Matilde Omaña (cuento corto)

Gente buena de Steemit, aquí les dejo un cuento corto de mi autoría, inspirado en varios personajes históricos. Espero que les guste.
Con mi agradecimiento a #venezolanossteem, y a sus amables directoras @solperez y @marcybetancourt, por el apoyo a toda la comunidad venezolana.
Saludos.

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Fuente

Es la primera vez que Matilde Omaña está en Caracas. Seguramente ningún Omaña, de Capacho Viejo, ha estado antes en la capital. A Matilde le contaron que su abuelo Cesareo fue muchas veces a Pamplona, e incluso a Bogotá, pero ningún Omaña había pasado de Mérida. En aquella tranquila montaña Omañas, Ruices, Pinedas y González habían pasado ciento cincuenta años cultivando café y criando ganado, sin ningún afán aventurero y ninguna sed de conocer qué había más allá de la puesta de sol.

Matilde ha conquistado a sangre y fuego su grado de sargento. El propio general Cipriano Castro ha dicho de ella que… “ es un valiente soldado de la patria”. Matilde sabe todo lo que ha hecho para ser una de esas primeras cien personas en entrar a Caracas. Su yegua Aguapanela parece estar tan orgullosa como ella y su paso es más gallardo y marcial que de costumbre. El valle caraqueño parece recibir a aquel ejército andino con más frescura de lo normal. Las acacias brillan más ese día, como dándole la bienvenida a esos visitantes que pronto se convertirán en residentes permanentes del Valle.

Van directo a Miraflores. Tampoco Matilde ha visto nunca en su vida una casa tan grande. La más grande que había visto era el caserón de Don Arístides Cárdenas, allá en Capacho.

Matilde tiene tiempo sin dormir en una cama, y está ansiosa por dormir con sábanas blancas y limpias. Finalmente ya está instalada en un enorme cuarto, que es un premio por su valentía. Ahora sí tendrá chance para estar desnuda. Solo piensa en que se podrá bañar con agua caliente; el solo hecho de pensarlo le genera bienestar. Está un poco nerviosa porque sabe que en cualquier momento vendrá algún soldado a ofrecerle una muchacha. Matilde solo quiere descansar, después veremos.

¡Comba Yamba!