Estudio del relato en la mediación social durante la crisis social argentina
Estudio del relato en la mediación social
Introducción
Esta breve exposición introductoria tiene como objetivo orientar a los/as lectores/as en un ensayo se halla fraccionado en dos segmentos con sus respectivas aclaraciones necesarias. Es la metamorfosis del trabajo la que merece el análisis, pues, de ella parte la cuestión principal y la reflexión final, y es el relato, en fin, quien ha producido tal mutación y me ha forzado a comprender aquello que en un principio había sido nulo para mi reflexión: la palabra viva de los actores sociales. En las siguientes líneas se esbozará una conjetura –de la cual, por supuesto, no soy el primer expositor- que hallé estrictamente en la práctica de la investigación. Ninguna de estas consideraciones es producto exclusivamente de las ideas. Todas, al contrario, fueron concebidas por el análisis práctico. Esto parece evidente ya que líneas atrás expuse que la dinámica del texto es configurada por el relato. Pero sirve, de todos modos, para acentuar la importancia de la interacción –propia de la génesis del relato- en el ejercicio de la interpretación de las ciencias sociales.
I. Situación inicial
La investigación que debía afrontar se presentó, en mi imaginación, como un trajín obvio a recorrer para cumplir aquello que se me había encargado: recoger un relato significativo sobre los hechos ocurridos en diciembre de 2001 en Argentina. Por lo tanto mi tarea consistía en retomar algún testimonio ya conocido sobre aquella situación o entrevistar a alguien que haya confrontado en Plaza de Mayo a la policía en aquel caluroso diciembre. A pesar de ello, me encontró un relato –realmente el relato me encontró a mí y no al revés- que era la sombra de aquello que yo buscaba: el relato de una mujer que ese día se encontraba paseando por el shopping de San Isidro, uno de los barrios con mayor poder de adquisición y plenamente beneficiado por la política-económica del menemato que culminó en la crisis de la Alianza en el 2001. A grandes rasgos, esta señorita (que representa con tantos detalles a la era de la convertibilidad que exponerlos haría de ella un cliché) quedó atrapada en el shopping varias horas mientras los saqueadores intentaban apropiarse de algún objeto.
I. Sobre el relato como representación social
He aquí, entonces, una investigación comenzada gracias a un relato que logra explicar un fenómeno social por ser el otro extremo de la cuestión; una significación social que, en la expresión pura de su dimensión dialéctica, sólo existe porque hay una realidad que le es puramente alternativa; entrevista que representa, sin duda, una de las dos caras de la moneda que, cual balde de Okun, goteó del estado noventoso. La otra cara, por supuesto, cayó baleada por la ley en Plaza de Mayo. El relato de una persona per se ajena a toda manifestación social y popular, por lo tanto, ofreció una perspectiva de aquello que también sucede ante cada hecho social, el significado que generan todos aquellos actores simplemente por formar parte de la misma sociedad. El relato esclarece, en definitiva, cómo los procesos capitalistas conllevan fragmentado un tejido social cuyas redes culturales están supeditadas a la estructura económica subyacente, que ciertamente en estos casos, se desoculta y enseña su verdadero espíritu.
II. Situación inicial
Una vez acabada la entrevista me volqué entonces en el desarrollo de la teoría recién descripta, con el propósito de procurar a el/la interesado/a aquellas formas ocultas de todo proceso social que quizás un relato pudiera establecer; pero a costas de este ejercicio olvidé focalizar mi atención en aquello que desde un principio era el objeto de mi estudio. No obstante, en el análisis de la situación de la entrevista hallé cierto detalle que me volvió por completo a aquella fuente que me había entregado, en un principio, toda posibilidad de teoría y análisis: el relato. Allí encontré una expresión que, por su repetición y dislocación en la coherencia de cada respuesta capturó mi atención.
