Yo, Sigismund Freud. La Lechuza de Minerva, Revista de Humanidades. Nº 1

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Yo, Sigismund Freud/

@sandracabrera*

Me he dado cuenta de que las distintas fuentes históricas no se han puesto de acuerdo en las fechas sobre los acontecimientos más resaltantes de mi vida; mi nacimiento, por ejemplo, lo han marcando en diferentes períodos que van desde 1856 a 1865; lo cierto es que las referencias más confiables se sitúan en el año de 1856.


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Moravia, en la actual República Checa. Era el mes de mayo, en plena primavera. Para ser más específico, era el 6 de mayo. Fui el hijo mayor de mi padre en su tercer matrimonio, mis relaciones filiales se resumieron en cinco hermanas, dos medios hermanos y dos hermanos; inclusive, ya era tío al momento de nacer, a causa de mi hermano mayor, que era el hijo de mi padre en su matrimonio anterior.

Para aquellos años, estas intrincadas e irreverentes relaciones familiares fueron motivo de constantes cavilaciones y reflexiones tratando de comprender, a saber de muchos que han tratado de escribir mi historia, lo complejo de las relaciones humanas.

Mucho antes de que yo naciera, mi padre, siendo muy joven, aprendió el oficio del comercio con lanas, lo cual le permitió subsistir por unos años; aunque para la víspera de mi nacimiento ya el negocio había desmejorado lo suficiente como para cubrir sólo los gastos básicos de la familia. Este hecho ocasionó que nos trasladáramos a Leipzig y, posteriormente, al año nos mudamos a Viena. Yo contaba con apenas 3 años de edad.


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Crecí con esta ciudad. Mis estudios en la escuela primaria, al igual que los estudios secundarios, los finalicé con excelentes calificaciones. Los maestros con quienes tuve la oportunidad de compartir esos años de formación ya señalaban mi carácter “analítico, observador y reflexivo”.

Cuando estaba próximo a ingresar a la universidad, me había inclinado por la carrera de Derecho; pero luego me decidí estudiar medicina. Este hecho estuvo marcado, no por el deseo de ejercer esta profesión; sino porque me pondría en la posibilidad de estudiar el carácter humano con tenor científico, lo cual representaba en ese momento una verdadera inquietud intelectual.

Gracia a dos becas de estudio que me fueron otorgadas tuve la oportunidad de estudiar en el Instituto de Zoología de Trieste y en el hospital de la Salpêtriere de París.

El período desde 1882 a 1885 fue especialmente significativo para mí. Me dediqué a la neurofisiología en el Instituto de Fisiología de Ernst von Brücke; inicié mi trabajo en el Hospital General de Viena en 1886, donde instalé mi primer consultorio privado; trabajé como neuropatólogo y me casé con la hermosa Martha Bernays.

Con ella tuve una relación tormentosa, llena de rupturas y reconciliaciones, debido a mis incontrolables celos. Tuvimos seis hijos, tres varones y tres hembras. La menor, Anna Freud, seguiría mis pasos, se convirtió en psicoanalista infantil.


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Uno de mis amigos más cercanos, relacionado con lo que iba a ser la Introducción al Psicoanálisis, fue Josef Breuer, juntos elaboramos un libro titulado Estudios sobre la Histeria, que se publicó en 1895. Luego, por diferencias irreconciliables de tipo conceptual y práctico, nuestra amistad tuvo una ruptura definitiva.

Durante esos mismos años, difíciles y complicados, mi padre casi siempre estaba sin trabajar porque el negocio de las lanas ya iba en su declive total, por lo que la vida de mi familia estaba sometida a continuos y drásticos altibajos económicos. Finalmente en 1896, un frío mes de octubre, murió. Para ese entonces yo ya había cumplido mis 40 años.

Durante el período de duelo realicé investigaciones sobre la histeria, maduré mis ideas sobre la concepción de la mente e inicié la transformación de algunos de los principios teóricos en los que se fundamentaba mi metodología terapéutica, basada en la hipnosis, para implementar en la práctica un método que llamé “de asociación libre”.

