Dulces almas...
Dulces almas que no toman café, que no prueban alcohol y no distinguen, la lujuriosa flama de la nocturnidad de un viernes, como no distinguen el olor mítico de la marihuana. Que no se despechan. Que quien sabe si hacen el amor, y como. Que vegetan en su vegetarianismo. Que creen en su dios de mármol, y en cuarenta y dos mil supersticiones. Que se casan, tienen hijos, y fin de la historia. Dulces almas que no ven pornografía. Que no se comen las uñas. Que no han llorado en el hombro de un amigo. Que no han muerto, ni siquiera una vez. Dulces almas para los que el ratón es un animalito, y no la traición dolorosa del aguardiente dándote carajazos en el cerebro.
Dulces almas...
Ojalá se conviertan en oropel.