Venezuela se resteó, y con heroísmo busca en la calle –con talante pacífico, determinación y firmeza- la solución que el gobierno bloqueó en las instituciones. Ante un pueblo con hambre, sin medicinas y con hampa desbordada, un régimen sin apoyo social, sin ideas y ya sin legitimidad sólo atina a usar las amenazas y la represión para intentar perpetuar su agonizante poder. Mientras tanto, el pueblo venezolano en las calles, y la comunidad internacional en todos los foros y organismos, coinciden en un único pedido: “¡Elecciones ya!”.La represiva respuesta gubernamental es un bumerán, pues con cada disparo de los paramilitares oficialistas, con cada bomba lacrimógena lanzada por la Guardia Nacional o por la Policía Nacional “Bolivarianas”, con cada medio de comunicación censurado y con cada líder opositor “inhabilitado”, el régimen sólo ratifica lo que ya es una convicción sólida dentro y fuera de nuestras fronteras: Que en Venezuela la cúpula madurista ejerce el poder al margen de la Constitución, de los tratados internacionales y del sentido común, y que solucionar democráticamente la crisis pasa indefectiblemente por la realización de elecciones de las que emerja un nuevo gobierno de Unidad Nacional .
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