En Aquella Noche - One Shot
Mientras iba anocheciendo, las voces se iban haciendo más fuertes, no tengo ni idea de cómo empecé a andar por la noche sin compañía, tal vez quería sentirme más fuerte, más independiente, cuando ya no era así. Me paré en frente de aquel bar en el que frecuentábamos, a veces él, a veces yo, a veces los dos. No podía creer que ya tan tarde se estaba haciendo pero no quería ir a mi hogar, no quería estar más allí, no con él, solo no sabía cómo hacérselo saber.
Esperé un rato más, la noche estaba completamente negra y las estrellas se veían completamente y la luna más grande como nunca la había visto, recordaba aquellos días de pequeña cuando íbamos a cierta playa en la que se veía el cielo igual, todo estrellado y me decían que en el momento en el que miraba hacia arriba me quedaba tan ensimismada que el tiempo se paraba en seco para mí y duraba rato mirándolo, tanto que me quedaba dormida en la arena solo viendo esas estrellas.
Entré en el bar, pedí ron y me senté en una de las mesas más alejadas de la entrada, ya sea por el frío o porque no quería que nadie se me acercara. Mi celular empezó a sonar, era él, no quería contestarle, le colgué, volvió a llamarme, iba a empezar a llorar, no quería verlo a la cara, no quería volver allá, apagué el teléfono. Al poco tiempo alguien llegó al bar, ¿lo esperaba? Intenté mantener la compostura, no podía dejar que con alguien así yo temblara del miedo, para mi mal rato volteó y se me quedó mirando, teníamos años que no nos veíamos, le di un sorbo a mi vaso, yo también lo miraba, la piel se me puso de gallina, no quería creer lo que estaba sucediendo, pidió lo mismo que yo y se acercó a mi mesa.
— ¿No está muy tarde como para que andes por esta zona? ¿Estás sola?—, no sabía que decirle, sé que si le decía la verdad iba a volver a lo de antes con él.
— Antes me la pasaba por acá a estas horas —, no era mentira, llevaba años que no frecuentaba este lugar, pero seguía siendo el mismo cantinero, y seguía siendo yo, o al menos eso creo.
— Pero estabas conmigo —, seguía teniendo el mismo corte de chico malo, y aún sigo pensando que se le ve muy bien, estaba aún mas fornido y con una barba ya de tres días. — Cuando venías sola era a esperarme, o te ibas a encontrar con amigos para ir a otro lugar. —, no podía creer que recordara aquello como si fuese ayer, no quería suponer que me extrañaba o al menos que me pensara. — No me respondiste, ¿estás sola?—, me miro de manera punzante, sus ojos me dolían, era entre triste y enojado.
— Si estoy sola, creo que tengo que ir a casa —, me terminé de tomar el trago, me paré de la mesa y volteé, el seguía ahí, mirando su vaso. Pero no podía seguir en ese juego con él, no podía seguir lastimándolo.
Abrí la puerta del bar y pisé la calle, el corazón no paraba de latir rápido, no podía creer como le hablé, como lo vi, lo poco cambiado que estaba y no entendía lo mucho que lo extrañaba, quizás por esa razón fue por la que entré a ese bar, a pesar de que fue sin pensarlo. Un frío recorrió mis huesos y por instinto me agarré los brazos y empecé a caminar, ¿hacia dónde? No sé, solo caminaba. Me paré en un semáforo y cuando por fin me dio paso, una mano sujetó mi hombro, no sabría decir si fue con fuerza como si no, o si reconocía la mano, volteé y vi unos ojos azules viéndome, sentía que lo había visto en otro lugar pero no sabía quién era, asustada intenté separarme de él y corrí en dirección hacia el bar, volteé y no lo vi, pero sentía que seguía detrás de mí y seguí corriendo y volví a toparme con él, esos ojos si los conocía, ese metal claro que hacía ponerme la piel de gallina con solo verlo estaba allí.