Por esa época me volví muy solitario, tenía mal genio, pasaba horas meditando sobre mi trabajo y no me daba cuenta de que me había quedado solo; pero lo más grave fue que el círculo médico donde me desenvolvía llegó a despreciarme. Pensé que tal vez no estaban preparados para comprender mis teorías y enfrentar el cambio de paradigma que estaba anunciando y por el cual la historia finalmente me reconoció.

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Incorporé a mis tratamientos los conceptos que serían clave para el psicoanálisis: el inconsciente, la represión y la transferencia. Mis escritos reflejaban todas las dimensiones de mi pensamiento. Definí el “Complejo de Edipo”, la neurosis e interpreté símbolos en los sueños.

Desde ese momento no conocí límites, desplegué el esquema psicológico que había descubierto y que, partiendo de lo individual, transcendía hacia lo colectivo (la religión, la educación, la cultura, el arte): represión, libido, inconsciente, yo, ello y super-yo.

En ese período de mi transformación profesional, específicamente en el año 1899, publiqué La Interpretación de los sueños y en 1905 salió a la luz Tres ensayos de teoría sexual, que fue reconocida luego de mi muerte como la segunda obra más importante después de Introducción al Psicoanálisis.

Aunque para ese año todas las teorías que estudié, fundamenté y propuse al mundo ya se instalaban sólidas por el peso de su propia lógica, no tuve muchos estudiantes y aún experimentaba la soledad que me impuso el círculo profesional. Pero al año siguiente nos reuníamos en mi casa para conversar y analizar nuestras visiones con respecto a la investigación psicológica. Este grupo llegó a consolidarse como una verdadera sociedad psicoanalítica y en 1908, en primavera, invitados por Carl Gustav Jung celebramos el "Primer Congreso Psicoanalítico".

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Recuerdo que esos hechos fueron definitivos para el reconocimiento de mi trabajo. Viaje por todo el mundo dictando conferencias, en las que me acompañaba Jung. Cuando finalmente llagamos a los Estados Unidos de América, invitados por la Universidad Clark de Worcester, Massachusetts, comprobamos con sorpresa y entusiasmo que, mucho antes que en Europa, mi ideario había hecho huella en América: “Nadie es profeta en su tierra”.

Luego fundé la "Sociedad Internacional de Psicoanálisis", donde Jung fue Director hasta 1914; pero, como en el pasado sucedió con Breuer, tuvimos algunas diferencias a nivel profesional. El motivo fue que no permití que procediera a la ampliación que pretendía dar al concepto de libido más allá de su significado estrictamente sexual.

Fue hasta el año 1916 que publiqué mi Introducción al Psicoanálisis, la teoría por la que sería reconocido en todo el mundo. En la actualidad los círculos profesionales restan importancia a esta obra; sin embargo, pienso que sentó bases importantes para continuar el progreso del estudio del hombre y de la psicología como ciencia.


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Por ese entonces, mi condición de judío, la identificación de mi familia con esta comunidad y sus costumbres nos trajo inconvenientes legales. Los historiadores revelan que en la ciudad de Berlín mis obras fueron quemadas públicamente y que debido a esta persecución cercada por una ciega y desmesurada ideología radical, me vi obligado a emigrar a Londres.

En 1923 fui diagnosticado con cáncer de mandíbula y finalmente mi vida terminó en esa ciudad, un 23 de septiembre del año 1939; aunque esta enfermedad estuvo debilitando mi salud trabajé hasta el final de mis días.

Sé que cada año el mundo entero celebra mi legado. Universidades de Europa y América tienen mi busto. Hay parques, avenidas, plazas y monumentos que llevan mi nombre. En las puertas de los recintos vinculados a la investigación psicológica se puede leer algunas de mis frases: "La voz de la razón es suave".

Sé que autores importantes de esta década han juzgado mi obra más representativa y por la que se me reconoce mundialmente, Introducción al Psicoanálisis. Algunos se atreven a expresar que, más allá de su acotación como elemento para dirigir y fundamentar terapias, es un instrumento valioso para estudiar las múltiples aristas que determinan la conducta y el pensamiento de los hombres.



