Tú no haces falta.
Una reflexiòn de Ricardo Bulmez. Date un tiempo para leerla ;-)
Quiero compartir contigo una verdad. Sé que te va a doler como duelen algunas verdades, pero si la asumes, experimentarás libertad. El que no es libre es porque no quiere, es porque le encanta vivir en la mentira y le gusta saborear esclavitud. En cierta forma, ser esclavo es hasta más cómodo que ser libre, pues no tiene nada que hacer en la vida por cuenta propia, no toma ninguna elección, no contrae ningún tipo de compromiso y sufre mucho. En cambio, la persona libre lo arriesga todo pero gana muchas satisfacciones. Si, por eso quiero compartir contigo esta verdad, oye bien: tú no haces falta, nadie te necesita de verdad.
Cuando tú mueras todo continuará igual, el mundo seguirá girando y aquí no habrá pasado nada. ¿Quién se va a detener porque tú has muerto?. Ese día la gente se levantará como siempre para ir a su trabajo y en el tuyo pondrán a tu sustituto; el pregonero de la esquina voceará a gritos las últimas noticias y posiblemente tu muerte no sea ninguna de ellas; cada mañana las panaderías y cafeterías seguirán abriendo sus puertas porque es una necesidad.
Como tantas veces, tal vez llueva el día de tu sepelio, y habrá el mismo tráfico de siempre; es más, muchas personas llegarán tarde a tu entierro por las largas colas de carros; otras, en vez de asistir al cementerio enviarán una buena excusa. Por supuesto, al principio algunos hablarán de ti y otros derramarán alguna lágrima evocada por un recuerdo intenso. Después, una vez que el dolor se apague, todo pasará y vendrá otro muerto a quien llorar. Alguien dejó un escrito sabio para su epitafio: "Recibiré visitas los primeros días de mi muerte, después vendrán otros muertos más importantes que yo".
Tú no le haces falta a nadie. A la única persona que tú necesitas es a ti mismo, sin ti nada puedes hacer, sin ti no puedes amar ni ser amado. Por eso, no te apegues a nada, no te aferres a ninguna persona, porque cuando tú mueras todo lo vas a dejar, en poco o mucho tiempo, tú no serás tú. . . serás un olvido y/o una fotografía grande colocada en la pared . . . si acaso. Entonces, ¿por qué sufrir tanto si estamos de paso en esta vida?. Por eso las cosas no están para que te apegues a ellas sino para que las uses. El carro que tienes es para que lo conduzcas, no para que él te maneje ni para que pierdas paz; las personas no están a tu lado para que establezcas una relación de dependencia, ni para que te encadenes a ellas, no. Los seres queridos son para amarlos, para que hables con ellos y compartas tu vida mientras dure. Tus puntos de vista o tus ideas vanas e inútiles no están ahí para que te dogmatices, ni para que te esclavices, ni para que te vuelvas intransigente, no vale la pena dar la vida por ninguna de ellas, al revés, si hace falta se deben perder para ganar más libertad. Muchas ideas son para que las pienses, las compartas y sobre todo, para que las pongas en práctica si son buenas. Porque los pensamientos funcionan si son beneficiosos simultáneamente para ti y para los demás.
Ahora bien, si esas ideas no son útiles, entonces no sirven para nada; no vale la pena que las defiendas, no te apegues a ellas.
- ¿Y mi ropa?- . Después de que tú estés muerto, tu ropa la van a botar o se la darán a otro. Por lo tanto, no te preocupes tanto por ella; la ropa es para ponérsela, no para sufrirla. Algunas personas en vez de vestirse sufren y las que tienen muchas prendas sufren más, no hayan qué ponerse:
"¡¿Ay, qué me pongo?!", dice. ¡Úsalas y nada más!, mientras puedas, mientras estés vivo. Porque cuando tú mueras, tu ropa se la va a poner otro, porque a ti no te va a servir, no te va a quedar buena. - Yo quiero que toda mi ropa me la metan en mi urna.
- ¡Cómo no!, ahí la podemos colocar pero no te va a servir, no te va a quedar buena, ése es el punto.
- ¿Y mi dinero?- Tu dinero lo gastará otro, por lo tanto no lo guardes. ¿para qué?
No pretendas preservarlo tanto, ahorra solamente lo suficiente para remediar aquellas necesidades más o menos inmediatas, pero no para acumular grandes cantidades, porque el dinero no está hecho para atesorarlo, sino para gastarlo. Si el dinero hubiera sido hecho para guardarlo los billetes tendrían el tamaño de un cuadro para colgarlos en la pared en vez de ser tan pequeños. ¡No guardes dinero, gástalo, pero tampoco lo malgastes!
Si en la vida te ha ido bien materialmente, si tú eres una de esas personas que tiene muchos bienes de fortuna, ¡qué bueno!, da gracias por todo esto. Pero ni aún así pretendas dejar enormes sumas de dinero que heredarán otros, ni siquiera lo hagas para tus hijos. . . porque si ellos, una vez que mueras perciben algo significativo, en vez de comodidad, lo que van a recibir es un conflicto familiar. Tampoco te conformes con dejarles solamente "una buena carrera", déjales también un buen corazón grande para amar, para luchar, para que se levanten cuando caigan y para que ayuden a los demás.
Los títulos y la preparación técnica no bastan. Yo he conocido, y tú también, a muchos doctores y licenciados caídos en la vida. Que tu hijo no solamente quede sociorealizado, sino también autorealizado. Porque si tú dejas a tus hijos solamente bienes importantes de fortuna, cuando tú te estés muriendo y ellos estén a tu lado, vas a morir con dudas: "¿Me quisieron o no?, ¿por qué están aquí: porque parto de este mundo o por el dinero que dejo?".