— ¿Ahora por qué corres? ¿Me buscabas? Sé que soy irresistible—, no sabía qué hacer, estaba asustada, y así como me lo topé empecé a llorar en su pecho, olía muy bien, ya en ese momento no sabía si era por el miedo, por verlo y extrañarlo o por la razón por la que no quería llegar a mi casa. — ¡Basta Hermione! vamos a mi casa, debes tener frío.
Y empecé a caminar con él, en dirección contraria a mi casa, tenía tiempo que no iba hacia allá pero aún sabía donde quedaba, mi memoria no me fallaba y menos si me la pasaba en ese lugar, si viví allí. El frío me apaleaba y empecé a estornudar y me dio su chaqueta. Por el camino, veía hacia arriba y las estrellas seguían allí, pero no podía parar de caminar, él me agarraba fuertemente de las manos y yo no quería soltarlo, me sentía como hace años cuando caminábamos de esa manera. Le miraba la nuca mientras faltaba poco para llegar a su casa, su cabello amarillo tocaba su cuello de una manera muy dulce y luego recordé como era cuando estábamos juntos, pero también como era cuando a él le daba por fumar marihuana y aquellas mañanas en las que los dos estábamos en la misma nota. Metí las manos en los bolsillos de la chaqueta a ver si seguía siendo el mismo pero no encontré nada.
Vi una casa de ladrillos rojos y noté que habíamos llegado, subiendo las escaleras de la entrada le pregunté si aún estaba la vieja vecina a lo cual me respondió que aún seguía viva, y empezamos a hablar sobre ello. La casa no había cambiado mucho, le había dado otro toque de pintura pero aún tenía los mismos muebles, me sentó en el mueble grande y se fue a la cocina, me preguntó si quería un té y se dispuso a hacerlo. Quería saber si había cambiado algo en el cuarto y cuando empecé a caminar el salió de la cocina y me dijo que se tardaría un poco, le dije que iría al baño y se dirigió al balcón. Llegue al que era nuestro cuarto y noté que la había dejado igual que antes solo que la habitación no tenía su ropa y olía a soledad, ningún perfume ni nada. Escuché que tocó la puerta y me volví hacia él.
— Yo no estoy durmiendo en este cuarto, por si querías saber, ¿no ibas al baño?—, sus ojos me miraban atentamente esperando que le respondiera, me entristecí en ese momento pero lo entendía, sabía que ese cuarto le dolía.
— Ya voy hacia allá solo me dio curiosidad —, pasé a su lado y sentí que suspiró, entre al baño y me lavé la cara, el maquillaje no lo tenía corrido y sentí mejor, al menos no me veía mal, al contrario de cómo el tiempo en el que estuve con él, estaba más arreglada.
— Ya el té está listo —, escuché a través de la puerta.
Salí del baño y él estaba sentado en la mesa esperándome con dos tazas al frente.
— Está muy tarde, si quieres duermes en el cuarto al que entraste, si tienes hambre me avisas para hacerte algo. Todavía no sé porque lloraste, o porqué estabas sola en el bar pero ya me lo contarás cuando te sientas mejor—. Mientras me hablaba no me miraba, solo veía hacia el balcón, supongo que le dolía el verme ahí en su casa.
— ¡Uy! está caliente — me había quemado la lengua, y él empezó a reír, una de esas risas tontas en las que parecía un niño que se está burlando de su profesor.
— ¿No cambias eh? Sigues siendo una tonta, a pesar de que pareces toda una mujer, en el fondo sigues siendo tú, ¿te casaste como querías? —, no sabía cómo había cambiado la conversación tan radicalmente tu también sigues siendo tú.
— No me digas así y si, si me casé—, le cayó como un balde de agua fría y su expresión se endureció— ¿y tú? ¿Estás de mujer en mujer o hay alguna especial? —, lo dije con un tono molesto sin querer, pero quería saber.
— No, alguna que otra vez ando con mujeres pero nada serio, no te pongas celosa —, y una leve sonrisa apareció en la comisura de su boca, una sonrisa de juguetón con ganas de que me molestara porque anduviese con muchas mujeres. — ¿Y tu esposo no se molesta porque no llegues a casa hoy? ¿o porque estés en un bar a esas horas?
