Encuentros con lo Inesperado (Parte II): "Bajo el suelo hay cosas que desconocemos"

in #cervantes7 years ago
Fuente

La caída se me ha hecho inevitablemente eterna; por momentos entro en un estado de inconsciencia producido por todas las voces susurrantes a mi alrededor. Esas voces tienen un gran poder, es inexplicable pero, lo siento en cada centímetro de mi cuerpo.

Mientras estoy en ese estado, por mi mente pasa cada minuto de mi vida, en reversa y muy lentamente. Diecinueve años están pasando por mis ojos. Dieciocho, estaba al borde de la locura y la desesperación gracias a mi abuela. Diecisiete, a esa edad me enamoré de un chico que nunca más volví a ver. Dieciseis, uno de mis peores años, era maltratada física y mentalmente. Quince, no fue tan duro, sólo tuve que aguantar a mi abuela y a las chicas del instituto con sus respectivas celebraciones de "Quince Primaveras". Catorce, encerrada en el baño, desesperada, con un puñado de pastillas en mi mano derecha y un cuchillo en la izquierda. Trece pidiendo a gritos la atención y tan solo un poco de cariño de mi abuela. Doce, mi primer encuentro con la lectura, ése fue un día maravilloso; descubrí que podría entrar a miles de mundos y dejar mi propia vida a un lado. Once, mis contínuos escapes de casa. Diez, aceptando verdaderamente la muerte de mis padres. Nueve, observaba cada niño sobre el hombro de su padre y cada niña comiendo helado con su madre. Ocho, mis sucias muñecas eran mi única compañía. Siete, pesadillas, muchas de ellas; diferentes escenarios, diferentes problemas.

Mis recuerdos me producen inmensas ganas de llorar, son cosas que había olvidado por completo. El único año que jamás olvidé fue el número catorce, y eso gracias a mis cicatrices.

Seis, la confusión estaba en todas y cada una de mis células, no sabía lo que me pasaba. Cinco, me encontraba todas las tardes en el jardín llamando a alguien que nunca apareció. Cuatro, mi abuela me miraba hablar sola desde el marco de la puerta a mi habitación y con desprecio murmuraba "Monstruo infeliz". Tres, estuve bien al no tener consciencia acerca del odio de mi abuela hacia mi.

Dos. Ya no son mis recuerdos, sin embargo tienen que ver conmigo.Me veo desde otro ángulo, me analizo y observo cosas extrañas en mí; mis ojos cambian constantemente de color,al igual que mi cabello. Miraba detrás de mi, donde no se encontraba nadie y sonreía.

Siento una enorme presión en el pecho y, por primera vez durante la caída, me quedo sin aire y me desespero.

Uno, vuelven a ser mis recuerdos. Diferentes tonos de negro, marrón, naranja y vinotinto. Distintas formas. Seres diferentes, monstruos diferentes. Una cuna hecha por serpientes, una gran habitción de ladrillos destruídos. Mamá. No la reconozco, pero todas y cada una de las partes de mi organismo me dicen que es ella.

Mis pensamientos vuelven a su lugar y un grito desgarrador brota de mi garganta. Tengo un enorme nudo de emociones. No puedo parar de llorar.

Me doy cuenta de que en algún momento la caída culminó y fui colocada suavemente sobre una superficie rocosa. Mis ojos están cerrados y tengo miedo de abrirlos, pero lo hago. Observo a mi alrededor y soy consciente de un ruido ensordecedor, lleno de silbidos y gritos. Al mirar todo a mi alrededor, caigo desmayada inmediatamente; quiero hacerle saber al mundo que verdaderamente "Bajo el suelo hay cosas que desconocemos".

@ori.bvcbooks

Gracias por leerme, tu opinión me es importante.

En mi próximo post:

"Encuentros con lo inesperado (Parte III): Mi vida ya no me pertenece"

Sort:  

Muy bueno! Espero la próxima parte ;) Saludos

Muchas gracias :D