Hoy, este pupilo se siente muy avergonzado de presentarle estos pocos versos a la hermosa e inmaculada mentora. Espero que pueda perdonar a su pupilo, porque éste que está aquí, se siente sumamente apenado por la falta de puntualidad y responsabilidad que se debe tener siempre presente en todo momento cuando se crea un compromiso de tal magnitud.

Cualquiera que lea esto pensara que estoy exagerando, pero para mí no es así. Esto me parece muy importante y es un tema que debo repasar de nuevo, tal como el ovillejo para asimilarlo por completo. Nuevamente no he quedado satisfecho con el trabajo que le presentare a continuación. Después de haber leído “el conde niño” (me encanto) comencé a escribir los primeros versos a paso de quien persigue la ambulancia, pero todo fue en vano.

Los versos que me salieron no fueron de mi agrado. Por si fuera poco, cada tanto me salían consonantes en vez de asonantes. Me emocionaba cual niño con caramelo solo para darme cuenta que debía corregirlo todo de nuevo.

Mi estado de ánimo es básicamente una sardina mal refrigerada. Los versos salen como exprimidos de un limón seco y todavía no logro componerme lo suficiente. Ahora siento el apremiante deseo de ir a cumaná a declamar unos versos en desagravio.

Aunque pude escribir “algo”, quizá solo tenga la r de romance, pero más nada. Mi instinto me dice que está incompleto, pero no puedo demorar más las cosas. Si quedo descalificado es solo culpa de mi irresponsabilidad. Espero que al haber concluido su proceso de rehabilitación pueda ofrecerme algunos comentarios sobre éste y mi anterior trabajo por favor. Todavía no sé si el “arte poético” fue bien ejecutado o hay que pulir algunos detalles.

Sin más que decir,
¡Oh dios mío!
Pase lo que pase,
he de proseguir
y ver si canturreo,
unos versos para ti.