II. Sobre la mediación del relato entre el individuo y la realidad
Si este ensayo se tradujera al idioma convencional, la transcripción de este concepto sería, posiblemente, errónea, si no se entiende el significado que adquiere en este contexto y en esta cultura. Dado que la expresión en el lenguaje corriente inglés no existe, voy a homologar el concepto con la dinámica del ensayo y argumentaré por oposición. La expresión “cualquiera”, utilizada reiteradamente por mi entrevistada, significa exactamente la antípoda de “whatever” que, en la lengua popular norteamericana significa “lo que sea” – expresión que suele acompañarse con un sutil desliz de la muñeca hacia el exterior del cuerpo. Esta es la perfecta oposición al término utilizado por mi entrevistada, pues, a diferencia de ella, que problematizó la situación, que detuvo la marcha de la respuesta -con un “cualquiera” (mi actitud)- para admitir su grave error al haberle otorgado banal importancia al hecho en cuestión hasta el momento de la entrevista- resta toda importancia a cualquier situación, explicando u ocultando la ignorancia con un simple “lo que sea”, “whatever”. No es capricho ni obsesión la interpretación exhaustiva del término “cualquiera”, es, en realidad, el eje de la cuestión.
Si aún no se ha comprendido el concepto expuesto, entiéndase: aunque nueve años tarde pueda parecer una exageración, realmente la entrevistada comprendió allí, durante la producción del relato, en la oralidad misma, la magnitud del hecho sucedido y la gravedad de su indiferencia con respecto a ello. En ese instante preciso se pusieron en juego significados que sólo se presentan en la interacción social, o para ser más preciso, en la interacción simbólica a través de “conceptos sensibilizadores”, es decir, “conceptos que representan instancias ilustrativas de fenómeno en el lenguaje de los propios actores” (Blumer 1982).
De este modo el relato hizo de mediador entre la entrevistada y la realidad; le expuso ante los ojos su apatía y confirmó frente a los míos el modo en que los significados que produce una sociedad o un individuo cualquiera, los hechos trascendentes o aislados, en definitiva, el mundo mismo, no adquieren valor alguno sino por la mediación que instrumenta el relato. De manera que, sólo acaso de esta interacción el individuo logró una representación simbólica de un hecho que lo (la) había tenido como protagonista y que quizás habría perecido como anécdota si no hubiera interferido la entrevista. “En este enfoque se asume que los testimonios giran alrededor de un yo que no sólo tiene capacidades lingüísticas sino que expresa un yo especular o directamente social que aparece como un proceso en el que el individuo se experimenta a sí mismo como tal” (Alonso, 1998).
Reflexión final
Aunque breve y concisa, esta exhibición tiene un fin preciso: presentar al testimonio como prueba impoluta de investigación social. Desde luego, cada reflexión aquí expuesta deberá contar con un análisis más exhaustivo y con nuevas formas en las que el relato se presente como evidencia necesaria para el científico social. Pero no son las innumerables formas en las que se presenta el relato el objetivo de este estudio, sino la capacidad del mismo para transformar cualquier prejuicio del investigador. Aquello que se intenta destacar son los ya nombrados conceptos sensibilizadores, pues, no son estos significados fríamente elaborados por el interlocutor, sino, “significados que surgen naturalmente de la gente que estudiamos” (Berg, 1995).
Aquí presentado como mediación entre el individuo y la realidad y como representación de cualquier significado social, la voz viva descubre circunstancias olvidadas tanto por los representantes del análisis estructural, como por los álgidos utilitarios de la agencia y el mercado: el relato, nuevamente, mediador entre aquello(s/as) que produce(n) significados y la realidad y en tanto, entre aquellos/as que debemos, necesariamente, valernos de esta herramienta hermenéutica para lograr la interpretación de los significados producidos. Esto es, en definitiva, aprehender los marcos de sentido que intervienen en la producción de la vida social y reinterpretarlos a la luz de los esquemas teóricos producidos por la ciencia social, en la explicación de la “doble hermenéutica” ofrecida por Anthony Giddens (1997).
En fin, culmino el estudio para no trillar con reiteraciones, resaltando la importancia del relato como testimonio vivo, como realidad material y representación humana de la transición social, a la que Raymond Williams (1977) hubo de acuñar “proceso social activo”.