Fuente: Fotografía de Julian Osley bajo Creative Commons Licence.

Finalmente, esta fue mi vida. Yo fui Sigismund Freud. Así figura en el certificado original de mi nacimiento, el mismo que con su puño y letra firmó mi padre.

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@sandracabrera*. Licenciada en Educación, mención Dificultades de Aprendizaje, con diplomado en Literatura Infantil, estudios de maestría en Educación Especial Integral y Planificación Educativa. Actualmente estudiante de psicología. Aficionada a la lectura, a la escritura y al dibujo.

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¡Excelente! ¡Como todas tus creaciones, querida @sandracabrera! ¡Un abrazo!

Hola, @zeleiracordero. Qué bueno verte por aquí. Gracias por el comentario.
Saludos.

Muy interesante @sandracabrera, de verdad que fue todo un personaje el doctor Sigismunf Freud, su vida lo escribiste de forma tan amena que lo leí rápido y sentí que realmente me estaba hablando.
Gracias por compartir esta historia.

Hola, @zulosteemit, ¿cómo estas? Qué bueno. Esa era la idea ya que una biografía tan densa y extensa como de la este gran señor debe llegar a todos los que visiten este espacio. Y efectivamente, es uno de los grandes personajes de la historia de la psicología.
Saludos.

Si Freud pudiera responderte te agradecería esta publicación @sandracabrera. Excelente manera de percibirlo y reseñarlo. Saludos

Gracias @marcybetancourt. Muy amable tu comentario.
Saludos.

Muy buena tu idea de hacer el texto sobre Freud en primera persona, @sandracabrera. Te felicito por tu post: interesante manera de tratar la biografía de este personaje que tanto le dio a la humanidad. Felicitaciones también para el equipo coordinador de La lechuza de Minerva. ¡Mucho éxito! ¡y un bravo para @EquipoCardumen!

Gracias, profesora @alidamaria. Es uno de mis autores de referencia. Considero que le debemos mucho por el camino que nos dejó marcado.
Saludos.

Excelente trabajo Sandra. Cuentas con nuestro voto; pero te recomiendo que te asegures que las imágenes no están sujetas a derecho de autor. Vista la siguiente página: https://www.publicdomainpictures.net/es/

Buenas noches, @proconocimiento. Agradecida por su apoyo y por su observación. En particular esta última me permitió corregir errores que tenía en la manera en la que estaba colocando los links de las direcciones de los sitios de donde extraigo mis imágenes. Siempre he tenido cuidado de usar imágenes con licencias de reutilización, como hice para el presente artículo, cuyas imágenes fueron extraidas de Wikimedia Commons, a excepción de la segunda, extraída de Wikipedia (con licencia Creative Commons) y la última, que es una fotografía de Julian Osley bajo Creative Commons Licence. He procedido a referenciar correctamente todas las imágenes. Por último, agradezco el enlace al repositorio de imágenes libres de derechos. Me será muy útil.

Te felicito por este nuevo emprendimiento.

Muchas gracias, @breili, por tus buenos deseos, por visitar este sitio y apoyar la publicación.
Saludos.

Gracias por meterte en su piel @sandracabrera, por traernos su vida aquí cerquita. Un excelente trabajo y mucho éxito a La lechuza de Minerva.

Saludos, @evagavilan. La verdad no fue fácil hacer este acercamiento hacia un hombre como Freud. Sientes que tocas la vida de alguien y no pretendes cometer errores.
Gracias por tu visita y apoyo.

Excelente biografía . Muy buena la idea de narrarlo en primera persona.

Hola, @francisaponte25, qué bueno verte por aquí. Gracias, por ese comentario y por tu interés en este tema.
Saludos.

@nnnarvaez.

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Fuente: bajo licencia Creative Commons CC0.

@leveuf

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Fuente: bajo licencia Creative Commons CC0.