10 historias de animales. #2 Miguel y el caimán del Orinoco

Imagen cortesía de Mongabay

Antes de visitar el Estado Apure, tierra llanera bañada por grandes ríos, conocía al detalle de la reputación de los llaneros venezolanos, los cuales suelen exagerar todo lo que la realidad le coloca frente a sus ojos o le dicen a sus oídos. No es que sean amigos de tergiversar las cosas, es que les encanta darle grandeza a sus relatos. El apureño como todo hombre de llano es de hablar pausado pero directo, eso sí, si te ganas su confianza tienes un amigo para todo la vida dispuesto a contarte historias de más interesantes.
En mi caso tuve la fortuna de recorrer Apure con mi amiga Rosa ambos guiados por un "baquiano" de esa tierra como lo es el señor Miguel, conocedor de historias de espantos así como de caminos y de ríos. Soy amante de la navegación fluvial, mido mi vida en los ríos por los que he pasado y el Apure tan largo y místico como la tierra que baña es uno de los más interesantes que he recorrido. Mientras comíamos en Achaguas, a orillas del mencionado río Miguel nos cuenta una historia que asegura es verídica, "que por este puñado de cruces" le sucedió, justo en ese río: cuando se encontró con "El Patrullero".

El Patrullero es un caimán, de proporciones gigantéscas, para los llaneros de Apure hablar de este reptil es como para los japoneses mencionar a "Gotzila" o para los nepalíes hablar del Yetti. La leyenda del Patrullero resulta altamente fascinante, para mi estos reptiles parientes de los dinosaurios me parecen uno de las criaturas más hermosas del mundo, y siendo de la especie que habita entre los Ríos Orinoco y Apure entenderá que aunque pareciera exagerada la historia de Miguel ciertamente ese animal inspira respeto por su tamaño.

De acuerdo a Miguel, El Patrullero mide 8 metros de largo y como unos 2 metros y medio de ancho, es capaz de engullirte entero de un sólo bocado gracias a su intimidante hilera de dagas que son sus colmillos. Su nombre deriva por su afán de vigilar el río, como si lo estuviera patrullando con sus grandes ojos fosforecentes. Este enorme caimán, terror de las riveras del Orinoco y el Apure tiene al menos 200 años engullendo cuanto llanero se lo cruce en el camino. Miguel, un hombre al que le calculo 60 años, nos cuenta que cuando era niño se le ocurrió pescar él solo por el río, haciendo caso omiso a las advertencia de sus familiares y amigos quienes le avisaron que por la zona habían avistado al Patrullero.

Miguel que como todo llanero, es un ser de espíritu libre e infinito como el llano, tomó su canoa y se internó en el río, para él pescar morocotos o cachamas era un manjar que no podía dejar pasar. luego de varias horas sin lograr pescar nada desiste de seguir intentando atrapar peces y emprende el camino a casa, cuando de repente una sombra oscura voltea el pequeño bote donde se trasladaba. Era el Patrullero, el mítico reptil devorador de hombres iba por su presa. Nos comenta Miguel que El Patrullero se lo tragó de un bocado sin masticarlo, el piensa que por el hecho de ser un niño muy flaco pudo entrar sin ser mordido por la enorme criatura. Dentro del vientre del animal Miguel se percató que estaban los peces que él no pudo pescar, era claro que el caimán se los había comido antes de deglutirlo a él, por tal razón no pudo pescar nada.

Sobreviviendo dentro de la panza del Patrullero, Miguel asume que pasó al menos dos días comiendo lo que el caimán había dejado sin digerir, hasta que en un instante afortunado del destino el animalón estornudó (sí, los caimanes hacen eso, si se puede creer que una persona sobreviva dentro de un caimán ¿por qué no creer que también estornudan?), expulsando a nuestro relator unos 5 metros delante del reptil. Como pudo Miguel llegó a la orilla del río, lo vieron unos pescadores y siguió viviendo para contarnos esta maravillosa historia.

Carlos D. Pérez Guerrero / @waraira777