Huida: verdad

in Venezolanos Steem5 days ago

Hola, gente.

Esta es la vigésima primera entrega de Huida.

Quiero agradecerles por haber seguido leyendo hasta este punto.


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Huida: verdad

El profesor Lawrence dictaba sus clases caminando entre una fila de pupitres y la otra, sintiendo orgullo por su trabajo, sus alumnos -los de esa clase eran los mejores- y el hecho de pertenecer a esa institución educativa que fue fundada a mediados de la Edad Media.

Su voz fuerte y profunda hacía eco a pesar de que esa estancia estuviese amueblada y con gente usándola. Lawrence vio su reloj.

—Muy bien, —agregó, cambiando el tono de voz— ya pueden salir. Recuerden que el próximo viernes hay misa en la capilla y más les vale estar ahí.

—¿Nos dará más puntos por asistir? —preguntó Alessandro Predicatori, el alumno más jocoso de ésa sección.

—Sí, señor Predicatori. Otorgaré puntos al estudiante que entre más veces por la puerta de la abadía.

—Bueno, entraré y saldré por la ventana a cada rato para mejorar mi promedio. Ahí nos vemos.

Lawrence sabía que era mentira lo que decía, pero eran bromas que él solía tener con ese alumno.


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Lawrence salió del aula y se dirigió a su oficina. A mitad de camino, vio a Aidan sentado en una mesa del café de la universidad, mirando la hoja del periódico con tristeza y preocupación. Se acercó al joven y le invitó a ir a su oficina para conversar en privado.

Aidan le señala el artículo que le generó tensión, dándole tiempo a su benefactor para enterarse por medio de las noticias antes de poder recuperar la compostura y decir por qué le afecta tanto.

—La semana anterior al intento de arrestarme —comenzó Aidan, aún sin poder calmarse— yo estaba en una fiesta con un grupo de hombres como yo... —él aún no se atrevía a decir la palabra uranismo o queer o hablar de forma directa acerca de sus gustos sin que le tiemble la voz o quedarse mucho rato meditando antes de continuar con la conversación—. Eran reuniones que se organizaban para conseguir un ligue de una noche o algo así.

—Muy bien.

—Era... Era una de ésas noches estábamos bebiendo y bailando cuando escuchamos unos gritos y unos golpes. La fiesta tenía lugar en una casa grande, con muchos cuartos y cada pareja se turnaba para usarlos. También los baños —Lawrence hacía un esfuerzo grande para no permitir que su imaginación le hiciese ver más cosas de las que quería ver—. Fuimos al cuarto de donde venían los gritos y vimos a un hombre tirado en el piso. Cerca de él, vi a dos compañeros de clase de mi vieja universidad, de pie junto a él. El tipo se desangraba y tenía los pantalones abajo y la sangre manchaba el piso y la alfombra.


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—Todos huimos de ahí. Días después, leí por las noticias que la policía encontró el cadáver y arrestó al dueño de la casa. Unas semanas más tarde, en otra fiesta de... de...

—Continúa —le dijo Lawrence de forma amable.

—Bueno, la fiesta para coger. La policía apareció y yo hui como pude. Llegué hasta la casa de mi mamá y así fue cómo tuve que abandonar la carrera.

—¿Y estos hombres que están aquí son los mismos que mataron a aquel de la fiesta esa? —Aidan asintió—. Muy bien, lo bueno es que ya están bajo arresto.

—¿Y lo malo?

—No lo sé. Pero lo mejor que puedes hacer es calmarte y seguir adelante con la vida que tienes.

Aidan se quedó dentro de la oficina hasta que se sintió mejor. Una vez que volvió a estar solo, Lawrence decidió mantenerse al tanto del caso y proteger a su hijo putativo.


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Gracias por leer

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