— Tengo días que no lo veo, regresó hoy de viaje y no he querido ir a casa.
— Ya te fastidiaste de él ¿no? —, me torció los ojos, no sabía que doliera tanto el que me lo dijera de esa manera tan tosca. — Deberías acabar todo con él, y más si estás en esta casa —. Se paró de la mesa a llevar la taza a la cocina.
— No sabía que estar en esta casa implicaba algo —, dije mientras lo seguía hacia la cocina, volteó, me quitó la taza de las manos y se dispuso a llevarlas al fregadero
— Estás acá, conmigo, en nuestra casa—, no sé cómo ocurrió pero en un momento el estaba dejando las tazas y en otro momento ya estaba en frente de mi, muy cerca de mi cara.
Luego me besó, un beso largo y tendido, con más ganas de llegar hasta lo más profundo del otro, con ganas de que nuestros labios dijeran lo mucho que nos extrañábamos, lo mucho que necesitábamos esto, el estar junto con el otro en esa casa, poco a poco me fue encaminando a lo que había sido el cuarto de huéspedes, donde él estaba durmiendo ahora, apenas entramos olí su perfume, vi su ropa, entendí que la cama en la que él dormía era la de nosotros cuando me sentó allí, me quité la camisa mientras aún nuestros labios se tocaban, cuando me tocó el seno y sentí que iba a desfallecer mientras me acostaba en la cama, era el único que sabía cómo tocarme, que sabía donde hacerlo, se quitó la camisa y vi que tenía ahora mas abdominales, que tenía más cuerpo y empecé a tocarlo, a recordar cómo se sentía el estar tan cerca de él, el calor que me producía. No podía creer que aún me hiciera sentir de aquella forma, el hecho de que solo con morderme los labios hacia que me excitara de una forma plena, que al tocarme y al besarme hiciera que me mojara enseguida. Empezó a jugar con mis pezones como lo hacía antes, mordiendo y chupando los senos y luego todo lo que estaba a su paso y yo gimiendo mientras él bajó poco a poco hasta llegar al pantalón, y me lo quitó. Al ya estar completamente desnudos, metió unos dedos en mí y, notando que ya estaba lista, metió su miembro poco a poco y empecé a gemir, tanto que me volvió a besar para yo no gritar, no podía creer lo que estábamos haciendo, tantos años sin tocarlo, sin el estar dentro de mí, sin sentirme llena, después de mucho jugueteo acabó dentro, no quería separarme de él y el no de mí, me miró y empezó a reír, y me lo dijo eres una tonta, yo te amo, en mi cabeza no cabía el hecho de que me lo haya dicho, ¿él? ¿Desde cuándo había estado enamorado? Siempre había pensado que lo de nosotros era algo de momento, a pesar de haber vivido allí por mucho tiempo nunca habría creído que él Draco, estuviese enamorado de mí, Hermione, siempre pensé que era un juego.
— ¿De verdad estás casada?
— No, no estoy casada. Tengo un novio, regresó de viaje y me pidió casarse conmigo, no logré decirle nada, y me fui de la casa.
Su teléfono empezó a sonar, estaba en uno de los bolsillos del pantalón, lo cogió y luego lo apagó. Me sentí mal en ese momento.
— ¿Por qué lo dijiste?
— Por el hecho de que quizás te irás mañana antes de yo despertarme e irás con él, y quería que supieras lo que siento por ti, lo que por estos dos años he guardado, el hecho de que con más ninguna me he sentido de esta manera y que de verdad quisiera volver a ti de nuevo.—Una lágrima rodó por mi mejilla, recordé lo mucho que esperé para que el me lo dijera, que me dijera que quería un futuro conmigo, que no eran mentiras esos años que duramos juntos.
— No quiero irme, no quiero volver a estar lejos de ti.
Disclaimer: Los Personajes le pertencen a J.K. Rowling pero la historia es mia y se centra en el mundo real.
Esta excelente la historia. Saludos. Siempre te recuerdo
Excelente publicación muy ordenada y completa te felicito, sigue así!