Arrancarte del pecho

A veces uno quiere arrancarse el amor del pecho como si fuese un mosquito que matas con la mano o un bicho que te sacudes de la ropa.

Por eso se le dice des-pecho, porque uno tiene que despachar al amor de allí de donde lo siente. Que te quema como cuando el músculo se sobrecarga de energía. Que te agobia como quien ha corrido una maratón.

Por eso provoca arrancarse el querer de allí adentro y repartirlo al primero que pase... "hey ustede señor, ¿le hace falta amor?" Yo aquí tengo uno que no me sirve ni me ayuda, que más bien me deja moribunda por las madrugadas cuando me despierto a toda prisa porque en mi sueño lo vi reír y lo pensé regresando a mí, con el perdón en la boca con este amor igual en el pecho.

Provoca CLARO QUE PROVOCA. Que a uno le ponga un succionador en el corazón y le saquen todo.
Pero pensandolo bien habría que ir al cerebro. Para sacarme también los recuerdos que me paralizan por segundos cuando huelo algo, cuando estoy en un lugar con historia nuestra.

Todos los días quisiera alejarme del recuerdo, de la ausencia cínica, del tiempo moribundo que pasa lento cuando uno más lo necesita. Por eso los escritores han inventado tantas ficciones donde las memoria se borra y el paciente queda como nuevo, sin aflicciones. Ojalá me digo, ojalá.

Pero siempre termino en el mismo sitio, esperando paciente el tiempo, agobiada de tanta ficción de saber la imposibilidad de arrancarte del pecho. Así que escribo para soltarlo todo en las teclas, para sentir que es mi forma más sana de dejarte ir. Para alejarte de mí. Para arrancarte de raíz.