Desde donde yo estaba, lo miré que venía viendo hacia todos los lados. Hubo un momento que se detuvo y se miró las manos, luego se peinó el cabello con los dedos y como si se hubiese olvidado de algo, se devolvió hacia la esquina donde había comenzado su peregrinar silencioso. Me llamó la atención porque solo caminaba sin decir palabras o sin detener a nadie.

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Yo estaba tomando un café en la cafetería de siempre y era la primera vez que veía aquel hombre por aquellas calles polvorientas y llenas de gente. Intuí que fuera foráneo o que tal vez estaba perdido, por lo que acomodé en la silla y estuve pendiente de su acercamiento para preguntarle qué estaba buscando y si yo podía ayudarle. Expectante esperé por un buen rato, mientras que el hombre caminaba de un lado a otro.

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La taza de café ya estaba vacía y pronto se haría la hora para regresar al trabajo, pero no quería acercarme al hombre y preguntarle. Tal vez debía irme y olvidar el asunto, pensé para mis adentros. Pero en ese instante vi que el hombre caminó hacia donde yo me encontraba y sin perder el tiempo, le pregunté amigablemente:

_¿Amigo, se le perdió algo? ¿Está buscando algo? -dije. Entonces el hombre alzó la cabeza y entrecerró los ojos:

_Sí. Me estoy buscando. Hace años que estoy perdido y aún no me encuentro -dijo y se perdió entre la multitud de gente.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS