Review Jurassic World: Fallen Kingdom
Juan Antonio Bayona nos trae Jurassic World: Fallen Kingdom, secuela de este reboot que logra imponer su sello y rememorar la entrega original.
3 años después del estreno de Jurassic World (película que cosechó más de 1600 millones de dólares) llega su secuela, Jurassic World: Fallen Kingdom. Quinta entrega de la franquicia creada por Steven Spielberg, si tomamos en cuenta la primera trilogía que tuvo como protagonistas, entre otros, a Sam Neill y Jeff Goldblum.
En esta ocasión, Colin Trevorrow no fue el director sino que participó como guionista y productor, junto a Spielberg y Derek Connolly. El capitán del barco de esta entrega fue Juan Antonio Bayona y su incorporación no pudo ser más acertada. Fallen Kingdom se aleja de la acción para volver a impregnar las escenas con un pseudo terror y suspenso muy bien llevados, poniendo a los dinosaurios en el epicentro de toda la cuestión.
Bryce Dallas Howard y Chris Pratt están de regreso, con personajes que ya no necesitan introducción, pudiendo explotar mucho más la relación entre ellos, ahora bajo una imposición del género de terror y suspenso más marcada, en parte gracias a que Bayona se encuentra como cineasta responsable, con un cúmulo de nuevos personajes que le dan un nuevo matiz al argumento
La historia, así como la diferencia entre el estreno de ambas películas, se ubica 3 años después de los acontecimientos de Jurassic World. La Isla Nublar quedó completamente deshabitada de humanos y los dinosaurios reinan bajo sus reglas. Sin embargo, el territorio corre peligro a merced de un volcán que está a punto de erupcionar y la sociedad entra en un dilema: Si accionar para salvarlos o dejar que la propia naturaleza los extinga por segunda vez en 65 millones de años.
Claire Benning, que ahora lidera una ONG con el objetivo de proteger a los dinosaurios, recibe un llamado de Eli Mills (Rafe Spall), uno de las nuevas caras de esta secuela, quien es el representante de Benjamin Lockwood (James Cromwell), un antiguo socio de John Hammond, y líderes de los primeros proyectos en materia genética. Mills y Lockwood le piden a la ex trabajadora del parque que lidere una expedición para rescatar a la mayor cantidad de dinosaurios posibles y trasladarlos a una isla segura, donde puedan vivir sin la intervención del hombre. Una metáfora clara y concisa que se puede aplicar a la fauna de todo el planeta y la lucha constante del activismo por salvar a las especies en peligro, aunque en este caso se trate de criaturas que pueden llegar a causar más que un daño en el ecosistema si se salen de control.
Si Jurassic World trazaba varios paralelismos con Jurassic Park, Fallen Kingdom hace lo propio con The Lost World, en cuanto a la estructura de su historia y la imposición de locaciones. Sin embargo, está película puede dividirse de manera tangible en dos actos, no solo por el argumento, sino porque el tono de la misma cambia a 180°.
Sin entrar en el terreno de los innecesarios spoilers, Bayona aprovecha la primera mitad para hacer el fan service jurásico, desplegando todo el poder del CGI y poniendo una cantidad de dinosaurios escandalosa. Hemos visto estampidas y persecuciones durante toda la franquicia, pero la puesta en escena de Jurassic World: Fallen Kingdom es impresionante, todo esto fusionado con una Isla Nublar escupiendo lava e implosionando segundo a segundo.
Durante el segundo acto es en donde Bayona saca a relucir por qué lo trajeron para empapar la película de terror y suspenso. El ritmo de la película desciende de manera considerable y puede sentirse este abrupto, pero los momentos de tensión son manejados correctamente. Si en la anterior entrega tuvimos un nuevo dinosaurio, Fallen Kingdom no iba a ser menos con esto. Luego del Indominus Rex hace su aparición el Indoraptor, una verdadera máquina de matar que no se luce por su tamaño (algo que se pretendió imponer durante toda la saga) sino que se su instinto asesino prevalece por sobre las demás cosas.
Como la mitad de una trilogía, Jurassic World: Fallen Kingdom, sufre la gruesa cantidad de cabos abiertos que se resolverán en la próxima película. Aunque su cierre abrió un abanico bastante importante, resolución de los protagonistas y los personajes secundarios queda un tanto trunca y en otros casos forzada.
Quien más se logra destacar en esta película en Dallas Howard. Su personaje poco se parece al esteriotipada caracterízación en Jurassic World, y si bien la participación de mujeres es ínfima en el film (solo 4 en cuestión de diálogos y relevancia), es una evolución más que aprobada. Pratt vuelve a cargarse el hombro la mayoría de las escenas de acción y demuestra ser un actor polifuncional, a pesar de que a esta altura cueste desencasillarlo de su papel en las películas de Marvel.
Los nuevos personajes secundarios son un acierto al argumento y si bien tienen mayor o menor relevancia, se insertan en la trama de manera fluida. Las dos principales incorporaciones son Daniella Pineda y Justice Smith, que interpretan a Zia y Franklin respectivamente, dos activistas que trabajan con Claire en la ONG. Isabella Sermon, en su debut en la pantalla grande, encarna a la nieta de Lockwood, ese elemento infantil que se repite en cada Jurassic Park/World, aunque en esta ocasión tiene un rol mucho más clave, aunque sea de manera indirecta.
Para los viejos seguidores de la franquicia hay guiños y referencias constantes. No solo en gags clásicos como el logo de Jurassic Park o la música característica. Gestos, diálogos y planos que son un homenaje a la primeras dos películas. Incluso la participación de Jeff Goldblum funciona como un easter egg, porque su participación es intrascendente con el desarrollo del argumento. Está ahí porque es el doctor Ian Malcolm y nada más que por eso.
Resumiendo, Jurassic World: Fallen Kingdom es un paso adelante en la franquicia. A esta altura desconozco si superará en taquilla a su anterior entrega, pero como producción la supera ampliamente. Le puede jugar en contra ser la mitad de una trilogía, dejando abierto varios y complejos campos argumentales, pero asimismo abrió las puertas para una fuerte apuesta narrativa.
Juan Antonio Bayona sale aprobado de esta ecuación, logrando imponer su estilo en una saga que ya tiene 25 años, sin traicionar ninguno de sus principios. Los cambios de ritmo pueden sentirse un tanto bruscos y el hilo conductor se deshilacha en el último cuarto de la película, pero en lineas generales es una propuesta superadora a la entrega del 2015. La vida encuentra el camino, y parece que está franquicia sigue encontrando el suyo.