La Bolsa de Carbón
Bridgeport es una apacible ciudad a unos 100km de la ciudad de Nueva York, y permite a sus habitante disfrutar de la calma de una ciudad pequeña con los beneficios de una súper Urbe como Nueva York a 75 minutos de distancia; también tiene un hermoso campo suburbano lleno de casas y granjas de gente con recursos, sus granjas de caballerizas son muy conocidas en la región
En un hermosa hacienda de estas vive Gabriela, junto con su acaudalada familia, poseen una hermosa hacienda, con caballerizas de calidad y un despampanante campo verde cuidado de varias hectáreas a su alrededor. Gabriela era la menor de 5 hermanos, Jacob ya era médico veterinario y se dedicaba al negocio familiar de caballos, Lucy también era graduada en Literatura e impartía clases en la Universidad de Bridgeport, Mery estaba en su Senior Year del High School y Eric asistía curso de octavo del High School; Gabriela apenas tenía 6 años y los vecinos creen que fue una bendición no planificada para William Thompson y Mildred Chester Thompson, pues nada indicaba que estuviesen buscando el 5to fruto de su amor.
Siendo católicos practicantes, era común disfrutar de las festividades del niño Dios de manera muy tradicional, aunque muy americana, al ser una familia típica blanca americana no podían faltar el árbol y Santa en todos lados, pero también estaba el pesebre y tradiciones muy típicas del catolicismo. Los Thompson Chester tenían un mini ejército de personas viviendo en la hacienda para mantener la misma de forma efectiva.
Eran vistos como una familia anglosajona típica, pero sus trabajadores se sorprendían de lo llanos y sencillos que eran los Thompson Chester, a pesar de su posición, trataban a las personas con respeto y amabilidad, y los niños Thompson siempre acostumbraban a interactuar con los empleados y sus familiares con regularidad.
Gabriela había entablado amistad con Jessica, la hija del señor Martínez, encargado de la limpieza de los corrales y caballerizas de la hacienda. Diego Martínez y Sabrina Cordero habían emigrado de Centro América, y la pasaron muy mal en ese trayecto con sus hijos, llegaron sin nada a los EE.UU. y consiguieron una buena oportunidad con los Thompson Chester, buen trabajo, un sitio decente donde vivir y mucho amor y respeto. Al ser también católicos, compartían el tiempo de Dios como familias en la iglesia cada jueves y domingo.
A pesar de la sencillez y candidez de los Thompson, Gabriela era la niña mal criada de la casa, era tremenda y desobediente, sus padres, quienes con sus hermanos mayores fueron muy rigurosos, eran muy blandos con Gabriela, quizás porque ya estaban entrando en una edad más calmada, así que Gabriela tendía a ser caprichosa y parecía siempre salirse con la suya en sus travesuras.
Al ser Jessica la única niña de su edad en el sitio, se convirtió en su mejor amiga y adoraban pasar tiempo juntas jugando y haciendo tremenduras a todos. Pero era Gabriela la más tremenda y atrevida, se comportaba muy mal de hecho y eso ya estaba cansando a algunas personas, incluidos sus hermanos mayores.
Mery era la que más lidiaba con su hermanita y con mucha astucia se le aproximó y le dijo “Gabriela, ¿sabes que Santa y el niño Dios tienen una lista de niñas y niños que se comportan muy mal verdad?, no sabía dijo Gabriela con desdén. Bueno, si te comportas muy mal ellos solo te traerán una bosa llena de carbón de regalo, así que intenta mejorar tu comportamiento; pero Gabriela no le importó el cometario y siguió en su habitual rutina de hacer bromas a la gente.
Llegada esa navidad, se hicieron la entrega de regalos, habían muchos regalos en el árbol, y para Gabriela solo había un regalo, grande y pesado en un saco, ella salió desesperada a abrirla y quedó en shock, dentro de la gigantesca bolsa habían enormes pedernales de carbón, el solo tocar la bolsa llenó de hollín sus manos y su cara, estaba devastada, sus padres y hermanos también lo estaban, pero no podían argumentar nada, sabían que Gabriela se había portado muy mal.
Buscando que se le olvidara el mal momento, Jacob la abrazó y le pidió que lo acompañara a hacer la ronda por los aposentos de los trabajadores que vivían en la haciendo; Gabriela había interactuado con ellos, pero jamás había ido a sus viviendas, suponía que vivían tan bien como ella.
