Concurso cuentito reflexión: Amigos en el silencio

“Los niños no juzgan, solo aman”

Buenas Steemians, aquí está mi participación en el concurso "Cuentitos" espero que sea de su agrado y dejen sus comentarios :)

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Era una niña callada, tímida y solitaria, siempre sola en un rincón, huyendo del resto de los niños, perdida en su mundo.

Fue la llegada de aquel niño moreno, con una sonrisa enorme y una fisionomía algo diferente para ella, que encontró un silencioso compañero de juegos.
Podían pasar horas el uno junto al otro jugando en silencio, el no hablaba nada y ella hablaba poco.

Con sus pocas palabras ella intentaba explicarle el mundo con el amor y la ternura que solo un niño puede brindar, aunque ella sabía que poco o nada de lo que ella le decía podía entenderlo.

Muchos días él no podía asistir, y a la niña apenada, con la cabeza gacha y retorciendo un mechón de pelo entre sus dedos, se dirigía a su maestra con un tono de voz bajo a preguntarle por su silencioso amigo.

La respuesta siempre era la misma. Un accidente. Para la limitada mente de una niña de cinco años, era incomprensible como un niño de su misma edad podía lastimarse tanto y tan seguido.

Durante aquel año lo vio desfilar con un sinfín de yesos, suturas y vendas enormes. A lo que el poco o nada podía explicarle.

Su corto léxico estaba comprendido por apenas unas 20 palabras básicas, en el que figuraban las palabras, “papá”, “mamá”, el nombre de su amiga y algunas necesidades básicas como “agua” o “comer”, pero a pesar de su corto vocabulario conocía y utilizaba frecuentemente la palabra “amo”.

Ella era su única amiga, la única a la que le aceptaba a su lado, ante cualquier intento de otro niño por acercarse a él reaccionaba de manera violenta lanzándole lo que tuviera al alcance la mano y se agitaba entre gritos y gesticulaciones exageradas.

Con el paso de los días cada vez aumentaban más sus inasistencias, hasta que llegó el triste día. Había sido transferido, según la maestra, a una escuela más adecuada para sus necesidades “especiales”.

La niña no entendía a que podía referirse, pero si sabía que significaba volver sola a su rincón y llorar en silencio por la ausencia de su amigo, su único amigo, aquel con el que en sus silencios se habían comprendido y había compartido con ella y ella con él, un mundo de soledad e inocencia, pero sobre todo cariño, del más sincero que se pueda recibir en la vida.

Pasaron los años, la niña conoció nuevas personas, logró hacer amigos, ya no era tan callada, pero siempre conservaba el recuerdo de aquel amigo, el más sincero que había tenido en su vida.

Una tarde cualquiera, debía asistir a la casa de su profesor a recibir clases particulares. Era un hombre carismático, con un desbordante sentido del humor y ella había sentido siempre un cariño especial de su parte, por ser conocido de sus padres pensó.

Al llegar a la residencia del profesor un hombre alto la abrazó con gran emoción y a pesar que gritó su nombre a todo pulmón ella no lo reconoció. Todo aquello representaba una escena bastante extraña, estaba en una casa desconocida mientras un hombre la abrazaba y gritaba “amiga” con una inmensa emoción. En medio de esta situación tan peculiar aparece el profesor y dice –Discúlpalo, el es así de espontaneo- el joven deja de abrazar a la chica y muestra una gran sonrisa, el profesor procede a presentarlo –Este es mi hijo Mario ¿Lo recuerdas? Parece que el sí te recuerda.

Ahora ella podía comprenderlo todo, su silencio, sus constantes accidentes, su fisionomía diferente y aquella inmensa capacidad de amar. Todo aquello cuando era niña no lo reconoció, pues los niños no juzgan, solo aman.

Ahora todo estaba claro, su amigo, su primer e incondicional amigo, aquel niño silencioso que ahora era un hombre, era Down. Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras los recuerdos acudían a su mente y sentía que lo amaba tanto o más que cuando había sido su único compañero.

¿Cómo la reconoció después de 10 años? Ella regularmente iba a la escuela de niños especiales acompañando a un familiar, también con Síndrome de Down quien trabajaba allí ayudando a los niños con necesidades especiales, pero ella nunca sospechó que era allí donde su compañero de juegos pasaba sus días, y mientras él la veía a ella, ella nunca lo vio.

A mi querido amigo Mario, quien me enseño que cuando el amor es sincero, las palabras están demás y que aunque no comprendamos nuestros silencios podemos compartirlos. Y que las personas menos esperadas te dejan las lecciones más grandes.

¡Agradezco a @blablajam y a @shippo por la iniciativa!
¡Espero no haber excedido el límite de palabras!
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Concurso abierto hasta el día 26/02/2018