La lluvia es el tema de esta tercera semana de Siente la Naturaleza, concurso creado por la amiga @evagavilan en #Venezolanossteem. Es una gran oportunidad para todos los hispanohablantes, nuevos o no tan nuevos en Steemit. Y para quienes no dominan el castellano, recuerden que existe la opción de usar traductores y presentar su publicación bilingue; yo utilizo el de Google para auxiliarme con los textos en inglés, pero hay otras opciones. Así que este concurso es realmente para todos, no dejen pasar la oportunidad.
Y es necesario agradecer a #venezolanossteem, a través de @marccybetancourt y @solperez por la apertura de la comunidad hacia estos concursos, así como el apoyo a los mismos.

Particularmente, los cielos grises me traen nostalgia y me producen cierta tristeza, pero la lluvia como tal, me produce emociones diferentes, algunas retratadas desde los recuerdos, son de alegría. Otras son de ternura. Inspirada en esos ayeres va mi historia.

Mi hija menor, con lágrimas a punto de saltar de sus bellos ojos pardos, hablaba con su idioma especial de niña de tres años:

-Ami, etá llorando, etá llorando.

Me alarmé al pensar que algo le había pasado a Joaqui, pero la risa del niño me informó que no era así. Me tranquilizó, pero Nani, explotó en llanto y corrió hacia su hermano, tratanto de golpearlo con su puñito cerrado. Entre las risas de él y el llanto de ella, yo debí respirar hondo para serenarme y, como decía mi esposo, tomar el toro por los cuernos.

Caminé hacia ellos. Miré con reprensión a Joaqui y agarré con mis manos las de Nani, hecha una furia y llorando a moco tendido. La atraje hacia mí, la abracé y la cargué. Luego me senté en una de las sillas de la cocina, con ella en mi regazo.

Joaqui con la inteligencia y rapidez que lo caracterizan había desaparecido del escenario, pero antes me susurró al oído, aún divertido: -Cree que la lechosa está llorando.

Tomé a Nani de la mano y corrí completamente la cortina de la cocina, para mirar hacia el jardincito frontal. Había llovido intensamente y la mata de lechosa estaba drenando la humedad, gruesas gotas se formaban en sus ramas, para luego caer al suelo. Realmente, estaba llorando y mirándola con cariño, me pregunté si esta extraordinaria resiliente lloraba de tristeza por el tallo que había perdido o de alegría por los nuevos frutos que la rama adicional le permitía formar.

A Nani le expliqué, que eran gotas de lluvia, que esa lechosa era muy fuerte y seguiría regalándonos hermosas papayas. Debíamos siempre cuidar su riego, pero el agua de la lluvia la bendecía, por eso debemos agradecer a Dios por la lluvia.

La voz de Joaqui terminó con todo el episodio, recordándole que estaba empezando su comiquita favorita. Las tristezas de los niños suelen ser de corta duración.