba. En la televisión los medios: Son medidas de la oposición atentando contra la integridad nacional, fueron unas torres que se cayeron en Maturín, una iguana impulsada por la C.I.A en convenio con los azules se comió los cables y ya no supieron qué más decir, cada una de las noticias más absurda que la anterior, pero la culpa todos sabemos dónde está.
Por allá a eso de Enero tiraban otro cronograma diario, es la falta de lluvias, que no da para mover las máquinas. En los mercados la gente se aglomeraban, como locos, tanto que en tres días ya no quedaba nada, llegaba alguito, y a las horas ya no había nada, la crisis y todo, los ponía compulsivos, el desabastecimiento llegó, la falta de plata, y los medios: al mes se arregla, el bloqueo imperialista, o la guerra económica de los azules, van a llegar tantas, cuántas toneladas de arroz, pasta, zapatos, plantas, bombillos, motos, carros, curitas, chupis. Desde las 6 p.m. hasta las 11 p.m. un día bajaron de cinco a tres, era de 8 p.m. a 11p.m. luego los fin de semanas, cinco horas desde las 7 a.m. hasta las 12 a.m. eso los domingos, los sábados era en la tarde. Los medios: la explosión de una central en el occidente del país a causa de un Ataque contra el pueblo venezolano, impulsado por agentes gringos, que mandaron drones para, con una operación en conjunto con, un golpe de… y todo lo demás que ya no sabían que decir.
Puerca:
Comenzó a narrar el abuelo, así como desinteresado —Y se sentaba, enfrente el plato de arroz, las caraotas, la ensalada, el jugo, la sopa, el café. Yo trabajaba para él, le llamaban Puerca, allá en la aldea, en pregonero. Procedía revolviendo el arroz con las caraotas, como cierta comida oriental, eso lo sumergía en la sopa, y ahí colocaba la ensalada y luego el jugo, terminaba con el café y revolvía
—¿Hasta el café?
—Sí, hasta el café y decía “pa q tanta vaina, todo eso va palla”.
Que ayer a eso de la 1 a.m. hasta a las 7 a.m. y luego nada y como a las 11 a.m. volvió, yo sé que me acosté y cuando me paré no había luz, menos mal mamá fue y me cargó la computadora y el teléfono. Derrepente ya no habían cronogramas, y todo lo hacían cuando les daba gana y la quitaban a las tantas horas y regresaba a las no sé cuando, y así pues ando arrecho, porque ya con este peo, hacen lo que se les da la gana y ya no se consigue ni aceite, y maldito Maduro, hija de puta revolución, esto y lo otro la cosa seguía pasando, aquel día fue, la gente se paró en la mañana y se estaba afeitando, estaban cocinando en cocina eléctrica porque no hay gas, unas arepas, unas empanadas, y Juan Jaimes hablando con el papá en la sala Gabriela con Enrique por allá cepillándose, Darwin durmiendo porque siempre duerme hasta tarde, pasó volvió y sin cronograma como era eventual, se quedó a medio afeitar, a medio freír, maldiciendo y Darwin durmiendo porque siempre duerme. Al principio pensaba que iban a ser tres horas de costumbre cuando se cumplió el tiempo se dijo ¡son cinco! y cuando fueron siete, se sintió como desorientado, desesperado. Buscó ocuparse, hablar con ella a cerca del tiempo o ver un libro de fotografía, bajaron al auto y fumaron cigarrillos, reanudaron las conversaciones y leyeron tratados romanos. Subió y con la linternilla del telefono alumbró para cocinar, comieron y lo mismo, a dormir. Fueron doce horas y nada, seguía lo mismo, buscaron agua en unos potes en los baños de un centro comercial, y por el camino tarareaba una canción mientras la gente se sentía descompuesta, como olían sus congeladores. Se bañaron y luego fueron los tiroteos...
Teléfono:
Papá le mostraba en el teléfono a Darwin. Mira estas bicicletas, yo pregunté el precio ayer y que si los trescientos cincuenta eran por las dos y son, me respondió el tipo.
—¡pero papá! yo fui quien preguntó anoche por las bicicletas.
Respingó un rato y dijo:
— Que no ¿no miras que esta letra es mía?
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