Desde que su madre murió, Lola ha querido que la casa permanezca, tal cual, su madre la ha dejado: sus plantas de malojillo, libertadora, pasote, orégano mantienen el verde brillante de siempre. Lola se despierta y lo primero que hace la chica es regar las plantas de su madre y hablar con ellas:

_¡No la extrañen porque aquí estoy yo para regarlas!

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Lo mismo sucede con los animales. El gato, el perro y todos los pájaros son alimentados por Lola que no pierde la oportunidad de hablarles:

_Aquí estoy yo para alimentarlos. No deben preocuparse. Yo me encargaré de hacerles todo lo que ella les hacía -promete Lola acariciando al perro, al gato y dándole de beber a los pajaritos que cantan en su rutina de siempre.

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Y así, cada día, Lola se despierta intentando que la casa no extrañe, que la casa sea igual, que el entorno permanezca como su madre quería. Las plantas con sus pequeñas dosis diarias de riego y los animales con sus alimentos. Pero la casa no es igual, y Lola lo sabe. Quién le da amor a ella, quién la cuida, quién la espera cuando regresa de la escuela. Aunque Lola quiera hacer el papel de su madre con los otros, quién hace el papel de su madre con ella.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS