Maquiavelo: El Príncipe Engañoso
Resulta más que que verídico la inusitada (o quizás no tanto) malinterpretación de la doctrina del pensador político italiano Nicolás Maquiavelo (1469-1527), tal que sus aportes teóricos se han vinculan a la inmoralidad, negación de la ética y de la fe; para su tiempo, su célebre manuscrito de El Príncipe recibiría gran reprobación por parte de las monarquías papales.
Se le acuñaría al fin y al cabo, la famosa frase de «el fin justifica los medios», expresión por excelencia de las actitudes deshonrosas, egoístas y antimorales. No obstante, ¿sería esta reputación la correcta?
Los estudiosos de las ciencias sociales, particularmente de la ciencia política, discrepan en realidad.
En primer lugar, la frase de «el fin justifica los medios» es una tergiversación de su tesis de que «si un príncipe quiere mantener su dominio, debe estar preparado para no ser virtuoso, y hacerlo o no de acuerdo con la necesidad»; es decir, el nuevo príncipe debe hacer lo que esté en sus manos hacer para «mantener su Estado» incluso si esto implica incurrir en actos poco morales o justos. De hecho, el adagio de «el fin justifica los medios» fue proclamada por el emperador Napoleón Bonaparte en uno de los comentarios sobre el El Príncipe.
El adagio alude —posiblemente— a las actuaciones asumidas por el Cardenal de Richelieu, ministro del rey Luis XIII, considerando un muy relevante proponente de la Raison d'Etat (Razón de Estado), fundamentándose en los aportes del propio Maquiavelo a la Razón de Estado, reconociéndosele como un pionero de esta. La razón de Estado es conceptualizada que la justificación de las acciones del gobernante, su modo de obrar y decidir, en pos de la permanencia o los fines del Estado, que a habida cuenta no es otra cosa que la prosecución y aseguramiento del poder; en la actualidad, este término ha trasmutado para ser denominado como interés nacional o interés público, siendo usado por este término por primera vez por Charles Beard a principios del siglo XX. Este concepto de interés nacional o razón de Estado es vital para la comprensión de la corriente del realismo político.
Maquiavelo arguye que el príncipe o gobernante debe ser «astuto como un zorro y fuerte como un león». Si el nuevo príncipe se demuestra siempre generoso y comprometido con su palabra, será fácilmente desplazado, «un gobernante prudente no puede, y no debe, cumplir su palabra cuando lo pone en desventaja», ya que «si todos los hombres fueran buenos, este precepto no sería bueno; pero como los hombres son criaturas miserables que no cumplirán su palabra por ti, no necesitas cumplir tu palabra».
En este orden de ideas, Maquiavelo parte de la noción de que los hombres son inherentemente malvados o egoístas, conocida como antropología negativa; en tal sentido, si se reconoce que los hombres son egoístas para con sus intereses particulares, ser bueno, justo y leal, aunque virtuoso y honroso para los ojos de Maquiavelo, sólo llevará a que el gobernante pierda el poder.
Cabe recalcar que el manuscrito de El Principe consta de una suerte de manual o instrucción que Maquiavelo redactó pensando en su amigo, Lorenzo di Piero de Medici, inspirándose en los postulados de Cicerón. Estaba destinado a proveer las estrategias que el príncipe debía aplicar para ser exitoso en su empresa de mantener y salvaguardar el Estado entendiendo que la política y la guerra son juegos de intereses que dejan poco lugar a consideraciones morales. Maquiavelo fue de los primeros pensadores en aportar postulados unívocamente políticos sin menoscabo de otras filosofías y doctrinas. El éxito y grandiosidad se fundamenta en la prosecución del poder y la funcionalidad del Estado, por lo que no es de extrañar que el florentino haya considerado como ilustres los gobiernos de ciertos príncipes autoritarios y crueles como los de Agathocles y César Borgia; no pretendía esbozar un comentario de cómo debía llevarse la gobernanza, la razón de ser del poder y del Estado o cualquier elaboración de índole filosófica, sino simplemente ejemplificar qué debía hacer un gobernante para mantener el poder.
Maquiavelo todavía pensaba que el gobernante amado por su pueblo, además de su facultad de observancia y astucia, era el más virtuoso y excelso. Sería la virtud y la suerte dos de los aspectos que llevasen al príncipe a la gloria.
Y es por esto que en palabras de Miles J. Unger, el retrato pintado del preceptista florentino no se asemeja a la realidad. Es pertinente mencionar, que Maquiavelo fue un profeso republicano, amante de su tierra y un humanista renacentista que murió sin riquezas. Maquiavelo no fue maquiavélico.
Fuentes:
> Capítulo 15 al capítulo 19 de El Príncipe.
> UNGER, Miles J. Machiavelli: a biography. Simon and Schuster, 2011.
> Campbell, A. (18 de marzo de 2018). ¿Cuán maquiavélico era realmente Maquiavelo?. BBC Mundo. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-43347423#
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