Mi primer post... siglos después

                                 La nostalgia de crecer

  Dedicado a mi mamá en su cumpleaños.

He decidido iniciar de esta manera mi Steemit, porque al momento de redactar, sigue siendo el cumpleaños número 50 de la mujer que me trajo al mundo, la que renunció a sus sueños para que ¡éste parto! Pudiera sobresalir –a puros dolores de cabeza, y aunque me fui con versos izquierdos, sé que está orgullosa de mí–.     

Soy una persona joven, apenas tengo 27 primaveras, o que me gusta llamarlo, inviernos. Este artículo, será una de las pocas biografías que escribiré en mí vida, aspiro a ser escritor por una de las personas que más admiro, Stephen King. Sueño con publicar libros, más que con publicarlos, escribirlos, pero como persona soy alguien… bien pendejo, soy de pocos amigos y muchos conocidos, la Universidad Clementina Suárez me ayudó a abrirme un poco más en mis relaciones “sociales”, gracias Pavelín.   En fin, creo que todos recordamos esos días en los que éramos felices y no lo sabíamos. 

Yo por desgracia no, la mayor parte de mi niñez me pase viendo a mi mamá dejando de comer por darme a mí y a mis hermanos. Un niño de 12 años viendo eso, claro que me iba a traumar. Parte de escribir esto tiene mucho que ver con… ¡Dragon Ball Super! En algún momento, aunque mi madre, a quien –repito– dedico esto, me prohibió ver a Goku, pero pudo ceder luego. Recuerdo que en mi infancia, ella sabía muy bien de mi “fiebre Saiyajin”, calcetines, camisetas, muñequitos (figuras de acción) y hasta cajas de cartón para fabricar mis propias armaduras del Ejército de Freazer. Una locura.  

No quiero hacer esto muy largo, así que iré al grano. Como todos ya lo saben esta semana finalizó momentáneamente DBS, inmediatamente sentí mucha nostalgia porque cuando niño, no sentía traumas psicóticos, solo era un niño, un tremendo e inocente ignorante. El tiempo pasó muy rápido. Otro factor que me llevo a esto fue una canción “La Célula No Explotó”, de José Madero, muy nostálgica y de repente me puse a pensar en todos los sueños y aspiraciones que tenia de niño y lo inocente que fui y pues… –alerta de giro inesperado– he caído en cuenta, que el golpe de Estado de 2009 en Honduras, me robo lo poco que quedaba de inocencia. Mamá, lo siento. 

Fui un rebelde en mi adolescencia, te cause problemas innecesarios, te hice daño, aun así creíste en mí. En abril de 2017, pasó algo que casi me hace llorar con inocencia de nuevo, era mi graduación de la universidad, hubo mucho desvelo, sangre sudor y lágrimas, multiplicado al doble porque soy de una familia económicamente pobre y porque tengo una enfermedad en mi audición que de verdad me obligó a trabajar más.   Llegó el 2018 y se impuso un tirano, alguien que tiene el visto bueno de mi madre. Tuvimos un problemita el 12 de enero, por suerte su amor perdonó la “insolencia” de este pendejo. 

En efecto, todo en mi país está peor que antes, en efecto ya nada es igual, y hablo de todo, el rocanrol parece muerto, MTV ya no es algo para ver y de mujeres ¡mejor cantemos las de Chente! Hace unas semanas recordaba con un amigo varios episodios de South Park –que también ha cambiado mucho–, entre ellos la mini saga de cuando Stan (el del gorrito azul) empezó a ver todo como una mierda –como yo ahora– y su solución fue la bebida.   Justamente me pasa eso, la bebida, las películas viejas, la música vieja –de mi adolescencia y la clásica por supuesto–, todo lo viejo me ha traído hasta este, si pudiera llamarse “ensayo”. No cabe duda que adaptarse es una de las mejores cosas que sabemos hacer los seres vivos, pero, no sé porque me ha costado tanto el aceptar que ya nada es igual. En las últimas dos semanas me he pasado recordando mi juventud y me queda un gran pesar. 

Debí haber disfrutado más. Hay quienes dicen que soy un peleón de redes sociales o un “revolucionario de Facebook”, Es aquí donde quisiera aprovechar para reconocer otro factor por el cual empiezo escribiendo así. Si hubieran vivido lo que yo viví también estarían molestos con el gobierno del Partido Nacional de Honduras.   A mis 27 inviernos no he sabido comprender ni manejar el paso del tiempo, lo que me preguntó muy seguido es ¿soy el único que piensa así? 

Dejaré esto aquí, dije que era una especie de ensayo, me parece más una reflexión, quizás cuando lo lea en unos años me diga “puta, me puse a escribir pura pendejada”, pero será gracioso hacerlo. Si viajara al pasado y pudiera encontrarme con mi yo de 10 años solo le diría una cosa… los números de la Lotería y “boy you was battle born”.