Yo nunca he muerto pero debe ser feo morir con dudas. En cambio, si tú dejas a tus hijos algún bien material acompañado de algo más hermoso que son los valores espirituales, tales como: integridad, justicia, equidad y solidaridad; puedes morir tranquilo, al menos sin incertidumbres: "Me amaron mucho, lo sé".
-¿Y qué hago con mis bienes materiales?-
Adquiere un tesoro en el cielo donde no corroe la polilla, ni roban los ladrones, ni tus hijos puedan entrar en conflicto entre ellos mismos.
-¿Y . . . cómo compro un tesoro en el cielo?-
Con amor. . . ésta es la mejor inversión-
¿No estamos hablando de dinero?-
Sí, se compra un tesoro en el cielo con dinero invertido en amor. El dinero se convierte en amor cuando se ayuda a los demás. Cada vez que compartes con tu prójimo consigues un tesoro en el cielo. Pero antes por supuesto, piensa en los tuyos, en tus padres, en tu pareja, en tu familia. Después de que cubras las necesidades básicas de los tuyos, el dinero lo debes de usar inteligéntemente en ayudar a mucha gente, si es que adquiriste bastante. También lo puedes utilizar en viajes con tu pareja, si es que la tienes; cuando mueras ninguna persona se va a pelear por el viaje que tú hiciste a la "Gran Sabana"; ninguno de tus hijas va a decir: "Yo me quedo con el viaje que hizo mi papa". Esa experiencia es tuya y te la llevarás, en cambio alguien sí se va a pelear y hasta se puede matar por tus propiedades y por el dinero que dejaste en el banco. Y si no tienes dinero que compartir no importa, con cualquier acto de amor ganas un pedazo de cielo.
¡Ahhh!. . . otra cosa, después de tu muerte tus hijos harán lo que les dé la gana, no lo que tú les dijiste y si lo hacen, es porque ellos quieren, porque les conviene, no por complacerte. Eso sí, en aquel deseo que pronunciaste sí te harán caso y lo cumplirán al pie de la letra: "Repártanse la herencia", esto sí lo harán.
¿Y mis libros?-
Los va a leer otro, por eso, ábrelos ahora porque los muertos no leen.¿Qué va a pasar con mi carro?- Tu carro lo va a manejar otro.
Algunas personas no dejan ni que toquen su vehículo: "¡No se metan con ese carro!", dicen. Y le arman tremendo lío a su hijo mayor cuando lo quiere conducir. Cuidan tanto su carro que muchas veces ni lo usan, lo mantienen cubierto por mucho tiempo con una lona brillante como si fuera "El enmascarado de plata". Algunos hasta miden el kilometraje para ver, si en su ausencia, lo han movido. Otros marcan el piso del estacionamiento, justo donde está la rueda, y de esta forma saben si lo han sacado. Lo más triste del asunto es que tu hijo, cuando tú mueras, va a manejar ese carro. A lo mejor, en el mismo día de tu entierro, lo llevará al cementerio para acompañarte a tu última morada. Por lo tanto amigo mío, al vehículo hay que cuidarlo, mantenerlo bien y nada más; no vale la pena sufrir por ningún carro, porque después de esta vida ya no te va a servir para nada. Repito, después de tu muerte lo manejará otro. . . lo conducirá tu hijo, lo manejará quien se lo compró a tu viuda o lo manejará "el otro". Así es la vida mi hermano.¿Y mi carro? - algunos insisten todavía.
¡Lo va a manejar otro!- Pero que no me lo pase de ochenta - suplican-
¡Ah caráh!, Algunos no solamente sufren en la vida, lo hacen también por lo que ellos creen que va a pasar después de que mueran.¿Y mi esposa?-
A tu esposa la va a manejar otro-
Pero que no me la pase de ochenta- ¡¿...?!
Con todo esto quiero decir que, cuando tú mueras, no vas a hacer falta para nada. Claro, harás falta para algunas cosas pero no para todas. Lo que digo es que los demás no te necesitarán para continuar viviendo, porque no eres imprescindible. Si así fuera, mucha gente muriera contigo; aunque se da el caso de que alguien se mate porque murió un ser querido, eso no es común, tampoco debe ser.
Lo común es que cuando tú mueras todos sigan viviendo sin ti, con el dolor de tu muerte, con nostalgias, con recuerdos, pero viviendo, ellos permanecerán en este mundo. Al cabo del tiempo, tus padres, tu pareja y tus hijos, seguirán viviendo sin ti y tus amigos y demás familiares también, todo continuará igual, cada uno en su propia lucha; pero tú no podrás seguir viviendo sin ti. Tampoco quiero decir que no te van a seguir amando, claro que sí, te van a llorar y a extrañar, pero no van a poder seguir compartiendo tu vida.
Éste es el punto amigo mío, el punto crucial. Tú no haces falta en este mundo. Cuando tú mueras todo seguirá sin ti, porque tú después de muerto ya no podrás seguir viviendo. Por lo tanto, disfruta hoy plenamente la vida que Dios te dio, no esperes un día más y no sufras tanto.
¿Quién te asegura que para ti va a existir un mañana?. Ese Sol que está brillando es único y hoy no va a volver a salir; la gente que te rodea está contigo en esta vida, no después. ¡La vida es ya!. Recuerda siempre: la muerte es la experiencia más larga que existe, es imposible que alguien pueda cumplir doscientos años de vida, sin embargo a cualquiera le pueden celebrar "los miles y millones de aniversario" de su muerte.
La cuna donde naciste es más frágil que la tumba donde yaces.
Estamos de paso; la vida se cuenta en años y la muerte en eternidad.
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