Pero la primera casa que visitó fue la de los Martínez, y al ver a Jessica corrió y le contó su calamidad, Jessica le dijo que ella se esforzó en comportarse los últimos meses, y aunque no le llegó la bicicleta que había pedido, al menos le dejaron una linda muñeca de trapo, a la que llamó Gabriela; Gabriela meditaba en silencio, no le pareció muy justo pero bueno, al menos su amiga obtuvo algo.
Entraron a la casa de los Martínez y Jacob llevaba unos sacos llenos de comidas navideñas y unos regalos, los Martínez dieron gracias por la gentileza de Jacob y lo invitaron a comer con ellos, se sentaron y disfrutaron de una deliciosa comida, con tacos, enchiladas y otras cosas típicas de Centroamérica.
Pero Gabriela estaba estupefacta, tenían un escueto arbolito semi-adornado, unos pequeños guindachos de adornos algo descoloridos y un pequeño pesebre con figuras desgastadas.; el sitio estaba frío y Juan, el menor de los hijos de Diego y Sabrina tenía una fiebre y temblaba por el frío; Jacob notó la situación y mandó a traer leña para alimentar el fuego y medicinas para el pequeño. A pesar de todo los Martínez estaban felices y disfrutaban dentro de lo precario de su situación; Gabriela solo observaba y pensaba en todo eso, era algo que no había notado hasta ese día.
Pasaron Jacob y Gabriela por todas las chozas de los empleados de la hacienda, y veían lo mismo, una gran precariedad, pero con mucha alegría y esperanza, ya el impacto de haber recibido tan horrible regalo había sido olvidado, Gabriela pasó la página
Y al siguiente año, Gabriela siguió siendo la misma alegre y vivaz niña de siempre, pero se comportaba mejor, era educada con la gente y colaboraba con todo, la visita junto a Jacob de la nochebuena anterior había hecho algo en ella para bien.
Llegada la víspera de la navidad, procedieron a colocar las cartas a Santa para pedir su regalo de navidad para este año; Mery, de manera al intrigante, le preguntó a Gabriela si había sido buena este año, y Gabriela dijo con determinación, Claro que sí, sé que mi regalo este año si va a llegar, será exactamente lo que pedí sin duda.
Y llegó la nochebuena y se procedieron a abrir los regalos traídos por Santa, pero todos quedaron horrorizados a ver 4 gigantescos sacos con el nombre de Gabriela en el árbol, era claro que había en esos sacos, había indignación.
William y Mildred vociferaban ante tal injusticia, “ella ha sido muy buena este año, ¿Cómo va a ser posible esto? Bramaba Mildred, mientras que William intentaba buscar como consolar a Gabriela, todos se miraban sin saber que decir y se escuchó un grito en el fondo, era Gabriela que había abierto su bolsa.
El desespero de la familia era tan terrible que no se atrevieron a voltear a mirar a la niña, pero luego vinieron unas risas emocionadas y Gabriela dijo, si lo sabía santa Traería el regalo que yo le pedí, 4 bolsas llenas de carbón; todos estaban asombrados, no daban crédito a lo que ocurría, todos menos una persona, Jacob, quien sonreía amablemente viendo a su hermana preguntándole ¿por qué has pedido eso Gabriela? Aun cuando ya sospechaba la respuesta.
“He visto como sufren las navidades los trabajadores por el frío del invierno, y nuestra leña no produce mucho calor, así que cuando recibí el regalo el año pasado pensé, ¿a quién podría servirle este montón de carbón?, pues mi hermano Jacob fue alumbrado y me mostró la respuesta…”
Gabriela entonces le dice a Jacob “vamos hermano, hagamos de nuevo el recorrido, llevemos el carbón, la comida y los regalos”, Jacob solo pudo reír y obedecer, llevaron todo a las casas de los trabajadores, y por primera vez Gabriela disfrutó realmente de una nochebuena completa.
De ese momento en adelante, Gabriela nunca volvió a pedir nada para navidad, pero siempre estaba llegando La Bolsa de Carbón, esa cómplice bolsa que le permitía compartir con su familia y amigos una nochebuena especial todos los años, porque al final, el presente no viene envuelto en un caja, viene incrustado en el corazón de las personas, y si son lo suficientemente valientes y nobles para desencajarlo, podrán ver la verdadera felicidad.