odos hemos conocido la historia de Cupido, un niño el cual huyó al bosque protegido por su valerosa madre Venus, Este fue, por lo tanto criado por fieras que solo con él eran piadosas. El mismo fabricó un arco de fresno con maderas de la cercanía y flechas de ciprés, al tiempo su madre le concedió el poder de otorgar el amor, y le dio sus arcos y fechas propias y bla bla bla.

Pero la otra cara de la moneda es que la historia de Cupido no es de amor, si no de un desamor que causó y marcó su vida eterna para siempre.

Cupido pasó su infancia como cualquier otro niño. Hermoso hijo de dioses, dotado de belleza y con el aprecio de todos. Al crecer sus deseos de amar aparecieron, y en el poblado de Chipre, reinaba la belleza y buenos sentimientos, conoció a una hermosa joven llamada Ninfea, una ninfa delicada y bien educada, al verse siempre sus miradas cruzaban tan profundas como el azul de mar al final del horizonte, y con tanta intensidad como su mismo color. No podían sentirse más felices de haber encontrado el amor, la hermosa ninfa juraba su amor por Cupido pero al él pocas veces se le veía a gusto con esto. Al pasar el tiempo Cupido conoció a más damas del poblado de Chipre siendo infiel a su voto de amor, viéndose a escondidas con las damas del reino, y fue dejando a un lado a la hermosa Ninfea. Una tarde Cupido se acercó a Ninfea y le dijo que debía dejarla libre, que ya no la amaba y debían tomar caminos distintos. Presa de tristeza y desilusión ninfea corrió a contarlo lo sucedido a los dioses, pues en el reino los dioses tenían reglas muy estrictas a cuanto amor se trataba, al un ser jurar amor eterno a otro sus almas se entrelazarían por el resto de sus vidas y ya no podrían estar con nadie más.

Ella les dijo a los dioses que el malvado Cupido rompió su voto de amor, pues este exclamó que ya no la amaba. Enfurecidos todos los dioses del reino conspiraron para encontrar un castigo al Cupido desenamorado; su madre piadosa Venus, intento detenerlos pero su intento fue en vano. Ordenaron a guardias ir por Cupido, desesperado éste huyó pues sabía que la ira de los dioses del reino no era conveniente para nadie, pero lo capturaron y lo llevaron de vuelta al reino. Frente a todos, la diosa Atenea dijo a Cupido estas palabras: