A pesar de los pesares

A pesar de que hace frío. A pesar de que ya ella está cómoda en tu cama y de que mi almohada está húmeda esta madrugada, pienso que te perdono. A pesar de aquel silencio incómodo que proclamaste por el teléfono. Incluso luego de que tu cobardía explotara cada ladrillo de ese castillo donde te guardaba, ahí en mi corazón.

A pesar de las horas perdidas en conversaciones imaginarias que tengo con vos, no dudo en decir que no te odio. Que quizá te extraño con vergüenza, como quien rompe la dieta. Que te lloro en las canciones de tu banda favorita.

Además, a veces me siento pendeja, como quien tira de un hilo ilusorio. Esto es porque los pendejos lloramos a nuestros muertos. Los lloramos aunque nos digan que no vale la pena, que mañana sale el sol.

Los lloramos porque sabemos que mejor botar el agua que morir ahogados por dentro de palabras que como no saben ser oración se convierten en lágrimas. Porque a pesar de los pesares... te perdono.