La delincuencia como forma de vida

in #crime7 years ago

Lo primero y fundamental es que hemos encontrado que la delincuencia popular se constituye en una forma de vida. No es una conducta, no es un hábito, no es una orientación vocacional. O sea, toda una estructura que pertenece a la persona, pero que existe en todos de la misma manera, de tal manera que esas personas la tienen en cuanto se meten en esa forma de vida. Los dos que se recuperan no pertenecen a esa forma-de-vida,, pero cuando no las constituye por dentro; están siempre como al margen, a la orilla. Y por ahí es por dónde se recuperan, porque nunca se integraron plenamente a los significados que constituyen la “delincuencia”
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La forma de vida, por tanto, constituye una totalidad práctica, conceptual, vivencial e incluso semántica ,del significado que le dan a las cosas, porque le dan un significado distinto del que le damos nosotros, un modo de existencia, un estilo de vida, un sistema concreto de condiciones de vida, una forma de interactuar en la sociedad, una manera de hacer, una actualidad y posibilidad de ser un ser real, cómo son ahora y cómo pueden llegar a ser, el discurrir de un proceso en el tiempo. No es un accidente de una vida, sino una estructura que forma totalmente una vida.

Varios puntos del delincuente

*No aceptar nada que ellos puedan interpretar como sometimiento.

*No poder aprovechar las oportunidades de recuperación. Todos tienen oportunidades de recuperación y no las aprovechan.

*Presencia débil de padre en relación muy conflictiva.

*El destino libera de toda responsabilidad. No ante sí mismo, pues a ellos el crimen no les produce ningún sentimiento de culpa, es más bien una hazaña. La aparente total libertad de acción, en cuanto escapa a todo control, conforma una vida muy rígida y de la que el sujeto no puede salir, a la que se siente atada. La máxima libertad para hacer lo que les da la gana y sin embargo una máxima esclavitud a esa libertad, porque no pueden dejar de hacer las cosas arbitrariamente; eso es lo que se llamaría el destino ellos llaman “la vía”. No es en la realidad de la existencia cotidiana donde nuestros delincuentes encuentran el destino, sino precisamente en la extra limitación, en el rechazo de todo control y en la entrega desenfrenada a la realización del deseo. Eso los arrastra, los domina, los envuelve y se percibe como una fatalidad ineludible: “Si quiero tal cosa, la hago”. Y sin embargo, eso ellos lo perciben como destino, como que si estuvieran obligados a ello.

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La delincuencia padecida no es necesariamente en forma de crueldad y maltrato físico o de golpes fuertes y abundantes, como ya dije. La violencia que desde niño padecen nuestros sujetos, toma la forma del abandono con múltiples variaciones: ausencia de padre o madre, o de ambos; descuido de atención, rechazo, etc. Con excepción del caso ya indicado en cuya infancia la violencia familiar ha sido verdaderamente brutal e inhumana, no encontramos en nuestro estudio familias en cuyo seno se haya ejercido una violencia mayor que la de cualquiera de las familias comunes en los sectores populares. Sí hemos encontrado, en cambio familias delincuentes, familias abandonantes, familias descuidadas, familias de vínculos internos débiles, familias con poca solidez efectiva. Es el abandono, el abandono no suplido por nadie, especialmente el de la madre, cuando ésta falla en la función culturalmente establecida, en el afecto, en la atención, en su significativo vital para la vivencia del hijo.

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sin embargo, aquellos dos ejemplos de los que he hablado que en un determinado momento de la vida se recuperan de la delincuencia, la abandonan y se reincorporan a la vida normal dentro de la sociedad popular. ¿Cuáles son sus rasgos distintivos? ¿Cómo es que lo logran éstos y los otros no?

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