El cuidado de la Conciencia.
Cuando cursé estudios universitarios de pedagogía vi 3 niveles de Psicología. Allí me topé con un interesante planteamiento hecho por el conocido autor de la teoría del Psicoanálisis Sigmund Freud donde plantea que el hombre porta en su mente un equipo psicológico dividido en tres dimensiones bien definidas: El Inconsciente, el Sub-consciente y el Consciente. Concluye entonces, que tenemos un sector llamado inconsciencia, la cual grafica como oscura, donde se alojan las bajas pasiones que al brotar en un momento dado llevan al hombre a cometer, incluso sin darse cuenta, crímenes horrendos. El sub-consciente, es la parte sombreada, el cual guarda experiencias diversas no tomadas conscientemente, que pueden brotar de manera intermitente y espontanea en algún momento. Los sueños por lo general reflejan a menudo el trabajo del sub-consciente. Y la Conciencia, Freud la presenta como la parte clara, que se expresa en la vida diaria que llevamos.
Este maravilloso equipo psicológico que Dios colocó en el ser humano es un instrumento útil que usará para la Salvación o un instrumento del Diablo para perdición. La Conciencia, de la cual nos vamos a ocupar brevemente, no es el ESPÍRITU SANTO, como afirman algunos, pero es usada por él para inducir el “querer y el hacer por la voluntad de Dios”. Por lo tanto, estamos en libertad para oír la voz de Dios a través de la conciencia o apagarla para no oír, por cuanto lo que nos dice o indica que hagamos no nos gusta o no nos conviene. Eso ya es de su entera actitud personal.
Por ejemplo. Ud. tuvo un altercado con un familiar, amigo o vecino debido a alguna circunstancia que no se pudo controlar. Por lo cual, Ud. se siente incómodo y comienza a pensar que es hora de limar esas asperezas y rescatar la relación pidiendo disculpas y disculpando la ofensa. Allí está obrando el ESPÍRITU SANTO. Si Ud. hace lo bueno, obedeció a la voz de Dios que entró por la conciencia. Si Ud. se justifica y aparta el buen propósito que le señaló la conciencia, ya le abrió la puerta al engañador que lo llevará por la senda del pecado y el sufrimiento.
Todos los seres humanos de una u otra manera tenemos una influencia poderosa de los principios filosóficos del racionalismo en nuestra manera de pensar, el cual considera la razón como fuente principal y única base de valor del conocimiento humano en general. Por ello, cuesta mucho, que la persona pueda entender la obra de Dios en su existir. La influencia del Espíritu Santo en los buenos propósitos que tenga para los demás, y eso, lo entendemos. Pero la verdad verdadera es que Dios es quien dirge cuando hacemos las cosas correctas.
“El Señor espera que usen los poderes de la mente y del cuerpo en su servicio. Les ha dado afectos, y espera que usen este precioso don para su gloria. Les ha dado una conciencia, y les prohíbe que usen mal este don; más bien, debe ser exaltado al lugar de autoridad que El le ha asignado”. Libro. MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD TOMO 1. Helen White. ¡Ud. es quien toma la decisión! Imagen tomada de página Pixabay.